/Me quedé como el Panchito

Me quedé como el Panchito

Hoy andábamos de viaje con mi amigo Daniel y mi amigo Dino, entre una cosa y otra les conté la historia del Panchito, mi gran amigo de la secundaria.

Recuerdo que íbamos mucho a La Chimere, en la época en que La Chimere era un boliche como la gente. La cuestión es que estábamos con el Panchito en el patio y vimos como un gordo gigante se ponía a picudear a un enano dos cabezas menor que él.

El enano solamente le metió un revés y lo alivió al gigantón, el cual calló rendido a sus pies. Fue una escena digna de admirar, el enano había quedado como el David de Goliat, como un groso. Era el ídolo de la noche.

Todos estos galardones lo obnubilaron al Panchito, el cual me reventó las bolas toda la noche con la proeza del enano “del mismo tamaño que él”. Para colmo el Panchito era ceceoso y cuando se alteraba tartamudeaba, así que era insoportable escucharlo.

– Bo Bo Bo Bo Bomu mu mur, Bomur, ¿voz vizte el zarpado pi pi pi ño pipi pi pi ñon que le pu pu puzo el peti peti e petizi zi to al grandote? Za za za ¡zapate!, ¡zapate!. Za zarpado el petizo.

– Si Panchito, cortala ya, si lo vi. Estaba al lado tuyo.

– ¿Voz de de ziz que zi zi en entre tre treno podre pegar eze guan guan guante?

– No.

– I i i i gual voy a inentar za za zapato pe pe pe zimizta.

El tema es que el Panchito comenzó a tirar piñitas al aire todos los días de la semana, calculando la distancia, la potencia y la velocidad que le tenía que meter al puño para ponerla como el enano triunfador. En esa época Internet no era lo que es ahora, los cibers eran solo para ir a jugar al medalla o al gta, nadie usaba Google, así que el Panchito se la rebuscó y le preguntó a un boxeador posta como poner la mano y toda la bola. Estaba hecho una furia.

Pasaron un par de findes y ese viernes me lo encontré acompañado de todos sus compañeritos de fút-sal del Poliguay… No estaba tan nervioso.

– ¿Qué que que ha ha ha ze Bo Bo Bomur?

– ¿Cómo andas Panchito?

– Bi bi bien, loco. ¿Zabez que voy a hazer hoy?

– ¿Escaviarte?

– ¡No!

– ¿Rebotar?

– No gil

– ¿Comerte un bagarto?

– ¡No no za za zapato!

– ¿Salir temprano para comerte un chori?

– ¡No pe pe pelotudo! Zoz tan vivo voz…

– ¿Y que concha vas a hacer?

– Le le le vo vo vo (se puso muy tartamudo) vo voy a pe pe pegar a un gra gran dote.

– Vos estas loco, yo no te pienso defender.

– Ya ze, zi zoz mazo puto. Eztoy con todoz loz pibez del Poli…

En ese momento estábamos los dos en el patio de afuera, a unos metros de la pileta, esa que estaba rodeada por una cadena para que la gilada no se cayera. En eso apareció un coloso, suerte de cíclope de antaño con dos ojos y unos 130 kilos de pura adrenalina rugbystica. El Panchito lo empujó, el Sansón ni se mosqueó. Entonces el Panchito le metió un empujón más brusco y le hizo caer el trago, el Chuwaka lentamente se dio vuelta. Fue cuando el Panchito puso en práctica todo lo entrenado, con la furia de una bestia, con la pasión del Maradona del Nápoli, como el grito del barbeta de 300 cuando vienen los Persas y le tiró un guante digno de un fideo que se estampa contra la olla.

Creo que al leviatán se le movió la cabeza solo por inercia o por mirarle el puño al Panchito. Entonces se tocó la cara, como incrédulo e hizo lo que obviamente tenía que hacer. El ñoqui que le acomodó al Panchito lo hizo trastabillar cuatro metros hacia atrás y enredarse con la cadena de la pileta, cayendo al agua inconciente y debiendo ser rescatado por los patovicas con dos dientes menos y medio pómulo hundido, más una catarata de sangre que manaba de su nariz, sus boca y su pómulo completamente cortado.

Al Panchito la vida lo había sorprendido, le había dado un revés dejándolo estúpido y mareado.

Volviendo al tema del viaje, salimos de una reunión de esas que hacen que los negocios valgan la pena y el Dani me dice sorprendido… “me quedé como el Panchito

Así que a partir de ahora, hacemos oficial la frase para casos como por ejemplo:

  • Cuando vi lo que me había gastado en celular… me quedé como el Panchito.
  • Me bajé y miré el auto chocado… me quedé como el Panchito.
  • Lo deje de besar, me di vuelta y el que me tocaba la espalda era mi novio… me quedé como el Panchito.
  • Creí que me sacaba un 8 o un 9 y terminé con un rotundo 2… me quedé como el Panchito.
  • Acabé… me quedé como el Panchito.
  • Fui por un ascenso y me rajaron del laburo… me quedé como el Panchito.
  • Creí que era solo un gasecito silencioso… me quedé como el Panchito.
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