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Cómo probé mi primer choripán

Corría un día martes, yo viajaba rumbo a Mendoza desde Reñaca, sin señal alguna, en un ambiente que parecía una suerte de The Walking Dead, con gente peleándose por nafta y comida. Conclusión, me tuve que volver por San Juan, y si, llegué viva.

Cuando arribo a la provincia de la muerte, me entra un mensaje de uno de los personajes de El Mendolotudo, el gran Gurkha, proponiéndome algo muy interesante:

– Hola bombón, rica de la vida, mi musa inspiradora, el viernes hay juntada del Mendo, ¿Venís?

Mi cara de emoción fue tal que me olvidé que estaba en Saint John y le contesté automáticamente que sí.

Llegué a Mendoza y contaba los días y las horas para ir a ese lugar lleno de gente interesante, con ideales y humor, rogaba que llegara el viernes, y en esa espera recibo otro mensaje del Gurkha…

– Hola diosa del Olimpo, el viernes comemos choripanes y tomamos algo – me escribió.

– ¿QUÉ? ¿CHORIPÁN? ¿Y ESO? Ay, no sé Gurkha – le dije con miedo… lógicamente he comido chorizo por un lado y pan por el otro… pero todo junto… ¡jamás!

– Cierto que vos sos mansa princesa, bueno, con los del Mendo vas a probar el choripán amea – me dijo el Gurkha con risas.

Vale aclarar que con “Choripán” hacemos referencia al embutido proveniente del porcino que se envuelve en un pan (Francés, mignon o flautita) y que se consume usualmente bajo un puente, una cancha, o un acto peronista. Así que no sean mal pensados.

El viernes llegó… Yo estaba ansiosa, no sabía que ponerme y como iba a reaccionar la gente al verme. La juntada fue en el Challao y el Gurkha, como buen caballero, me esperó en la puerta y me escoltó hasta donde estaba el resto, me presenté y cuando vi todas esas caras pensé en la cantidad de gente que hubiese querido estar en mi lugar. Me brillaron los ojos.

Llegó Bomur y me mostró a su pequeña hija ya su simpática esposa, conocí al staff con sus respectivas parejas, los cuales tenían una onda increíble con un gran sentido del humor.

En una noche quería saber todo, así que hablé con la Sra. Bomur, Lorelai, Curlee, Pelee, Arruabarrena, Diem Carpé, Dionisio, Conep y muchos más… Hasta que llegó el momento. Ese momento tan temido por mí, donde no sabía dónde meterme, el momento del CHORIPÁN. En ese instante debía mostrar que no era una princesa, que las vacaciones en Reñaca no existieron y que mi esencia femenina de zapatos altos y bronceado en conjunto con mi voto a Mauricio Macri estaban en juego.

En mi mente pensaba que Bomur quería volverme peronista y verme en Plaza de Mayo tocando un bombo gritando, y cuando lo agarré con miedo, se escuchaban voces que decían: “Esto no es juntada del PRO, no hay sushi”.

Entonces lo miré… entre dos panes, con tomate, lechuga y mayonesa… y es ahí cuando di el primer bocado a lo que sería la puerta al manjar argento más codiciado por un peronista y futbolero. El crunch del pan fresco en combinación con ese embutido jugoso fue lo que determinó mi salida momentánea del mundo femenino para convertirme en un animal hambriento con un fernet en la mano. Me sentía feliz. Una explosión de sabores nac&pop estallaron en mi boca.

Cuando finalizó la cena, seguí conversando y riéndome hasta el final de la velada, una velada inigualable con los mejores choripanes del mundo.

Al irme, me puse mi remera del Mendo, la porté (Y la sigo portando) orgullosa, saludé y agradecí por todo a todos, y desde ese día tengo la sonrisa más grande del mundo, y esa noche entendí por qué la gente ama el choripán.

Esta nota va dedicada a Rata, Mía, Betty, Marilyn (que fue pero no la alcancé a ver), Pol Vora y Curty… se extrañaron.

Escrito por Audrey Lotuda para la sección:

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