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Dicotomía de sentimientos y placer

Me escribió esa tarde, yo en el gym, como de costumbre a esa hora, fierros, abdominales y algo de improvisación en la rutina, para mantenerme en forma. ¿Quien dijo que los hombres no nos importa si nos vemos espectacular?

Saque mi celular de la campera, en la pantalla se dibujaba ese circulito de Whatsapp avisándome que tenia 38 mensajes. Unos cuantos de los grupos que no te dejan tranquilo, mis hermanos que no se cansaban de decir boludeces y mis amigos que no se quedaban atrás con las imágenes (mi celular gracias a ellos y mis amigos era prácticamente una colección de pornografía). Otros tantos de mujeres, la típica pesada que me escribe para vernos, la que organiza joda donde sea, la que te quiere pagar todo con tal de que se vean, la enamorada, la resentida , un poco de todo, y después estaba ella, que tenia todas las otras cualidades y además era pervertida, cochina, y las mejores noches sin duda las había pasado a su lado. Aunque el plus era, que ella me tenia perdidamente enamorado, algo raro para mi, pero no había forma de que pudiera alejarme de ella, aunque sabia que era un gran maricón por no decírselo.

Locuras en todos lados, la típica que te manda un mensaje mostrando el culo con una tanga hiper chiquita, perfectamente atrevida, acompañaba cada foto con un mensaje sutil “quiero que me garches entera”, entre otras frases. Me volvía loco, su cola me desquiciaba, su cuerpo, y garchaba excelente.

Ese fin de semana estaba solo en casa, vivía con mis viejos, así que por lo general pagaba telo, o mejor dicho me pagaban, pero ya que se daba la ocasión había que aprovechar, le dije que se viniera el viernes, el sábado ya tenia otros planes.

Me respondió un “voy a sorprenderte”, y no hablo mas. Odiaba que me dejara así, quería saber que planeaba, soy de los que no soporto no tener el control y estar al tanto de todo.

Llego el día viernes, mensaje al medio día diciendo “espérame esta noche”, trate sacarle bocado y nada. Pase el día haciendo cosas, gym, y una pequeña cita con alguien mas, pero que se yo, nada, ósea, la minita nunca se iba a comparar a ella, esa mujer me volvía loco literalmente, y aunque no podía vivir sin tenerla cerca de algún modo, tampoco me consideraba lo suficiente hombre como para darle algo serio y verdadero. Si, soy un imbécil.

Ya cerca de las 23hs, le escribí, me dijo que saliera que estaba llegando en el taxi, abrí la puerta de casa, pago el viaje, se bajo y ahí estaba, zapatos negros, medias negras, un sobretodo color miel que la cubría entera, pañuelo al cuello, y un gorro a juego con todo, perfecta, bellísima.

Me sonrió, entro rápido dándome un beso en la mejilla (hacia frío y llovía), y se paro justo en el medio del living. Cerré la puerta, y me quede parado mirándola.

Con cara de puta picara como a mi me gusta, me dijo:

– Dije que iba a sorprenderte… y hoy mando yo.

Se quitó el gorro, su cabello rojizo sobre sus hombros, se desprendió el sobre todo, y me mostró lo que traía. Un perfecto traje de policía, vestido azul, cuello negro de cuero, cinto en la cintura también de cuero. El vestido tenia un cierre de punta a punta, ya me imaginaba bajándoselo.

Medias negras hasta arriba de las rodillas y porta ligas. Se dio vuelta, dejo caer el tapado al piso deslizándolo sensualmente por sus brazos, y pude ver que el vestido tapaba solo la mitad de su cola. Ufffffff. Yo ya había muerto de dos a tres veces en menos de diez minutos. Ella sabia ocasionar eso en mi, solo ella lo lograba.

Apenas entras a mi casa, se encuentra el living, rodeado de cuatro sillones, el típico mueble con fotos, y al costado justo frente a las piezas una mesa grande, con ese florero, mas fotos y el mantel blanco esos de antes, y bueno, a mi vieja le encanta. Ella parada ahí, en medio del living, yo aguantándome las ganas de agarrarle el culo, subirla a mi cintura y cogerla toda, pero sabia que había preparado algo, era hora de jugar.

Se acerco, sin dejar de mirarme fijo a los ojos, me planto un beso, de esos que te deja saborear la lengua hasta la garganta, demasiado caliente.

Desprendió el cinto, bajo el cierre, con toda la cancha me saco la pija y bajo directo, la agarro con una mano justo por el tronco, abrió la boca y se la metió toda, hasta el fondo, acariciando todo con sus labios, pasando lengua por los huevos, sabia hacerlo, dejo las manos a cada lado de mis piernas, y solo se manejaba con su boca. Era perfecto, nada de dientes, la presión y succión exacta. Que rico que la chupaba. Era la única que sin ningún pudor me chupaba entero. Si, entero.

