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Día de los enamorados: mafia oculta en sentimientos encontrados

Los negocios, a vender. Los novios, a gastar. Las novias, a pedir. Las parejas melosas, a durar. Las parejas en la cuerda floja, a decidir. El gobierno, a congelar los precios. Los medios, a promover la paranoia por San Valentín. Los gordos, a los sindicatos. Los Kirchner, a enriquecerse. Godoy Cruz, a regalar entradas. Las fábricas, a contaminar. Los aludes, a cortar calles y rutas. Lo previsible y embolante de vivir nuevamente un feliz día de los enamorados.

Si señores, una vez más, el regreso más esperado para unos pocos, se hace realidad como cada año desde hace décadas en nuestra provincia.

No hace falta aclarar qué significa el 14 de febrero para cualquier mendocino. Vamos a ver a quienes se gastan medio sueldo comprando cosas efímeras y banales a sus enamoradas/os y a quienes repudian totalmente este hecho. Acá no hay grises, o estás de acuerdo o no.

¿Pero de donde nace tanto repudio y odio frente a un día que en realidad solo trae paz y amor entre los tortolitos? Simple, porque justamente ahí está el negocio. Hace falta que gran cantidad de personas demuestren su fanatismo en contra, para que la otra gran mayoría se exprese a favor.

¿Y quién está detrás de este gran monopolio?

Todo comenzó cuando me llegó un mail amenazándome que deje de discriminar sino me las iba a ver feas. Para calmar un poco mi angustia y nerviosismo decidí salir a caminar un poco. Ese día y en ese momento me crucé con una chica, hermosa, de ojos claros y pelos dorados. No me pasó bola. Así que seguí intentando aclarar mi cabeza y comencé a observar en el microcentro la cantidad de puestitos de flores que hay.

Continué mis pasos y no paraba de toparme con peluches, peluches y más peluches. Esto ya era muy raro. Y realmente me cayó la ficha cuando vi que todo negocio ofrecía chocolates por doquier.

A las claras estaba frente a algo, pero no sabía bien que podía ser. Así que recolecté todas las pruebas y me fui a la redacción para intentar esclarecer un poco el tema.

Las chicas del mendo se alegraron al verme encontrar con un ramo de flores, una caja de bombones y un peluche de rengo Aguilera. Pero se decepcionaron cuando les comenté que eran pruebas para mi investigación.

Después de horas y horas descubrí que todas mis pruebas tenía una extraña marca en su etiqueta: “W.G.”. ¿Qué era esto? ¿Qué significaba? Sabía que estaba muy cerca de algo muy grande.

Luego de un rato de jugar al PES 2013 decidí seguir averiguando. Lo extraño fue que a toda persona que le preguntaba de esto me respondía con evasivas.

– Bomur, ¿qué puede significar “W.G.”?
– Chupame el pito Conep

– Mamá, ¿qué puede significar “W.G.”?
– ¿Por qué no te buscás un trabajo como la gente hijo?

– Mi vida, ¿qué puede significar “W.G.”?
(acá directamente no recibí respuesta, porque sabía que estaba cerca o porque no tenía novia… no lo sé, pero era una señal)

Parecía que estaba estancado, sin poder avanzar, pero a su vez sentía que tenía vía libre y podía avanzar muchísimo. Era todo muy confuso. Necesitaba visitar a mi informante anónimo, así que tomé mi sobretodo, mi sobrero y salí de la oficina inmediatamente para dirigirme a la casa de Rodolfo Giménez en calle Patricias Mendocinas y Colón (al lado del kiosquito).

Al llegar ahí ya me esperaba con un sobre con las últimas facturas por sus servicios que según él “necesitaba cancelar si o si”. Le hice un pagaré y accedió a darme la nueva información.

Según sus datos, debería dirigirme a la antigua fábrica abandonada cerca de la cervecería y meterme por la puertita del costado, bajar las escaleras y descubrir lo que se gestaba dentro tapado por la fachada de una pseudo playa de autos confiscados.

Al llegar a ese lugar todo comenzaba a cerrarme. Primero la puerta del bondi, por lo que no me pude bajar ahí y me pasé una parada. Pero después encontraba pétalos de flores, relleno de peluche y por sobre todo, chocolate, mucho mucho chocolate.

Me inmiscuí por la puerta del costado tal como decía mi informante, bajé unas escaleras y… ¡Dios Santo! ¿Podía ser cierto? ¡Estaba frente a la fábrica de Willy Gonca!

– ¿Qué estás haciendo acá Conep?
– Oh, ¿cómo sabes mi nombre?
– Porque hace años ganaste un boleto dorado para visitar mi fábrica pero no creo que lo recuerdes
– Un momento… algo se me viene a la mente…

Y mientras recordaba, un Umpa Lumpa me dio un golpe en la nuca y terminé inconsciente. Al despertar estaba apoyado en la casucha de turismo de Coquimbito con un cartel que decía “Bailo por dinero”.

Claramente este era un mensaje:  no debía meterme en donde no me corresponde. Y este también era un mensaje:

Conclusión: todos en una mafia. Todo es una gran conspiración. No crean en nada. Desconfíen de todo. Y en mayor medida, en días como esto en donde nos obligan a ser cariñosos a cambio de papel moneda, o sea, un estilo de prostitución oculto.

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