/La Guerra Fría I (vs mi viejo)

La Guerra Fría I (vs mi viejo)

Continuando la mini-saga de pelotudeces que día a día hago con mi “hermano mayor”, es decir, el pelotudo aniñado que tengo como padre. En esta entrega les voy a comentar algunas de las venganzas que mi viejo nos hizo a mi hermano y a mí por la catarata de jodas y burlas le hicimos ese fatídico día en que se quedó ciego. Para mas info lean la nota : Mi viejo se quedó ciego por un día.

Antes de empezar el relato les voy a comentar el porqué del título. Acuñado recientemente, luego de la finalización de la Guerra Fría II vs mi hermano menor, muy probable sea la próxima nota. El término, siguiendo un poco la historia del mismo, responde a que no había respuesta verbal, ni respuesta física a cada una de las jodas, más precisamente, uno hace una joda, el otro se la banca y no dice ni hace nada. Ahora bien el autor debe atenerse a las consecuencias de la misma, formándose, así, un círculo inacabable de jodas.

Como les contaba en la última parte de la nota anterior, su venganza comenzó en el mismo estacionamiento del hospital, pues nos cagó a trompadas y no nos pudo putear pues la cantidad de insultos se le vinieron a la mente, hicieron que se le trabara la lengua. Lo único que pudo balbucear, con una cara de impotencia aliviada, fue “no saben lo que estaba esperando para poder cagarlos a piñas, me las van a pagar caro”. Luego, ya en casa y por varios meses, llevó a cabo su venganza. Siempre escudándose con la típica frase: “me lo deben”. 

Jodas Culinarias

Acá, en verdad, hay muchísimas, solo contaré algunas. Continuó con la clásica de meter el dedo en pleno chorro de la bebida al servirte y diciendo “a ver si esta fría”, pero esta vez lo hacía siempre.

Aquellos días eran veraniegos, como todos saben promedio 35º C todos los días, normal era que se comiera en cuero pelado, al menos los hombres de la casa. Esto le daba pie a mi viejo para que, al pasar con alguna botella de cualquier material sacada de la heladera o cubos de hielo, pasártelos por la espalda provocando un salto en el que casi cabeceabas el techo. 

Lógicamente le devolvió a mi hermano, en venganza triple, la joda de la pimienta.

Una joda particular, relacionada con lo picante, fue que un día se tomó el trabajo de ir y comprar los ají puta pario, de esos que los comes y te llega a arder el agujero del orto. Esperó un día en el cual estuviéramos solo los tres, para evitar efectos colaterales, preparó unos tomates y le metió los pedazos de ají bien chiquitos casi imperceptibles. Al momento de comer no nos aceptó tomates, nunca nos percatamos, nosotros le mandamos fruta, cuando nos quisimos dar cuenta era tarde, las lágrimas afloraron a morir, del ardor no lo podíamos putear, rajamos uno a la cocina y el otro al baño meta agua, nada; nos mandamos leche, nada; Coca-Cola, nada. Así más o menos por una hora, nos quedó la jeta a la miseria, nos ardió todo el día. Por supuesto el muy hijo de puta despasándose de la risa.

Jodas  climáticas

De estas solo recuerdo dos. Una de ellas era, al momento de bañarse uno regula el agua, con agua caliente y mucha fría. Aprovechándose de ese conocimiento mi viejo, cuando estábamos en pleno baño, se ponía a jorobarnos desde la cocina abriéndonos el agua caliente un tiempo, la cerraba, abría la fría un tiempo, la cerraba y así durante un tiempo largo y por muchos días esporádicamente. No sabias cuando ni en qué momento venía el golpe de calor o el golpe de frio.

Típico de los días veraniegos es donde esperas la noche refresque y lograr tener un sueño relajado, esto es lo ideal. Varias de esas noches, muchas después de una lluviecita, nos disponíamos a dormir con mi hermano y para duro pesar de nosotros alguien había dejado la estufa encendida, si el carbón de mi viejo varias noches nos prendió la estufa para que la pieza este más caliente que el infierno mismo. Ahí los dos boludos abriendo cual abertura tenga, prendiendo ventiladores y esperando un buen rato para que se refresque.

Jodas varias

Mi viejo, como buen vengador, por más de no encontrarse en días laborales, se tomaba el trabajo de madrugar para ir a despertarnos de diferentes formas: una que nos habrá hecho pocas veces, iba cariñosamente con el desayuno diciendo que era hora de levantarse para ir al colegio o facultad, uno todo dormido y sin pensar mucho se despertaba, cuando caías ya era tarde y estabas despabilado.

Otras veces eran más violentas como tirarnos agua fría en los pies, dejarnos un cubo de hielo cerca para cuando te dabas vueltas pegues el salto, taparnos la nariz y la boca para despertarnos por la falta de aire, entre otras.

En esos momentos de ocio  donde se coloca frente a la computadora o la tele para dispersare, eran imposible en aquella época. Siempre se las arreglaba para joderte como hacer saltar la térmica, venir sin motivo alguno golpearte, cachetearte, tinqueaba las orejas hasta el hartazgo, se te ponía al lado y hablaba, hablaba y hablaba. 

Muchas de ellas se las bancamos por habernos sobrepasado en jodas en ese día de ceguera. Otras no se las podíamos perdonar y le devolvíamos, pero algo tranqui de poca monta: como cuando se estaba bañando o haciendo sus necesidades le apagábamos la luz, el muy sonso puso todas llaves de luz en el pre-baño. Cuando ya habían varias jodas de su parte, lo agarrábamos en la cama previo a dormir y lo cagabamos a piña, huevadas simples nomas. Bien no recuerdo el motivo ni el momento del cese de las jodas de gran monta, pero si continuaron otras. Lo más reciente fue la Guerra Fría II vs mi hermano, esa será en otra entrega.

 

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Mi viejo se quedó ciego por un día

El año pasado escribíamos:
La viuda negra de Lavalle

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