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Esperando en un café

¡Hola! Mi nombre es Walter, ante todo quiero aclarales que sufro de una interesante esquizofrenia aguda, como así también de un leve delirio romántico de doble personalidad. En realidad a mi me gusta llamarlo cariñosamente dualidad de puntos de vista reunidos desordenadamente en un mismo sujeto. Bah… básicamente estoy ¡chiflado como una cabra! Pero hoy me siento diferente, hoy es especial, hoy la estoy aguardando a “Ella”.

18:00 hs.       El reloj marcaba las 6 de la tarde y en la cúspide de mis esperanzas aparecía la imagen de “Ella”. Ella que siempre inspiró en mí, las más dulces de las melodías. Ella que ahora, tiene una cita conmigo.      

La estoy esperando en un cafecito bien caretón de Emilio Civit para impresionarla, ella es la clásica “chica bien” y le gustan este tipo de tonterías. Nos citamos a las 18:0, cuando terminaramos de laburar. Ya son las 18:04 y todavía no llega ¿Qúe le habrá pasado?

18:09 hs.       Entre tanto que pensaba en ella noté que las agujas comenzaban a moverse, y así me dí cuenta que el horario estipulado no estaba siendo cumplido por su parte. Se hacía tarde en la tarde. Pero por ella estaría dispuesto a esperar días enteros, solamente por compartir un espacio físico con su alma… solamente por ella…

Ya sé, la muy careta se debe estar haciendo la interesante, típico de este tipo de minitas, hacerse la estrellita y caer un toque mas tarde, para disimular el interés. Pues bueno aprovecho para fumarme un par de puchos y mirotear las “namis” que están “haciendo face” por acá.

18:13 hs.       Un minuto y otro mas. El suspenso de su llegada ha despertado en mí las más curiosas sensaciones. La imagino dubitativa, suspirando, con nerviosismo por mi presencia. La imagino angelada y paciente. Creando suspenso para que mi pobre corazón se tiña de mil emciones al verla.

Ojo… la otra es que se esté tuneando a full para impresionarme. Si, decididamente debe ser eso, la tengo muerta, rendida a mis pies. Ya me la imagino tirando besos frente al espejo, haciéndose la “sepsy”. Mensajeándose con sus amigas y contándoles lo contenta que está por nuestra cita.

18:18 hs.       Sinceramente no se qué sentir. Miro una vez y otra vez las manecillas del reloj, como así también la esquina esperando que ella doble. Me impaciento, siento que la gente del café me mira con tristeza y por dentro pienso: Ella no siente lo mismo que yo…

Ya me estoy empezando a hinchar las pelotas, los dos gatos que están en la mesa de enfrente no paran de pispearme, ya me estoy empezando a calentar con esas cruzadas de piernas que parecieran nunca terminar. Me parece que me lo están haciendo adrede… Cinco minutos más y les propongo un trío. Nada como un buen chegusán revanchero para una tarde fresca de otoño.

18:23 hs.       La frustración se apodera de mis gestos, me encuentro con los codos sobre la mesa, un ceño fruncido se dibuja en mi frente, al mismo tiempo que mi corazón late con furia. Las tazas de café que decoran mi mesa, ya están vacías, vacías como mi esperanza y de a poco también mi paciencia.

Ya está, me cansé de esperarla a esta yegua impuntual, no sé para qué carajo fijamos un horario si va a llegar a la hora que le pinte. Encima se me fueron los dos “togas furiosos” de enfrente. Ni bien llegue esta hija del diablo le canto las cuarenta y me voy a la mierda y encima la dejo garpando los 3 cafecitos que me tomé. Es mas… _ Mozooooo! Tráigame un Johnnie Walker Etiqueta Azul! que lo va a terminar invitando esta frígida. Ya me va a conocer…

18:29 hs.       Cuando todo parecía perdido, “Ella” se asoma por la esquina. Lucía un vestido escotado que resaltaba su magnífica figura. El juego de las telas en su espalda le dibujaban alas al caminar. Y ahí me dí cuenta que toda espera era válida por ese ángel. No había mas minutos que contar.

¡¡¡¡Al fin nenaaaa!!!! Casi media hora mas tarde, se le ocurre aparecer lo mas campante. Estoy que exploto de la furia, pero realmente con ese par de tetas le creo cualquier excusa y le perdono cualquier cosa… ¡hasta que no sepa leer la hora con las agujitas! Bruta como una tapia, pero ¡qué buena está! A parte tiene medio cara de putona, me parece que si me hago el lindo un rato, mínimo un pete ligo…

¿Quieren saber como terminó esta historia? El café se concretó y se repitió varias veces más. Estuvimos juntos un maravilloso tiempo, compartimos muchas cosas, pero como dice el poeta: Todo concluye al fin… Todavía se desliza una lágrima por mi mejilla cuando la invoco en mis pensamientos…

Al final ¡una pija! No me la pude garchar ese día, ni me tiraron la goma y encima tuve que garpar como doscientos mangos la cuenta por el chistecito del whisky importado. Para colmo, como buen pelotudo que soy, me terminaron enganchando no se cómo y pasé 3 meses haciéndome el noviecito, para enterarme tiempo después que esa memorable tarde en que llegó retrasada al café, era porque estaba -con quien hoy presumo- debe ser su nuevo novio.

Así termina la historia, mas pobre, mas borracho y mas gorreado…

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