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Típicos personajes que te cruzás en un restaurant

Hace poco, estábamos con María Almodovar regresando de un extenso viaje por las paradisíacas zonas de Chacras y el hambre nos comenzó a jugar una mala pasada. «Que te como a besos» me decía ella. «Que te degluto como peronista a choripán» le decía yo.

Dimos un par de vueltas y no había un solo lugar abierto en la zona, entonces (ya descartando ir a nuestro hogar a cocinar un manjar de condimentos vencidos de la heladera) fuimos en búsqueda de alguna casa de comida contundente*.

Casa de comida contundente: llámese ese lugar en donde lo útimo que hacen es decorar los platos con escupidas de salsas raras para que aparezca abultado. Además descartan rotundamente frases como «colchón de verdes» o «reducción de…». Se caracterizan por tener 1.000 kcal/mm3.

La cosa es que de tanto ir y venir, el estómago nos hacía más ruido que celular de RRPP a la hora pico de boliche. Hasta que finalmente paramos, nos sentamos, aflojamos nuestros cinturones y no dispusimos a comer con de todo.

Y justo en ese momento, entre bocado y bocado, comenzamos a ver a nuestro alrededor y nos encontramos cosas como esta:

La parejita: con la llegada del otoño casi invierno, pareciera que sería fundamental jamás separar y estar más unidos que político con dinero ajeno. Ella quiere salir a comer afuera, él tiene 30 pesos y un vale por $ 3,40 del kiosquero. Finalmente ambos se quedan conformes y una pizza con cerveza queda al pelo. Sentados uno frente al otro en las reducidas mesas no dejan de mirarse a los ojos, mientras que  la aureola de aceite al rededor de la boca por el queso impiden un beso durante la cena. Por suerte.

El extranjero: de pedo pudo pronunciarle la frase al tachero “¿Dounté pouedou una comitau casa enconchrar?”. El tipo proveniente de Alemania es más amarillo que personaje de Los Simspons. A pesar de ver las fotos en la carta, Yurguen quiere pedir algo típico para cenar. Acto seguido se pide un vino tinto con 4 docenas de churros. A posteriori una batalla nuclear comienza a suceder en su estómago.

La familia: nunca falta la familia que decide ir a comer a fuera. La jermu se lookea como Susana Gimenez y su marido se cree Darín en su mejor época. Los chicos reclaman juguete de por medio. Terminan dándole un par de fajitas para que jueguen a los espadazos hasta que llegue la comida. Llega la bandeja con 4 tipos de platos diferentes (porque es obvio que a todos les gustan cosas diferentes) y en el transcurso de la noche, todos picotean de todos los platos.

El cumpleaños: lo peor que te puede pasar es ir a comer y cuando ya te entregaron el pedido, ves una orda de niños entre 5 y 10 años que no paran de correr, tirarse papas y destruir los juguetes que entregan con alguno de los menú. A su vez cada niño está acompañado por su madre. Madre que le dá exactamente lo mismo que su hijo se tire por el tobogán del patio de juegos o que use tu campera para limpiarse los 2kg de condimento que tiene en la boca.

El impaciente: estos tipos son insoportables. Van un domingo a las 13:00hs. Hay mil personas, le toman el pedido y vuelve a los 5 min a ver si ya está. Lo mandan a la mesa. Pasan otros 5 min y vuelve. Al recibir obviamente una respuesta negativa empieza a las puteadas, a tratar que otros se le sumen, a tirar comentarios indirectos al aire. Él pretendo que el pulpo Manotas esté en la cocina armando 15 pedidos a la vez.

El equipo de fútbol: los muchachos están jugando un torneo de fútbol amateur que es lo más profesional que les puede llegar a pasar en toda su vida. Salen a las 12:30hs y que mejor que pasar por Mr. Dog a comer. Son 22, todos chivados, arman una mesa que compite contra la de un cumpleaños al lado  por ser la más larga. Después de tanto stress físico se piden 34 hamburguesas, 52 panchos, 38 cervezas y 84 gaseosas, 79.000 papas fritas y preguntan que tienen de postre, lo que lleva cerrar el local por falta de materia prima.

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