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Carta a la mujer que me cagó parte de mi vida

Nuestra relación comenzó en el año 93, cuando mi viejo te trajo de su oficina a mi casa para que me acompañes en mis siestas de aburrimiento. Tenía solo diez años, es lógico que te mirara con cara extraña, para mi eras algo nuevo, sobre todo porque mis relaciones se basaban en juntadas con compañeros y amigos del barrio… varones. Vos no estabas en mi lista.

Aún así desde ese día que nos presentaron supe que entre nosotros iba a pasar algo más que una relación de amistad. Algo en mí comenzaba a germinar, fue una sensación extraña, eso debía ser estar enamorado por primera vez, era como cuando esperaba a Papa Noel, o como cuando me prometían llevarme al Gran Rex a ver una peli. Entonces me enamoré perdidamente de vos.

En poco tiempo aprendí a jugar con vos, hacíamos mil cosas juntos. Tu nombre yanky me causaba simpatía y admiración, eras mi Ventana al futuro, pero tu apellido numérico era de lo más encantador…

Pensaba todo el día en esa hora bendita en la que mi mamá nos dejaba vernos. En la escuela pensaba en vos, en fútbol, en el club, en todos lados. Hasta te soñaba, con tus colores, tus silencios, tus cuelgues y tu complejidad.

Recuerdo nuestras primeras experiencias, amábamos los números, así que íbamos los DOS buceando en un mar blanco y negro de anécdotas alfanuméricas. Recorríamos recónditos lugares, a los que nombrábamos como A, B y C (¡como olvidar el C!), pero siempre terminaba a tu lado. Mil relojes no marcaban las horas como vos. Hacíamos de todo, jugábamos al Prince Of Persia y dibujábamos en Paintbrush. Fuimos creciendo juntos y probando cosas nuevas. Yo te era fiel a rabiar, no solamente por convicción, sino porque no tenía otra alternativa que estar con vos.

Los años pasaron yo me hice grande y vos te pusiste más linda que la mierda. Hasta te modificaste el nombre. Eras una mina de mundo, recuerdo ver tus fotos impresionantes, de lugares exóticos, esas que tenías guardadas. Con mucha nostalgia me acuerdo de “ese botoncito” que me enseñaste a tocarte, donde ambos experimentábamos un placer sensual extremo, ese fue el Inicio de algo mágico. Te pusiste elemental, básica y extremadamente atractiva. Incluso los niños chicos y los viejos querían estar con vos. Le gustabas a todos. Eras mía, pero codiciada por todos, única y altiva.

Desde ahí seguimos creciendo «juntos a la par». Te fuiste poniendo cada vez más linda, pero más exigente y demandante. Ya no se si estabas tan enamorada de ese niñito regordete y de lentes que supe ser. Pasé por casi toda tu metamorfosis física, y viví todos tus cambios, en el 2000 me volviste a sorprender, luego me enseñaste nuevas eXPeriencias, en el 2006 te operaste la Vista y comenzaste a lucir mejor. También estuve en tu séptimo y octavo cambio. Era como que cada vez que me empezabas a desencantar, hacías algo que te transformaba en una mina única e interesante. En el medio de nuestra relación, Internet se hizo elemental para la vida de cualquier ser humano. Entonces se abrió un abanico de relaciones, redes sociales, chats, etc. Vos te pusiste exquisita, yo me puse hábil.

Pero estos párrafos son solo un recuerdo de lo lindo que vivimos… porque hay más cosas de las que tenemos que charlar. Llevamos 21 años juntos, de un romance en el que siempre he salido perdiendo…

Si querida, si. Por tu culpa he tenido que hacer muchas cosas malas, incluso de esas que tanto te quejas. Por no entregarme lo que nuestra relación demandaba es que me obligaste a convertirme en un pirata empedernido, buceando en la ilegalidad marital para satisfacer mis necesidades personales. Siempre buscaste formas para descubrir mis infidelidades, pero sinceramente me costaba demasiado tenerte satisfecha, sinceramente nunca quise cagarte, pero no me dabas más opciones. Últimamente te habías puesto insoportable, pero por más que intentabas revisarme cuanto elemento archivado en bolsillos y carpetas tenía, con ansias de descubrir algo, siempre logré disuadirte, convencerte, usarte un poquito más, pero fuiste vos la culpable, solo vos.

Y mientras más conservadora y asexuada te ponías, más minas libertinas, relajadas y gauchitas que vos aparecían. Los vivos siempre supieron que habían mejores mujeres que vos, y se fueron al toque, pero yo siempre te hice el aguante, por que soy un pelotudo conservador y porque 21 años es un montón.

¿Sabes cuantos virus contraje por tu culpa? Me enfermé mil veces y jamás fuiste culo de sanarme sin pedir guita. Tu obra social era carísima y siempre tuve que acudir a otras mucho más berretas, atendidas por gallegas pelotudas que nada tenían que ver conmigo y mi mendocinidad.

Cada carta que te quise escribir o cuando me pedías que te mandara los resúmenes de los gastos juntos tenía insoportables trabas. Y como estabas con todos, todos querían saber de vos. Por eso te espiaban, te trataban de cagar a vos, repercutiendo directamente en mí. Eras la putita del barrio y yo el cornudo gil, y me harté de esto. El tiempo pasó, no fui yo el que cambió, sino vos.

La gota que colmó el vaso fue cuando nos fuimos a vivir juntos. Me compré mi última notebook y te llevaba a todos lados conmigo. Al principio veníamos joya, pasamos un año fenomenal, realmente te habías puesto las pilas, pero cuando decidí ordenar, limpiar la porquería y tirar la basura acumulada, todo estalló por las nubes. Ahí se cayo tu careta y me di cuenta de que tipo de mina eras. Te pusiste como loca cuando empecé a limpiar e impediste que tire toda la mugre, aún sabiendo que era imposible seguir en esa casa así como estaba. Amenazaste con abandonarme y hasta te pusiste un precio para que pueda estar junto a vos… así que me llenaste los huevos.

Te puse de patitas en la calle y tiré por tu Ventana toda la mierda acumulada en ese trucho año de convivencia. Ahí saltaron tus amantes, tus espías, toda tu basura, tus maleficios y tus infecciones, puta reventada.

Y decidí avanzar con esa mina que tanto odias, que tantos celos le tenes, que tanto miedo le tenes. Sinceramente es más fea que vos, tiene algunos enrosques más complejos, pero para un tipo con mi experiencia, con mis años, con todo lo que se de minas, muy pronto la voy a poder manejar. Ella es libre, esta sana, no exige guita, me cuida de los virus, me acelera la vida, nadie la espía, mucha gente le ayuda, es dinámica, práctica, anda al palo junto a mí y no me corta ningún proyecto ni idea.

Así que Windows, te podes ir bien a la concha de tu madre que con Ubuntu nos llevamos de maravilla.

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