Es recurrente escuchar que el arte en Mendoza es malo y que los artistas son pajeros y mediocres. La parte que dicta que el “arte en Mendoza es malo” es una falacia absoluta, transmitida por una persona que simplemente desconoce las maravillas artísticas que nuestra provincia emite. Donde sí hay algo se cierto, es en la sección que alude al onanismo y la mediocridad. Y la mediocridad a la que se refiere no es artística, sino técnica, es la que lleva a hacer las cosas “a medias tintas”. Es por ello que, como proyecto de artista mendocino, es que les dejo una serie de consejos a mis colegas de todos los rubros.
Dejar la bohemia en el proceso creativo
Considero a la bohemia como una onda, un estado relajado, una forma de manejarse desestructurada, sin límites trazados ni marcos establecidos. Este estado es ideal para el proceso creativo de toda obra, pero no quiere decir que debemos extrapolarlo a todas las cuestiones de nuestra vida. Recomiendo usar y abusar de esta manera de percibir el mundo pura y exclusivamente en el proceso de creación del arte, logrado el mismo, dejar la bohemia de lado y manejarse de manera profesional y pensada.
Invertir en perfeccionamiento
Hay que estudiar, nos guste o no. Hay que cursar carreras, hacer cursos, ir a charlas, consumir el arte de nuestros colegas, conocer lo que más se pueda, leer, mirar, escuchar, visitar, practicar. Ya sea de manera autodidacta o mediante lecciones impartidas por terceros, pero pocos tienen un “don” de nacimiento y muchos tienen que pulir su práctica para lograr los mejores resultados. Hay que invertir dinero y/u “horas culo” en tomar clases y educarnos en lo que nos compete.
Amigarse con la tecnología
No está bueno enemistarnos con la tecnología como una especie de máxima anti sistema del artista de turno. Hoy por hoy lo que no está en Internet no existe, por ende mientras más cercanos estemos a las plataformas virtuales (redes, blogs, foros, webs), a más público vamos a poder llegar. Basta de la mentira pajera esa de que “no me importa si me leen, no me importa si me escuchan”, ¡mentira! El artista tiene que tener una cuota de ego alta, la cuál es satisfecha por el consumo de lo que tiene para mostrar. Sino presentante como administrativo en alguna empresa y hace la tuya. Así que tenemos que tener canales virtuales activos donde compartamos lo que hacemos de manera constante.
Contratar a otros artistas / profesionales
Un disco no es solo música, sino que también incluye fotografía, diseño de tapa, técnicos en sonido, etc. Un libro no es solo letras, sino que incluye edición, diseño de tapa y calidad de impresión. “Zapatero a su zapato” dice el dicho, así que hay que pagar (con dinero, trabajo o reconocimiento), para que otras personas hagan lo suyo sobre nuestra obra y esto le de el esplendor que precisa. No es lo mismo pagarle a un diseñador gráfico o artista que se encargue de la tapa de mi libro a ponerme yo con el Paint a retocar una foto pedorra. ¡No sean tan grasas!
Salir de la nube de pedos
El artista mendocino es exactamente igual al más recalcitrante careta de turno. Se cree que pertenece a una condición especial, a un círculo íntimo, a una elite de distinguidos personajes heterogéneos, que no se pueden mezclar con el resto de los mortales. Si quieren trascender tienen que salir de esa bochornosa nube de pedos, donde se hacen la paja entre ustedes y no se nutren de ninguna crítica concreta, tienen que abrirse al público en general. Que todos lean, que todos escuchen, que todos miren. No está mal “volverse comercial”, no está mal “estar en todos lados”, no está mal “ser populares”. La exclusividad será el resultado del nivel de lo que hagamos, pero tiene que estar disponible para todo público.
Planificar cada etapa, controlar el desarrollo y evaluar resultados
Planificar, organizar, dirigir y controlar. Esos cuatro puntos fundamentales para que cualquier empresa pueda funcionar y se logre medir los resultados, son aplicables también al arte sin lugar a dudas. Primero debemos pensar en lo que queremos hacer, dónde queremos llegar, a qué público, qué queremos ganar, dónde queremos terminar. Luego debemos organizar cómo haremos posible aquello que pensamos, qué partes intervienen, qué datos necesito, qué recursos, etc. Planificado y organizado debemos poner en marcha el proyecto y dirigirlo, que cada cuestión salga en el tiempo pensado. Finalmente tenemos que medir los resultados obtenidos con lo esperado, para ver si todo lo que hicimos sirvió o entender dónde estuvo el error. Esto es aplicable a cualquier show, presentación, comunicación, muestra, edición, etc.
Ser autocríticos
Ver y rever nuestra obra cada un tiempo e ir marcando las fallas, las falencias, los puntos flacos. Cuando vamos madurando una obra editada caemos en la cuenta de los cientos de defectos que ella puede tener (o no) y esto tiene que servirnos para mejorar el siguiente trabajo. Podemos pedir opinión técnica de terceros, pedir críticas reales, constructivas o destructivas, indagar entre el público consumidor y nunca dejar de pensar que se podría haber hecho mejor.
Fomentar la coopetencia (viene de cooperar, no de competir)
Tenemos un vicio estúpido de pretender competir con nuestros colegas. Siempre queremos ser mejores, ganarles, vender más, tener más popularidad, y más allá de que la competencia es relativamente sana, la envidia y los celos en los artistas mendocinos son una absoluta muestra de inmadurez mental. Es el público el que fomenta la enemistad, sin lugar a dudas, pero el artista debe trascender a esa ordinariez y entender que hay que coopetir antes que competir. Tenemos que cooperar entre nosotros, fomentar el consumo de lo nuestro, acompañar a los colegas y vitorear si alguien hace algo mejor que nosotros, porque eso nos sirve a todos. Al público que consume cada vez mejores productos y al artista que se motiva para mejorar al tiempo que se siente acompañado por los colegas.
Ponerle huevo a la difusión de tu obra
Nuestra obra puede ser excelente, magnánima, brillante, pero si no le ponemos huevo en su difusión, estando en el culo del mundo, al otro extremo de la capital, nadie nos va a venir a buscar. Tenemos que dedicarle horas a la difusión, hacer presentaciones, pedir entrevistas en radios, tele, diarios, portales de contenido. Tenemos que visitar colegios, universidades, institutos, espacios públicos. Hay que participar de muestras, presentaciones, shows. Tenemos que estar en toda movida que respecte a nuestra rama artística. Hay que proponer movidas, invitar al público, generar espacios de consumo, debate, charla y creación. Todo esto es tiempo, mucho, huevo y horas.
Hacer valer tu trabajo
Si has cumplido con todos los pasos anteriores, estas satisfecho con tu obra, la crítica es buena, tus colegas te acompañan, estás dentro de los referentes de tu estilo y has logrado los resultados planificados, ¡entonces créetela un poco! No regales tu obra, no te menosprecies, no te tientes con falsos profetas, no bastardees tu arte, no te vendas al establishment, no hagas gratis algo que hará ganar a otros. Hay etapas en que no hay que esperar que tu arte genere demasiado, pero cuando le has puesto pasión, tiempo y dinero, logrando un buen producto, es cuando no se regala más a nadie. El que lo quiere, que pague lo que vale.
Yo les aseguro, queridos colegas, que si una obra es buena, aplicando estos puntos podemos hacerla excelente y sin dudas obtener mucho más de lo esperado por ella.