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El curioso caso de la Galería Tonsa

Cada vez que pienso en la Galería Tonsa me invade una nostalgia con poco sentido. De chico veo a «la Tonsa» como es ahora, un antro de personajes mediocres y tapaderas ridículas. Jamás viví el apogeo de este lugar, sino que desde que tengo uso de razón veo la decadencia de un lugar que podría haber sido una joya mendocina y hoy es una semerenda cagada.

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Me enternece cuando mi viejo me cuenta que ahí la invitaba a mi mamá a tomar cafecitos, que ahí le compró los primeros zapatos de cuero. Me cuenta que ahí se compró su primer traje y que disfrutó de hermosas películas en el cine. También escucho cuando me habla con una risa triste en su cara de las escalera mecánicas que tenía, toda una revolución para la época y de los increíbles murales, hoy declarados como Patrimonio Cultural por el Concejo Deliberante de Capital (por fin!).

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Se me hace un nudo en la garganta cuando mi abuelo me cuenta que se empilchaba con mi abuela para ir el sábado por la noche «a dar una güeltita» por el centro, con la excusa de meterse a la Tonsa y disfrutar de los pasillos, la fuente, los hermosos locales, sus tres pisos, sus ventanales y la salida a las tres calles, toda una infraestructura de avanzada.

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Ahora nos preguntamos. ¿Como un lugar ubicado a escasos metros del ex-kilómetro cero de Mendoza (aunque aún epicentro comercial de toda la provincia) puede haber caído en tal decadencia y abandono? ¿Como nos podemos poner contentos y expectantes cuando nos dicen que van a hacer un shopping acá, uno allá, uno más acá y otro más allá y dejar en el olvido tan hermoso lugar? ¿Como la provincia permitió que se dejase de lado ese lugar?

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Hoy es un antro asqueroso, lleno de gordos con cubata y cara de mafiosos que te cambian dólares a escondidas, que te venden estéreos que se chorean, películas truchas, plagado de locales de insumos berretas de computadora y de alquiler de ropa desvencijada. Hoy es el lugar de pungas, mala leche y garcas. Lleno de tapaderas baratas y caripelas. Hoy me daría vergüenza llevar a mi novia, a mi vieja o mis hijos a dar una vuelta.

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¿Que habrá pasado? ¿Habrás sido muy elevadas las coimas para hacer algo mejor? Me cuesta creer como un punto tan estratégico, tan comercial, tan «vendible» hoy sea la porquería que es.

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Pero bueno… festejemos lo de los murales, que dure hasta que algún cumbiero o rapero de cuarta se encargue de tapiarlo de graffitis pedorros.

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