Otra vez nos faltaba un jugador para completar los equipos del fútbol 5 de los jueves. Esta vez era Trincheta Bolzán el que no podía ir. Aunque en el grupo de whatsapp el resto de los muchachos insinuaron que era por asuntos de pollera, Trincheta explicó que a su primito de 12 años le estaban por practicar un exorcismo después de que su abuela viera que el púber se la pasaba escribiendo #mododiablo en todas partes. “Mi primo ya le explicó a la abuela lo que significa pero la vieja sigue pensando que “Duki”, “trap” y “hashtag” son palabras de algún antiguo idioma satánico que mi primo habla por estar poseído, así que ya llamaron a un cura, le van a hacer un exorcismo y tenemos que estar toda la familia. Disculpen”, nos contaba Trincheta en el grupo F5 ATLETIC FALOPA CLUB.
Cada vez que uno se baja es un quilombo porque siempre avisan sobre la hora cuando la cancha ya está reservada y se complica conseguir reemplazo. La urgencia de completar los equipos hace que los muchachos se desesperen y lleven lo primero que consigan: jugadores mancos, en muletas, tipos que se quieren chorear la ropa de los demás, energúmenos que usan el celular adentro de la cancha… Incluso una vez uno llevó a su sobrino de 4 años, el cual no dejaba de putear, escupir y tirar patadas; un asco el pendejo. Así que esta vez me comprometí a conseguir un jugador yo, para asegurarme de que no caiga cualquiera. Por cuestiones que no vale la pena explicar terminé buscando jugador en paranachat, un sitio de chats anónimos al que acceden seres dudosos con intenciones aún más dudosas. Vi que estaba conectado un tal nenesumiso23x9, faltaba media hora para arrancar el partido así que le escribí…
Yo (buscojugadorF5paralas7): escuchame hijo de puta qué mierda hacés en paranachat a las 18:30 de la tarde??
nenesumiso23x9: busco un amo
Yo: bueno mirá yo no soy vueltero, necesito jugador para un fútbol 5 a las 19 en Tata Soccer, calle Mainini. Te prendés??
nenesumiso23x9: yo me prendo de la que vos quieras…
Yo: oka nos vemos en un rato entonces, chau.
Cerré el chat y salí rumbo a Tata Soccer. Cuando llegué ya estaban casi todos y les confirmé que había conseguido jugador pero que no sabía quién era. Para acceder a las canchas de Tata Soccer había que atravesar una especie de pasillo largo y ancho al cual se ingresaba desde la calle. Con los muchachos estábamos al final del pasillo cuando vimos entrar a un pibe rubiecito, delgado, con pantaloncitos muy cortos y unos ojos verdes que propiciaban una mirada un tanto retorcida; además caminaba raro, como tirando un bailecito subliminal con brazos tensos. Siempre me ha parecido incómodo el momento en el que veo llegar a una persona con la cual me voy a encontrar por primera vez, pero aquella ocasión no solo fue incómoda sino además un tanto perturbadora. Uno de los muchachos (el Pilu Galeano, gran rústico del mediocampo) se levantó de su silla para ir a cagarlo a trompadas hasta que se rescató de que aquel flaco que se acercaba no le había hecho nada, pero bueno, esa fue su primera reacción al verlo.
—¿Vos sos nenesumiso23x9? —le pregunté cuando ya estaba entre nosotros, sin que nadie comente algo sobre el extraño nombre con el que identifiqué al sujeto.
—Sí sí —respondió medio tímido y zezeante— pero podés llamarme Thiago jeje. Un Woodstock.
—Un QUÉ??? —dijo Luis alias El Gordo Sádico Triturador de Tibia y Peroné.
—Un GUSTO o sea un WOODSTOCK jeje ¿entendés? —dijo Thiago, haciendo que todos nos lamentemos de que el Pilu Galeano haya frenado su inicial impulso homicida.
—Claro, como el festival hippie en el que tocó Jimmy Hendrix —explicó Osvaldo, el único rockero del grupo.
—Bueno bueno, vamos a jugar que ya es la hora —dije yo para prevenir cualquier situación violenta en la que derivaría esa conversación en caso de continuar una sola frase más.
Como de costumbre, algunos se cambiaron la ropa antes de entrar a la cancha. Thiago los miraba fijamente y se mordía los labios sin disimulo mientras los muchachos se sacaban y ponían sus pantalones y camisetas. Durante el partido Thiago marcaba de cerca a los del equipo rival y también a los del propio, tal vez demasiado de cerca, lo cual le hizo ganarse más de un codazo o empujón, ante los cuales largaba una especie de gemido similar a un “Oayh! Oayh! Oayh!” que ponía bastante nerviosos a los muchachos. No era muy hábil para el juego, solía perder la pelota y dar pases horribles, pero al menos servía para perseguir e incomodar a sus contrincantes.
