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El día que quise ser un sex toy y la cague mal

Esta nota puede ser tan educativa como triste, me costó dos horas de terapia con la doctora Garro poder animarme a contarle esto al mundo, espero que sepan entender y que no me juzguen por las líneas que van a leer a continuación.

Reiteradas veces me había pasado que el Pirincho (así le digo de manera cariñosa a mi pene) me abandonó antes de tiempo, como que andaba muy pasado de roscas y quemaba motores. Mientras que mi compañera apenas estaba entrando en clima.

Me venía de toque y lo que parecía una banana de arcilla seca, en dos minutos,  se transformaba en un canelón sin relleno. Esto de cortarme la volada por quince minutos me tenía podrido y decidí ir a hablar con un profesional.

Así fue que el médico me recomendó hacer los conocidos para algunos, y desconocidos para otros, ejercicios Kegel, para que no salgan de la nota a googlear,  les cuento que consiste en trabajar los músculos pélvicos: Las mujeres usan mucho esto a la hora de prepararse para un parto, a nosotros nos ayuda si nos meamos encima, o también ayuda si tenés problemas como los míos con el Pirincho.

El ejercicio consiste en contraer el músculo Pubocoxígeo, la verdad el ejercicio es casi hacer la misma fuerza que se hace para cagar.

Pasaron los meses y me fui transformando en un maldito tigre imparable del sexo. ¡Nah! Mentira, pero al menos “el primero” lo hacía más duradero y había mejorado mucho el tema de la dureza también.

De a poco tenía a confianza de ir probando cosas nuevas en la cama, nuevas posiciones, darle “metralladora”  por más tiempo, aguantarme felatios bien largos y bocha de cosas que me iban tornando como el “amante 10” que todos soñamos ser.

Se me paraba re duro y me saltaba re lejos. Ahora solo me faltaba acabar cuando se me diera la gana. Entrené durísimo, era más de lo mismo, pero en lugar de contraer hacia adentro había que hacer fuerza como para afuera. Hice le doble de ejercicios para mejorar la sensibilidad del músculo, ya que un segundo antes del orgasmo hay que contraerlo y seguirás duro y listo para seguir con la acción.

Esa noche fría del martes sentí que ya estaba listo e invite a mi chica directo al telo, generalmente lo hacíamos en el sillón de su tía, pero ahora decidí sorprenderla en más de un sentido y dejarla hecha mierda luego de horas y horas de sexo desenfrenado.

La tuve todo el día re parada, no dejaba de pensar en cómo la iba a enamorar del pedazo de garche que se iba a comer. Me tenía tanta fé que le mandé un mensaje de texto que decía “De la garchada que te voy a pegar hoy, vas a soñar tres semanas con pijas voladoras”. A lo que me respondieron: “La Sabri se olvidó el celu en la casa, llamala a la oficina”.

Se hicieron las 10 y ya estábamos en la puerta del telo, mientras hablaba con el de la entrada la Sabri ya me estaba manoteando el ganzo, entramos y puse una porno (hasta a ese punto llegaba mi confianza).

Empecé a darle y luego de unos 45 minutos decidí hacer la prueba de la muerte, venia venía, venía…contraje el músculo y ¡wooow! Sentí como que acabé pero no salió nada y seguía duro, continué garchando y acá llega el momento que me replanteo hasta hoy. Seguí dándole y decidí hacerlo otra vez, en este caso el grado de excitación fue mucho mayor, como que algo se apoderaba de mi cuerpo, mientras ella me mordia los hombros para no gritar como un chancho. Ya no aguantaba más y cuando se venía el polvo, ¡flap! Hice fuerza (mucha) con el músculo pubcoxígeo y sentí de inmediato un calorcito increíble, acompañado de un sonido mórbido, un sonido que resonó en toda la suite.

PPPPPPPPPDRRRRRRRPBRBRBRBRBRppppprrrrrdrrrrrr  prrr pbrrr pr…

Si, me salió como el orto y me cagué hasta la espalda.

¿Cómo zafaste de esa Don Rata? Pregunta chota, de cagarte encima arriba de una mina no se vuelve, sábelo.