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El miedo de la primera cita para un hombre

El otro día estaba al pedo, solo, viendo giladas en la PC, videos chotos de gatitos, minas de la India lanzando su “hit” musical, y ya cuando me cansé me dispongo a leer algo de noticias. De repente veo una nota en el MDZ, en la sección MDZfemme. No me pregunten como bosta pase de ver noticias con asesinatos, Macri privatizando bebes y cosas así, a ver una nota de “Sexo y Pareja”… Bah, se entiende si ya venía medio marica viendo videos de gatitos.

La cosa es que la  nota se trataba, básicamente, de que si las minas se debían entregar sexualmente en una primera cita, llegando a la simple conclusión, de que, la mitad de las encuestadas, se la dejaba poner después de un morfi o lo que fuere.

Pero bueno, el caso es que, los hombres, ¿qué haríamos en una primera cita? O sea, ya la idea cursi de pensar en lo que es una primera cita en sí, me da, no se… es feo, incomodo, impredecible, incomprensible…

Pero bueno, a varios les viene bien preparar de vez en cuando una noche de amor, porque así se lavan. Eso es algo que tienen que tener muy claro: si quedan con una mina, tienen que estar limpios. Y aunque la ducha limpie igual, no me confiaría y les recomendaría un buen baño con cloro, cif y lisoform. Yo, por ejemplo, siempre le meto de todo al agua, todo lo que tengo: perlas de gel, aceite Johnson, aceite esmeralda, Mimosín, odex, lo que sea… Y si aun así no es suficiente, lo que hago es menear un poco el culo hasta que haya tanta espuma como sea posible. Un tratamiento diferente el de las burbujitas…

Dicen que los tipos de ahora no saben levantar. Sabemos que no es tan así, o sea, ya desde el momento en el que te preparas o en el que estás parado en una esquina, esperando a “tu chica” mirando para todos lados por si alguien te encuentra, te condiciona todo, porque mientras esperas a la “presunta”, que no sabés si mañana vas a volver a hablar con ella, te preguntás:

-Y… ¿cómo la saludo? ¿Le doy un beso?, no, no, mejor no ¿Para qué? pensará que soy un pesado o espero que ella se acerque… y si ¿no le doy nada? pero va a pensar que soy un virgo quedado.

A mí hay una cosa que me obsesiona cuando preparo una cita: me rompe mucho las pelotas el tema del olor corporal. Podes bañarte y todo lo que sea, pero acompáñalo con un buen perfume, pero no me vengas con un Kevin culiado porque no da, es muy Lasherindio refugiado en Guaymallen.

Llega ese momento en el que aparece ella, toda perfumada, tímida (se hace) sonriente… emana paz y amor en lugar de olor a chivo. Te saluda con dos besos, pero obviamente, la dejas colgada con uno. Porque así de pelotudos sos.

En fin, la primera parte casi la cagas, pero bueh, le mandas sonrisita y todo piola. Ahora van caminando sin rumbo aparente. Dejas obviamente que ella decida todo… o nada porqué ninguno de los dos saben a dónde chota van, mientras vas caminando, te haces el súper meticuloso, pero ojo, sabemos que sos tan pelotudo que una seguro te volvés a mandar. Tu cabeza da vueltas, te pones a pensar boludeces como: “no hagas esto, no le digas tal cosa, no te rasques las bolas. En la calle estrecha dejála que pase adelante, porque sos muy caballero” (el primer día). Ella pasa y volvés a pensar con cara de taradupido estupirado: “no le mires el culo, se va dar vuelta, se va a dar vuelta” y pammm, ella se da vuelta te mira y sigue caminando… Obviamente pedazo de pelotudo te vió, te vió porqué se lo has mirado, ¡baboso pajero mira porno tipo animé!

En fin, nunca sos realmente vos en el preámbulo de la cita, cuesta romper el hielo, porque romperías otras cosas y no sabes de que mierda hablar, te olvidaste de stalkearle el Facebook asique no sé, te defendés hasta donde puedas.

Ya vas llegando a un bar que ha elegido ella, luces bajas, gente rara, es como si estuvieras en otro país, porque solo hablaban en ingles los giles que iban ahí.

Viene la moza con sus rastas y su onda hippie con OSDE, deja la carta y te das cuenta que el hambre se te había ido por los nervios, o porque viste los precios, pero bueno, tenés que ganarte a la mina asique te la bancas.

Ella con su dulce voz, carita de ángel y labios rojos te dice:

-¿Qué vas a pedir?

Vos sonreís y le decís:

-¿Querés que compartamos?

O sea, chabón, quedaste como el gil mas garrón, codo roñoso de todo el Irish Pub (porque ahí te llevo la culia’)

Bueno, la flaca acepta pedir para compartir una pizza, lo más común, porque se dio cuenta de que sos pobre. Asique lo que ahorraste en la comida seguro lo perdés en la bebida.

Lo más importante de todo es la cena. Para mí, una buena forma de cortar con tanta rigidez en la espera de la pizza es dando el primer paso en la entrevista con preguntas tipo: ¿Qué hacés? ¿Dónde trabajás? El hombre es tan gil que le da pie a la mujer a que pregunte eso, entonces vos tenés que recalcular tus respuestas con cuidado.

Demostraste tu miedo si entre sus preguntas y tu respuesta hubo entre 5 o 6 segundos de silencio, seguro por pensar en que NO decir, como: “Que le digo, no le cuento de mi ex, ni que viví con un drogadicto, ni que con mis amigos vamos a las putas, o que vivo con mi mami, o que el sábado pasado me fui a MOA a levantarme a alguna wachichora…”

Ella le dice:

-Hola ¿estás? ¿Qué pensás tanto?

Te disculpas y hablas de temas para quedar bien, pero que a ella le parecen totalmente absurdos y aburridos seguro, pero es normal ¡es la primera cita! 100 % seguro alguna chotera decís, pero los dos sonríen, ella juega con la etiqueta de su birra, se acomoda el pelo y se ríe. Vos por dentro pensás “¡la llevo a casa, le doy más de tomar y esta noche la termino como se debe!”

Cuidando todos detalles la noche puede ser un éxito, ¿verdad? Pero nunca se sabe, porque el guion de la “primera cita” lo ha escrito ella. Es más, la mina capaz que lo está pasando peor que vos y no te da bola y además pertenece al 50% de las minas que encuestaron que dijeron que no se dejarían sopapear la cachorra en la primera cita, por ende no la pusiste pibe. Y además la chabona leyó que los científicos del University College de Londres, dicen que “es mejor que las mujeres esperen antes de tener sexo, y que de esta manera aumentan las probabilidades de encontrar a un buen hombre”.

Si hubo química, le vas a llamar dentro de las 72 horas siguientes, para arreglar una segunda cita. La mejor estrategia para enamorar a alguien es no utilizar estrategia alguna. Si ella va a querer volverte a ver después de un primer encuentro, será por aquellos rasgos de tu personalidad que te diferencian de los demás. Tu particular modo de hablar, reírte y vivir la vida. Ese no sé qué que no sé cuánto que te convierte en alguien especial, distinto, único.

Hasta la Próxima.

 

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