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Anti-crónica de amor a la mendocina

Dicen que no hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás sucedió. Es chistoso, porque eso lo dice Joaquín Sabina, uno de los tipos con más historias y menos escrúpulos que existe en el planeta (y esperemos que siga así, por las dudas no plantemos árboles para su traje de madera). Pero bueno, si él puede añorar lo que nunca jamás sucedió, pues también puedo hacerlo yo. (Sé lo que estás pensando y tenés razón. Comencé estas crónicas prometiendo hablar del micropene, pero tendrás que esperar… porque lamentablemente, esa sí pasó).

Hay historias que no suceden y con los años agradecemos que no hayan pasado, como el hermano mayor de la compañera de curso, el profesor sexy del secundario, o incluso el mejor amigo de algún novio (sobretodo cuando años después muy convenientemente llega para tentarte en tu despedida de soltera). Por otro lado, hay muchas que suceden y añoramos que no hubieran pasado (ante necesidad de aclaración, remitirse al párrafo inmediato anterior). Hay otras que no sucedieron, y de vez en cuando, nos imaginamos qué hubiera pasado de haber elegido al chico bueno. En mi caso, sin lugar a dudas estaría casada y con cuatro o cinco hijos… y definitivamente no estaría escribiendo esto ni hubiera tenido nunca un oso espeluznante en mi cama. Pero las peores… son las que no sucedieron, pero podrían suceder. Tal vez. Aunque probablemente no. Esa duda alimenta la nostalgia. Y la hace imbatible ante cualquier mortal imperfecto que quiera disputarle el espacio del fondo de nuestro corazón, aunque no lo admitamos en voz alta.

Ese es el temido, pantanoso e inestable territorio de la friendzone. Suele asociarse el término con la conducta de histeriqueo de algunas mujeres que disfrutan de las atenciones evidentemente segundaintencionadas de los caballeros, pero no consideran que el tipo en cuestión sea suficiente. Eso es una caricatura. Porque los varones hacen lo mismo. Y aunque las chicas juramos que somos más vivas, en realidad yo creo que casi todas hemos estado alguna vez enganchadas con algún amigo que no nos dio bola. El compañero de secundaria que en todos los 15 intentaba darte un beso y luego el lunes no se daba por enterado de nada, porque “no quería estar de novio”. Claro, eso funcionaba hasta que aparecía con alguna afortunada, y te dabas cuenta de que el tema no era su inmadurez, sino que vos no le gustabas tanto. O el compañero de inglés, por el que te conectabas a messenger en el cybercafé todos los martes y jueves a las 5 de la tarde y nunca se enteró (ponele).También aquellos que nos inspiraron a jugar al fútbol, a bailar hip hop, hacernos de river, usar cinturones con tachas o incluso a intentar parecernos a Hermione Granger.

En todo caso, el tema de la friendzone tiene tres posibles resultados:

A- Te das cuenta de que nunca te va a dar bola y te cansás y dejás de tener contacto.

B- Te da bola, y eventualmente te das cuenta de que no era para tanto y dejás de tener contacto.

O C. Asumís con resignación la situación y seguís siendo su mejor amiga para toda la vida (ehm… sí, esta teóricamente también es una opción).

Pero también puede pasar que tu amigo, con el que compartiste departamento mientras estudiabas en la universidad, con el que chateás hace años casi todas las semanas para quejarte de tus amores fallidos, y te recomienda series o libros que te rompen la cabeza, el que te acompañaba a comer tacos o a correr bajo la lluvia cuando estabas de intercambio, el que te decía que eras “Penny” y vos te hacías la ofendida (porque siempre te esforzaste por demostrar que aunque rubia, nunca tonta) pero en el fondo te encantaba porque significaba que de alguna manera te tenía ganas. Bueno ese amigo, desaparezca de un día para otro. Literal. Desaparezca sin ninguna explicación.

Y la cosa se complica si el tipo en cuestión es de Chihuahua, uno de los estados de México con mayor tasa de asesinatos vinculados al narcotráfico. Y te empieza a dar miedo en serio cuando ni siquiera responde el correo electrónico (que habían acordado tener por si fallaba el whatsap y el Facebook). Y te das cuenta de que en verdad ya no tienen amigos en común a quien preguntarle por él, y tampoco hay noticias en google.

Toda tinderista experimentada sabe que la gente desaparece tan fácil como aparece.  Esa es justamente la gracia de nuestra modernidad líquida. Te pueden bloquear tanto de la aplicación como de cualquier tipo de chat. Como en Black Mirror. Porque no respondiste el saludo de inicio al mirar la foto (y preguntarte en qué estabas pensando cuando se te ocurrió deslizar hacia la derecha), o cuando te invitó a salir tres veces y siempre le diste vueltas porque tenías otros compromisos oficiales o ni tanto, ocuando vuelven con la ex. (Otra vez tenés razón, nosotras también desaparecemos si no pinta, sin dar explicaciones, generalmente cuando los sujetos no tan sutiles quieren ir a los bifes sin ningún tipo de galanteo previo, o cuando aparece otro sujeto con el que queremos ir a los bifes sin ningún tipo de galanteo previo). Pero eso lo hacemos y lo esperamos en Tinder. O con salientes ocasionales. O con parejas formales que nos aburren.

Pero los amigos no se hacen eso. Al menos no los amigos que son nuestro backup por si estamos los dos solteros a los 29 (ehm…, sí, no es buena idea hacer ese pacto). No es que me preocupe estar soltera a los 29, es que en el fondo esperaba que los dos estuviéramos solteros a los 29.  Esto se está pareciendo demasiado a un cliché de comedia romántica de los 90s. Pero esa es la razón por la cual los clichés se vuelven clichés… pasan mucho en la vida real (Bueno, bandas sonoras pegadizas como “I´llsay a little pray foryouuu” también puede que tengan algo que ver).

Entonces, como una prefiere pensar que efectivamente le pasó algo al susodicho, porque en el fondo preferimos que le haya pasado algo malo a él, en vez de asumir que no somos suficientemente valoradas para seguir siendo parte de su vida, (que simplemente no nos quiere) y unase empieza a maquinar. Que fueron los narcos. Y empezás a buscar noticias escabrosas, pero nada. Que le dio un bajón emocional y se ha retirado un poco del mundo, pero ya va a responder. Nada. Que tal vez se hizo daño… o tal vez se lo comió un león, (otra vez, gracias Hollywood). Pero los mensajes de Whatsaple llegan. El teléfono funciona (seguro que no lo tiene él, capaz lo tiene la policía… o los secuestradores)

Hasta que un día, entrás a tu cuenta olvidada de Twitter… y ves que está hablando de fútbol. Y te das cuenta de que está bien.Y se te rompe el corazón, pero entendés que es momento de mirar para adelante. Y te sentás a escribir una anti-crónica de amor a la mendocina.

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