/No es lo mismo el enero en Mendoza, hay que andar…

No es lo mismo el enero en Mendoza, hay que andar…

El fin de año nos pone boludos y sentimentales, nos hace ilusionar con un comienzo donde todo lo bueno nos va a llover del cielo y todo va a ser hermoso, lleno de arcoíris y teletubbis bailando. O eso es lo que creemos. Si sos un tipo de clase media laburador, y te quedas en enero en Mendoza porque no te queda otra, no hay muchas expectativas de pasarla muy bien que digamos. Pero vayamos desde el principio…

Arrancas un año nuevo con mucha pila, pero ya entrada la primera semana, se te empieza a ir al carajo el optimismo con el que arrancaste. Ya te olvidaste de las promesas chotas que hiciste cuando estabas escabio el 31 a la noche, y ni te acordas porque mierda brindaste cuando fueron las 12. Lo único bueno es que empezas a cagar más duro, después de soportar 7 días de diarrea producto de vivir a base de sidra, sanguches de miga y ensalada rusa. Te sentís un gordo de mierda, aumentaste 8 kilos y hasta te da vergüenza ir a la pileta porque tenés una zapan como la de la Tota Santillán. Ni hablar de hacer deporte por ahora, Mendoza es la punta de la garcha de Satán, salís a correr y te deshidratas a los 5 metros.

Obviamente sos pobre, por ende tus vacaciones se reducen a meterte a la piletita inflable de tu sobrino, la que solo te tapa la panza, y pareces una tortuga Ninja dada vuelta. Lo más cerca que estas de Brasil, es ir a Brasil y Costanera a comprar un repuesto para arreglar el Torino que te dejo a pata.

Seguramente sos un empleado tipo: laburas en una oficina o local, sin aire acondicionado y te fumas el puto calor de la siesta con pantalón de vestir y zapatos, pero no podés chistar porque te vuelan de una patada en el orto. Tu jefe le cuenta a todos las vacaciones que tiene planeadas en el Caribe, y vos puteando entre dientes por no poder irte ni a la esquina. Eso porque no ahorraste durante el año, producto explotarte la guita todos los fines de semana y de pagarle tragos a cualquier turra cada vez que salías a bailar.

Mendoza suele ser una chagar en esta época en materia de salidas: los boliches están despoblados porque la mayoría se fue a Chile o a la costa argentina, y terminas bailando en una guardería, porque obviamente para hacer bulto dejan entrar a cualquiera. Ni hablar de la Arístides, que sin boliches es un embole cósmico.

Tema importante es la televisión mendocina en épocas veraniegas. Cuando no tenés cable estas condenado a comerte alta pinchila: todos los programas y noticieros tienen movileros en la playa, que te muestran a todos disfrutando de la arena y el mar, y esos culos hermosos asoleándose, mientras que la única playa a la que vas vos es la de estacionamiento para dejar el 147 e irte a laburar. Prendes la tele y ya lo tenés a Listorti o Rial hablando de las  putas nuevas de cada año y de Carmen Barbieri en tanga. Mejor matarse de un corchazo en el pito.

Pensas en ir a una pileta para zafar del calor, pero tus amigos son más pobres que vos, y el único que tenía pelopincho la cambio por un cajón de birra para el asado de fin de año. No te queda otra que ir a los llamados «espejos de agua» como dice el cabezón Hidalgo, y juntarte con la plebe, con guachitos correteándote por al lado, y cumbia de fondo. En resumen, una chota con trenzas.

Volves a tu casa, y te conformas con tomarte un porrón bien helado, con algún amigo en la vereda. Pensas que quizás no todo es tan malo, que ser sanjuanino es peor, y sonreís sabiendo que todo marcha bien Milhouse. Después de todo, no es tan malo pasar enero en Mendoza. He aquí mi oda:

NO ES LO MISMO EL ENERO EN MENDOZA

No es lo mismo el enero en Mendoza

hay que andar en bombacha y corpiño

comprender “la calor” que no afloja

y acostarse mojado hasta el flequillo.

Ni una gota baja a la acequia

secuestraron los duendes del agua

personajes que un día existieron

y ahora son la mismísima nada.

El sol asesino se ha puesto a quemar

viejitas y guachos cansados de andar

estas gotas que empapan mis ojos

no aflojan, me mojo, me quiero matar.

Es posible encender una hoguera

Se mueren de asfixia los perros

El asfalto derrite la vereda

nuestra casa parece un infierno

Con la noche vienen los mosquitos

a quemarte la bocha han venido

y tener el amigo parado

por Rial y los culos atrevidos.

La noche nos dice al llevarse al sol

Deliro, me enfermo, ya no sé que hablo

para quien lo ha vivido en Mendoza

enero son cosas que inventó el diablo.

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