/Cheto se toma el 900 y se despierta en Las Heras

Cheto se toma el 900 y se despierta en Las Heras

Todo paso el día viernes pasado el mediodía cuando Martin Nicolás Pérez Gil se tomó el 900 en la Adolfo Calle y Azcuénaga del barrio Unimev. Decidimos reunirnos con él para que nos relatara los hechos, a pedido suyo nos reunimos en el Starbucks del centro.

—Fue horrible man, el jueves salí con los chicos del club y picando en un semáforo se me fundió el Bora, mi papa me quería matar —nos comenta indignado Martin mientras comenzaba a sorber su late de extraña procedencia. Nos extrañó que al pedir un cortado con medialunas nos miraron con cara extraña, pero ese es otro tema.

Según comenta Martin su padre, muy enojado, envió el auto al taller y le dijo “ahora rebúscatela con el orto para ir a la facultad, pendejo de mierda”. Martin tuvo que recurrir al Mendotran, sistema de transporte que traumaría por siempre la vida de “Tinchito”, como le dijo su madre cuando atendió el teléfono en plena entrevista.

— Bueno yo me metí en google maps y me dijo que para llegar a la Universidad de Congreso  tenía que tomarme un tal 900, jamás en mi vida me había tomado el Mendotran y la verdad me daba paja ir a cursar comercio internacional en bondi, muy grasa —nos comentaba con gestos de evidente desagrado. — Pero mi viejo no contento con sacarme el auto me gritó que fuera a cursar o me dejaba de pagar la cuota, man me amenazó con cortarme la tarjeta, osea como iba a invitar a Pili a hacer un tour de compras por Santiago, que horror —dijo mientras escribía en Twitter.

Hicimos una pausa para que le sacara fotos a todo lo que estebábamos comiendo y las subiera a su Instagram.

— Bueno, después de las amenazas salí de mi casa y me tome el micro ¡Un horror! Iban todos amuchados y la gente parece que no tiene conceptos de higiene, me senté en un asiento antes de que lo ocupara una señora grande ¡Que viaje parada ahora que luchan por la igualdad de género! Yo viajo sentado y cómodo— Esta última afirmación generó cierto desagrado, quise tirarle su café raro por la cabeza, pero bueno, que se le va a hacer. — La cosa es que la gira del otro día me había dejado destruido, entonces acomode la campera y me quede dormido.

Pedimos a los lectores que tengan prudencia, lo que van a leer a continuación está cargado de emociones fuertes.

— Me desperté cuando el chofer freno el micro y me pidió que bajara, pensé que era muy amable al despertarme en la universidad, pero cuando baje me di cuenta que no estaba en el centro— nos relata con cara de terror. —Estaba en un lugar raro y sombrío, en la esquina habían unos chicos sentados tomando vino en cartón sin remera, era como una película de Freddy Krueger en la vida real, una pesadilla— decía Martin con los ojos inyectados en lágrimas.

—Me miraban como si estuviera pasando un Mercedes por la calle, obviamente me querían robar todo, tenía miedo de que me pegaran un puntazo en las costillas. Los chicos ya habían estado en esos lugares cuando iban a comprar, pero yo jamás había estado en esos lugares— En esta parte del relato nos detuvimos unos minutos y llamamos a sus amigos, para que nos dijeran a donde conseguían de la buena, asuntos personales.

—Me daba pánico caminar, iba por el medio de la calle cuando se me acercó uno a pedirme algo, me dio tanto miedo que aceleré el paso, no sé qué es un «sigasho», así que por las dudas me apuré— explicó mientras le decíamos que le estaba pidiendo un cigarrillo — bueno man, por las dudas yo seguí caminado, que iba a saber que me estaban pidiendo puchos— me tapaba la boca para no llorar de la risa.

— Me acerque a preguntarle a una señora donde me tenía que tomar el Mendotran para salir de ese lugar horrible, se enojó cuando le dije que era horrible y me dijo «nada de horrible, este lugar es Las Heras y está lleno de buena gente», «con razón» dije yo, «Las Heras está lleno de negros”—  entendimos que se había condenado solo. — Salió entonces uno de los monos que estaban tomando tetra a gritarme «¿Qué onda con Las Heras guacho?», entonces la señora dijo «no agites que la cosa no es con vos gato». Saltó entonces otra señora de atrás a gritar «¿Qué te pasa con mi hijo zorruda?» y de enfrente otra gritó «no te hagas la vaga que yo te vi con el verdulero». Se amó una batalla campal, parecía una película de las que pasan por cinecanal— relataba Tincho con terror, por momentos parecía que exageraba las cosas.

—De pronto comencé a correr a toda prisa y tipo que de las casas salían bandidos y piratas, me tiraban con hondas y con revólveres, las señoras se reían maquiavélicas, sin dudas capitaneaban cocinas de merca — comentaba Martín aterrado — todo se tornó una escena salvaje, donde yo era la presa y todos esas personas mis cazadores. Escuchaba tiros de fondo, la sirena de la policía como las pelis de New York que veo en Netflix, ¡tremendo man!

Nosotros lo escuchábamos atentos, como si relatara una escena de acción. — De pronto aparecieron unos monos así re grosos de Huracán Las Heras y me empezaron también a corretear, mi gritaban cosas y me tiraban piedras, ¡Un horror! — decía casi entre lágrimas. — Entonces vi un micro, lo paré y me fui, me había alejado de ese lugar, parecía Mordor man, llegue al centro y me tome un UBER a mi casa— terminaba de relatar.

Salimos de Starbucks, nos despedimos de Tincho y con mi compañero decidimos ir la zona que nos había descripto el muchacho. Al llegar nos encontramos a los pibes de la esquina que había detallado el cheto. Nos arrimamos, le preguntamos si habían visto algo extraño los últimos días y que había sucedido. Nos invitaron a tomar vino y nos relataron entre risas que había sucedido.

Según nos contaron Martin se bajó del colectivo y empezó a mirar todo con terror, uno de ellos le pidió un cigarro y le dijo que se sentara a tomar vino. Él se espantó y cuando salieron las vecinas a ver qué pasaba salió corriendo atrás del próximo 900 que pasó. Eso fue todo…

Nos quedamos tomando tetra hasta las 6 de la mañana escuchando cumbia y cagándonos de risa.

Martin inicio un reclamo ante el Secretario de Trasporte, Mema, ya que su papá es amigo del él. Según alega “Tinchito” un micro no puede unir el Unimev con Las Heras. Ampliaremos.

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