Que placer tenerla ahí, el poder que sentía al mirarla y ver que le estaba metiendo toda la pija en la boca, la agarraba del pelo y la empujaba con intención de metérsela mas adentro, hacia que se ahogara, y eso me encantaba, y ella se dejaba, es mi puta.

Ya quería acabar, respire hondo y me aguanté las ganas de tirársela toda en la boca.

La agarré del pelo, hice que se volviera a parar.

– Vas a aprender a jugar – le dije.

– Enséñame entonces, acá me tenés. Garchame como mas te guste – diosssssssssssssssss, si, así con muchas «s», estaba buenísima, y era un diez en la cama, la mejor de todas.

Le desprendí el vestido, baje el cierre que se extendía desde sus pechos, hasta el comienzo de sus piernas, se lo saqué, y dijo “sorpresa”, tenia un corsé que me daba una muy buena vista de sus tetas y todo atado hasta su ombligo, con el porta ligas agarrado a las medias, y la tanga metida bien en el culo. Que rica que estaba, que mujer Dios, una Genia. Ella me miraba y sonreía, picara.

La di vuelta, la puse en cuatro sobre uno de los sillones, le corrí el pedazo de tela, y se la clave toda. Siiiiiii, que rica concha. La garche fuerte, la escuchaba gemir, y de apoco gritar cada vez mas fuerte, su culo parado dándome una visión exclusiva de su cola, la espalda quebrada, el camino por su columna vertebral, y su pelo que se balanceaba con cada embestida. La cogí, ya tenia ganas de acabar de vuelta.

Como si entendiera cada gesto de mi cuerpo, se salió rápido, me beso, metiéndome la lengua y humedeciendo mi boca con la suya, y se dirigió camino a la habitación. Me acostó en la cama, me volvió a chupar la pija unos minutos, y se sentó encima, se la metió, una mueca de placer en su cara, un suspiro y empezó a moverse, de adelante hacia atrás, saltaba rápido, meneaba su cintura mientras la tenia clavada. Me encantaba su concha, era deliciosa, perfectamente depilada, chiquita, rosada, para comérsela toda.

Lo hicimos en todas las posiciones, en cuatro, misionero, en cucharita, contra la pared, sentados, 69, todo, me dejaba siempre hacerle de todo.

Las ganas de acabar volvieron, la senté, me pare frente a ella, me hice una paja mientras me miraba deseosa de tenerla en la boca, y se la tire toda, le acabe la boca completa, la vi jugar con mi leche, y se la tragó. Vuelvo a decirlo, la mejor de todas. Se limpio, y como siempre enjuago su boca, volvió a la cama, se recostó a mi lado, me volvió a besar, y me dedico un te amo ahogado en tristeza. Sentí la necesidad de decirle que también la amaba, pero que un miedo me invadía, quería gritarle que se quedara conmigo, pero no pude…

***

Cada encuentro sexual era riquísimo, no había nada en él que no me gustara, sus besos, su cuerpo, la química y la pasión, además de que yo podía jugar, disfrazarme, ser cochina y como el me decía “una puta en la cama”, eso le gustaba.

Terminamos, y nos quedamos Acostados, y sin darme cuenta, se me escapó. Le suspire un te amo, de esos que mas que amor emanan tristeza. Estaba enamorada del hombre equivocado. Lo mínimo que una mujer espera es que la cuiden, él ni siquiera eso. Él estaba con tantas que cualquier cuerpo le venía bien.

Estuvimos recostados algunos minutos, tal vez media hora, y como ya sabia , había llegado la hora de irse, como si de alguna forma debía esconderme, no, no podía esperar al otro día, nadie podía verme. ¿Porque tenia que soportar eso? ¿Porque aceptaba eso?

Mis amigas le dijeron poco hombre, maricón y demás, yo solo lloraba.

Lo volví a mirar, lo volví a besar, me vestí ,agarre mis cosas, ya eran aproximadamente las 5 am, me abrió la puerta, como si no le importara, no, definitivamente no le importaba, me dijo que tuviera cuidado, largue un beso al aire y salí caminando en busca de un micro o un taxi, lo que viniera primero.

Las lágrimas no cesaron hasta llegar a casa, había confirmado que yo solo era “el rato “, una noche espectacular, un sexo de primera, y vacío como ninguno.

Entonces decidí, yo era mucha mujer para él, seguramente había alguien mas en el mundo que quisiera jugar eróticamente y cuidar de eso.

Esa fue la última vez.

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