Creo que mi gato alcanzó la iluminación. Lo que se llama el estado de Nirvana, la consciencia absoluta. Digo “creo” porque no sé si los felinos pueden llegar a este estado mental y del ser. Pero hago esta conjetura porque la otra vez lo encontré en la terraza meditando en postura de loto. ¡Parecía un maestro zen el hijo de puta!
Cuando le digo – ¿Ortopedia, que estas haciendo?- (se llama Ortopedia el gato) se fue corriendo y desapareció de mi vista. Ese fue el primer indicio.
Aproximadamente dos días después llegué a mi casa tarde, tipo 3 de la matina, después de haber vaciado unos cuantos envases marrones. Para que mi vieja no me hinche las pelotas con lo de tomar y eso, abrí despacito, y ¿Con que me encuentro? Estaba Ortopedia enseñándole a mis otros dos gatos –Birbi y Zámbalo- como influye el ego en las acciones cotidianas. Como estaban tan enroscados tardaron en darse cuenta que yo estaba entrando, pero obviamente con sus sentidos tan agudos no demoraron mucho en verme y disparar uno para cada lado. Yo fui corriendo atrás de Ortopedia, por toda la casa, subí la escalera a los palos -ya me había olvidado que no tenia que hacer ruido- y lo alcancé a agarrar antes que saliera por la ventana.
Lo llevé a mi pieza y lo senté frente a mí. -¿A ver, que onda vos? Con razón mis libros de Osho siempre aparecían en cualquier lado – El hijo de puta de miraba nada mas, miraba alrededor haciendo el gil. Me dijo “Miau” y listo, se quedó mudo.
Supe que no me iba a revelar la verdad, así que lo dejé ir y me acosté después de un sermón de mi vieja que se había levantado y me bardeaba por hacer ruido a esas horas de la noche para después pasar a contarme lo perjudicial que es el alcohol.
Otro de los días vi desde mi ventana del segundo piso como salvaba a un gorrión de morir en las garras de otro gato, vi como dialogaban entre maullidos –Ortopedia también usaba la expresión corporal- y vi como lo convencía y el otro gato se ponía a llorar al darse cuenta que estaba matando a un ser indefenso.
Algunas conclusiones ya estaba sacando…
Pero lo más, más loco fue esa vuelta que subí al techo a fumar algo y lo encontré en la ya conocida postura de loto con el aura resplandeciendo a su alrededor, ¡y eso que era de día! El chabón estaba tan concentrado que no me vio ni escucho, pero yo me quedé mirándolo a ver que hacia. Pasado un minuto más o menos se empezó a elevar. ¡A elevar! Y eso que yo estaba totalmente sobrio. Lo estaba reclamando el cielo de los gatos, que se yo. La cosa es que cuando ya se había elevado unos 50 mts, pasó un helicóptero de la municipalidad destrozándolo y haciendo llover sobre mí todas sus vísceras. Antes de llorar su muerte, pensé que era muy irónica la vida ya que justo estaba escuchando Raining Blood de Slayer.
Escrito por Hernán para la sección:
jajajajaja que hijo de puta…. AGUANTE SLAYER!