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Cortito y al pie: el gordo

Entre muchas de las páginas que pululan por Facebook, encontré una con la que me sentí completamente identificada. En ella describen las características de los foodlovers, o por llamarlo de la manera más corriente, de los gordos queridos, especie dentro de la cual me incluyo. Pero ojo, que usted también puede contarse dentro de este grupo, aún cuando no posea la característica física obvia de la colectividad. Porque ser gordo es una cuestión de actitud. Les dejo mis humildes aportes respecto a las cualidades que distinguen a un verdadero gordo del grueso de la humanidad.

– El gordo se sabe de memoria el número de teléfono del delivery de helados, pero el de su mamá no.

– Es propio de los rollizos no saber qué contestar cuando le preguntan si prefiere comida dulce o salada. Porque medita que inmediatamente después de lastrarse la de un tipo, querrá atorarse con la otra, como para recuperar el equilibrio.

– Es propio de obesos de corazón sudar frío y desesperarse cuando los hijos de puta de los amigos/as en el restaurante empiezan a debatir acerca del menú y la cantidad de porciones, temiendo que quieran “compartir” la comida. Porque uno es gordo, pero aunque sea demasiado evidente no va a quedar como desubicado no prendiéndose en la compartida. O si decide declararse rebelde y lastrarse una pizza él sólo, lo hace después de una lucha ética interna de la concha de la lora.

– El gordo comparte frases pelotudas como “Este verano se usa panza” o similares, que sabe que son una completa mentira, pero por lo menos sirve para advertir que este verano (como todos los anteriores) cae con un criadero de celulitis y el culo hecho un flan casero.

– El grandote para los costados ya está pensando que se va a lastrar en las Fiestas de Fin de año, porque si bien quiere lechón, una parrilladita tampoco vendría mal, obvio que con empanadas y una buena ensalada rusa que se parta la tierra.

-El Gordo es Sommelier de mayonesas y considera una ofensa a la moral caer con una que no se Natura o Mayoliva. También sufre por la Hellmann´s que no es la misma desde que no salió más el frasco de vidrio.

-El dilema moral del gordo es tener que decidirse acerca de si quiere el flan con dulce de leche o con crema, entonces opta por la intermedia de pedirlo con los dos.

-El gordo al empezar la dieta, en lo único que piensa es en todo lo que se va a lastrar cuando la termine.

-Cualquier gordo orgulloso de su calidad de tal, tiene entre sus sabores favoritos (si es que no es el Top One) al Dulce de Leche granizado. Si alguien cae con dulce de leche común, lo putea por el desperdicio.

– El gordo lastra chocolates en verano, y no le importa, chupeteando el papel como si le estuviera haciendo sexo oral a Jesica Cirio.

– El lechón navideño orishinal come antes de ir a algún cumpleaños desconocido para no quedarse con hambre. Por las dudas, ya que la expectativa del gordo en los cumpleaños es de atorarse con comida y se angustia si no hay posibilidades de esto.

– El gordo se enoja con su compañero/pareja/amigo cuando en un casamiento rechaza una porción. Le exige que la pida, para después comérsela él.

– El gordo sufre porque sabe que tiene que hacer dieta, pero se le pasa cuando le llega un mensaje con la palabra “asado”  Nunca fue tan feliz en su vida.

Bueno, mis gordines, espero sus aportes a la colectividad, y como dicen por ahí: “No llegamos ni en pedo al verano. Coman tranquilos. Prepárense para el Summer 16´”

 

Dedicado a mi gordo del alma, Richard Bomur, que siga por el camino de su arcoiris

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