Íbamos 9 a 9 cuando se nos terminaba el turno, afuera de la cancha ya estaba el Tata Sockert —dueño de Tata Soccer— esperando a que se hagan las 20 en punto para sacarnos tarjeta roja a todos (el viejo ortiva siempre hacía lo mismo aunque la cancha no estuviera reservada para nadie más) hasta que de pronto PUM!!!, un fuerte choque en el área chica entre Thiago y otro del equipo contrario. Thiago empezó a gritar y llorar agarrándose la cabeza (aunque en ningún momento se golpeó la cabeza), por lo que su equipo no perdió la oportunidad de cobrar penal. El encargado de patear fue Pablo, alias Misil Soviético, cuya fuerza para los pelotazos intimidaba hasta al arquero más bravo. Su penal clavado al ángulo no solo fue gol, sino que logró que la pelota atravesara la red del arco, luego unos alambres, luego otra red pero de narcotráfico, hasta finalmente, tras impactar contra un OVNI que justo pasaba, caer en el patio de un vecino que tenía más de 7000 pelotas sin devolver acumuladas a lo largo de 13 años. El Tata Sockert nos empezó a echar, definiendo el resultado en un intenso 10 a 9. El Gordo Sádico Triturador, que jugó en el equipo derrotado, dijo “¡Es la última vez que juego con un puto de mierda como este!” y le arrojó una trompada a Thiago, quien no solo logró esquivar la trompada, sino encajarle otra al gordo en la mandíbula, dejándolo inconsciente en el piso.
Todos nos quedamos asombrados procesando lo que acabábamos de ver. “Así que puto de mierda, ah? —empezó a hablar Thiago—… Así que les molesta que venga un puto a jugar con ustedes, ah? Si el fútbol es lo más gay que hay, mis amores (su influencia de Moria Casán era evidente). Les molesta que un gay se emocione y llore por cualquier cosa cuando ustedes lloran si su equipo pierde o gana un partido, o sea, gorrr. Les molesta que los gays se manoseen entre ellos pero bien que entre ustedes se besan, abrazan y se tiran uno arriba del otro para festejar un gol. Les jode que los gays se vistan re top y con ropa colorida cuando ustedes hasta besan esas camisetas transpiradas llenas de colores chillones, y eso sin mencionar que casi todos los insultos y metáforas que usan hacen referencia a algún acto homosexual, y NI-HA-BLAR de que en los vestuarios se cambian y bañan todos juntitos bien pero bieeen de puto. Ay no sean hipócritas, que pareciera que solo tienen al fútbol como excusa para liberar un poquito toda esa homosexualidad reprimida que tienen”.
Permanecimos en silencio reflexionando lo que Thiago nos había dicho… “Es cierto —se animó a hablar uno—, ahora que me lo hacés pensar, te doy la razón…El fútbol es un deporte muy gay”. “Sí, pero ser gay no tiene nada de malo —agregó otro—, confieso que a mi me excitaba ver las gambas del Negro Ibarra (eterno 4 de Boquita), y no siento culpa, o sea, me gustan las minas y el Negro Ibarra ¿y cuál hay?”. “Bueno, yo le pagué a un travesti asmático para que chuparle los codos en un baño de la terminal, no sé si cuenta” —dijo otro. Y así uno por uno fueron sacando a la luz sus preferencias con las que cuestionaban su heterosexualidad; hasta el Tata Sockert, fan del rock clásico de los 70s, confesó que le gustaba el solo de Lolo de Miranda. Le pedimos disculpas a Thiago por haberlo discriminado y nos reímos contentos, aceptándonos como somos, diversos y sin prejuicios. Nos estábamos por dar un abrazo gay friendly entre todos (excepto el Gordo Sádico Triturador que seguía desmayado y probablemente muerto en el piso) cuando vimos aparecer a Paola Feto, una famosa de la televisión local cuya belleza provocaba cuasi-infartos en casi toda la población masculina.
—Hola chicos!! —nos saludó Paola a unos metros de distancia.
—Ah, llegaste temprano amor! —le dijo Thiago antes de acercarse a saludarla con un apasionado beso.
—¿Y? ¿Cómo salieron? —preguntó ella con su encantadora simpatía.
—Podría decirse que ganamos gracias a mí, pero lo mejor del partido es que todos ellos asumieron abiertamente su homosexualidad —le respondió el tipo, señalándonos.
—Ay en serio?! Qué bueno!!! —exclamó Paola.
—Sí, terrible, este lugar en vez de llamarse Tata Soccer debería llamarse Tata Closet jaja. Bueno, ¿vamos? —dijo Thiago mientras veíamos cómo todo nuestro frágil mundito se caía a pedazos por un psicópata que habíamos conocido hacía apenas una hora.
—Sí, mi amor, apurate que te tenés que bañar…
—Bueno muchachos fue un gustazo, que la pasen bien este finde en la fiesta Plastilina! —nos gritó Thiago mientras se iba tomado de la mano con una de las mujeres más deseadas de la ciudad.
Después de aquel partido todos comenzaron a salirse en silencio del grupo de whatsapp. Nunca volvimos a jugar ni a hablar de lo que había ocurrido. El único que nunca entendió nada fue Trincheta Bolzán, cuyo primito quedó catatónico tras el exorcismo. Ah, y el Gordo Sádico Triturador, quien al final sí había muerto por la trompada que le dio Thiago, aunque por miedo a que se sepa toda la historia preferimos decirle a su familia que el gordo había fallecido por muerte súbita después de meter el mejor gol de su vida. Era preferible dejar como un grande al muerto (aun encubriendo a su asesino) que dejar como unos gays reprimidos a varios tipos que se juntaban a jugar al fútbol todos los jueves.