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Carta a una persona que ya no está

Hoy regreso en el tiempo atreves de mis recuerdos.

Unas gotas saladas caen en mi mejilla como la lluvia al mar.

Aún hoy después del tiempo me cuesta creer que ya no estas…

Solo esperó tu regreso, tus mensajes y que despiertes del sueño eterno…

Pero eso no pasara. Sólo vives en mis pensamientos. Como olvidar esa sonrisa, esa forma tan singular de ser. Vivimos tantos momentos, tristes y felices.

Tenias esa forma especial de levantarle el ánimo a la gente con solo dos palabras. Les hacías entender como eran las cosas y que la vida golpeaba fuerte y que seguiría golpeando. Que solo había que ser fuerte y levantarse las mil veces que caigamos.

Tus consejos y sabiduría eran tales que parecías haber vivido 100 años. Tu alegría ocultaba muchas cosas, porque también sufrías. Sufrías a escondidas.

Gracias a ti entendí que no todas las personas éramos iguales. Que cada uno tenia una espina diferente. Que no había que juzgar a los demás, porque no sabemos lo que viven. Así como los demás no saben lo vivimos. Que todos a veces necesitan un oído, un concejo, un abrazo. Que en el mundo no era todo color de rosa, pero tampoco la oscuridad eterna. Así como tu sabiduría de 100 años tenias el espíritu de un niño de 5. Se podía jugar, pavear, hablar pelotudeces, reír a carcajadas. Que las opiniones de los demás no debían importarme y debía ser quien yo era. Que en mundo ya habían muchos caretas. Que con nuestra propia energía el mundo se movía. Que gran persona que fuiste, con tus errores y equivocaciones. Como lo tenemos todos. Pero supiste dejar tu huella en el mundo.

Quisiera que sepas cuanta falta me haces y lo mucho que te quise. No te lo dije tantas veces pero lo sentía. Esos sentimientos que la gente erróneamente oculta. En mis sueños aun continúan nuestras charlas, nuestros mutuos consejos. Esos que nunca tomamos propios.

Gracias por mostrarme mi propio espejo. Mostrarme quien yo soy. Y sacar a flote mi valor.

Me duele saber que te fuiste. No esperaba tu pronta partida. Pero hoy aprendí que la vida es así. Y que hay que seguir disfrutándola, seguir viviendo.

Con lágrimas y recuerdos pero con alegría…

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