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El bello arte de entregar el orto

Hola muñecas y pajeros lectores del Mendo, hoy les quiero hablar de un tema tan cotidiano y peculiar, como es el sexo anal o por la puerta trasera, para decirlo más fino. Todas recordamos esa primera vez donde accedimos a las súplicas de algún pelotudo, nos pusimos en cuatro y procedieron a ingresar por el agujerito sin fin.

Primero, lo peor que te puede pasar, es hacerlo con algún pajero que jamás lo haya hecho. La emoción que tiene por lo que está a punto de ocurrir, seguramente va a terminar en que te la mande de una, entusiasmado, mientras lo puteás en 28 idiomas.

Segundo, tener la pija grande no es siempre un beneficio en el varón. Imagínense si el pedazote duele por la vía normal, o molesta por decirlo así, calculen lo que va a ser que te mande la anaconda por detrás. Algunas chichis, sin embargo, dicen que si estas muy caliente ni la sentís. Yo por las dudas ni me arriesgo.

 Aún no encuentro ninguna damisela u homosexual manifiesto que me haya dicho que la primera vez no te re contra duele. Le mandes dedo, vaselina, lubricante, lo que sea, nos encontramos con algo intacto que sí o sí debe ser penetrado. Auch.

Pero pensándolo mejor: ¡Qué acto más grande de consideración y afecto, de compañerismo y de gentileza, que es parar la colita para que el caballero la disfrute a pleno! Como es obvio, con el tiempo se acostumbra una y su humanidad a esta práctica sexual tan placentera, pero eso no significa que  la quieran mandar de una, animales.

Sobre gustos no hay nada escrito. Te puede gustar que te hagan la cola o lo podés odiar. Podés acabar si te están penetrando por el totó o hacer mentalmente la lista del súper mientras te están dando. Cada orto femenino es un mundo.

Hay varias maneras de hacer semejante pedido a una bella damisela, traté de escoger las más frecuentes:

1-Pleno acto sexual, y una, en su afán de complacer, le pregunta al macho: Decime que te gustaría o que querés. Esperando ese momento como una fiera agazapada, calculando el instante preciso, detallando inicio de la relación, número de polvos echados, determinando la prontitud del pedido o no y la posible reacción de ella, te contestan con un casi inaudible: “La cola”. Dos respuestas posibles. Si sos transeúnte habitual de los caminos de tierra, ahí nomás te prendés en el pedido y todos contentos. Si no, generalmente contestas con un: “Noooo, me va a doler, no todavía no”. La respuesta a esto último sería algo así como: Dale, si te lo hago despacito,  si no te va a doler,  cuando quieras parar yo paro, no te voy a lastimar, la puntita nada más (cruel e infame mentira), etc. Se ocasiona un tira y afloje hasta que ella accede a que le mande la punta y despacito (inocente palomita) o ella se enoja, ante lo cual el retrocede, y vuelve a esperar el instante perfecto para avanzar, lo cual generalmente hace de la manera que detallo a continuación.

2-Pleno acto sexual, dándose desaforadamente y él la posiciona en cuatro. Nada raro, ¿No? El asunto sigue por el mismo conducto pero en distinta posición. O eso cree ella. Ajá. Parece que perdió el GPS o haciéndose el boludo, como choco que tiró la olla, se va por el agujero equivocado. “No, por ahí no, más abajo”,  le dice la ilusa. Al ver que la intentona se le cae como calzón de trola, recurre nuevamente a lo descripto en la última parte del primer ejemplo.

Es todo un tema este, una se lo imagina como una de las escenas hot de Betty Boop, y la realidad es que es un concierto de: Daleee, más suave, nooo sacala, ay me duele, pará, despacito bruto,pero si todavía ni entró, etc, etc, etc.

Como todo arte, se domina con la práctica, por eso comiencen a practicar cuál es la forma que mejor les resulta.  Quién dice que esta noche puede ser esa en la que finalmente seas vos, bombona, la que le diga a él: Mi amor, ¿Me haces la cola?

 

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