/Fantasías: Sexo y… ¿Cosquillas?

Fantasías: Sexo y… ¿Cosquillas?

Intro de conceptos que trata la nota:

La knismolagnia, también llamada cosquillas eróticas, fetichismo de cosquillas o bajo la voz anglófona tickling, se refiere a toda actividad erótica en la cual sus participantes experimentan excitación a partir de hacer o recibir cosquillas.

Suele llamarse fetichismo por sus practicantes aunque no encaje exactamente con la definición de «fetichismo sexual». Tampoco se la debe considerar una parafilia a menos que su realización sea absolutamente necesaria para lograr la excitación del individuo.

Recibí un mensaje de un lector, después de escribir sobre la hibristofilia en la nota: Sexo, armas y rock del bueno, donde me contaba sobre un fetiche suyo. Lo primero que pensé fue en los pies, es más común de lo que parece, pero no. Para mi sorpresa su fetiche eran las cosquillas. ¿Cosquillas? pensé yo… que raro. A mi, si en pleno acto me hacés cosquillas me muero de la risa y me desconcentro. Olvidate. Me pasó algunos links y me puse a investigar. Es todo un mundo a parte.

Me puse a buscar videos y encontré similitudes con el sadomasoquismo. Hay un amo y un sumiso, hay esposas o ataduras, hay ojos vendados pero en vez de látigos… hay plumas y la tortura son las cosquillas. Le escribí a Gonzalo nuevamente y le pedí que me contara más. No entendía cómo esa práctica podía ser llevada al terreno sexual.

– ¿Estás?

– ¡Hey Mina! Si, acá estoy. Que bueno que te interesaras.

– ¡Estoy fascinada con el tema, un poco me causa gracia… pero hay cosas que no entiendo.

– En media hora me libero de la oficina. Si andás por el centro, tomámos algo y te cuento todo lo que quieras saber.

– Podría ser. ¿Dónde te encuentro?

– Mmm no sé. Decime vos donde quieras estar.

– Bueno te espero en la terraza del edificio de Peatonal y San Martín. Piso 10

– Ah.. ¡Lindo! Bueno en 45 minutos ahí. Sentate adentro que está fresco.

– Dale, te espero.

Que mandada yo. Era amigo de una amiga, así que podemos decir que no era un perfecto desconocido. Llegué, me dirigí a los sillones de la derecha y me senté mirando hacia la entrada para ver cuando llegara. Lo iba a reconocer, había visto sus fotos. No era feo. Yo llevaba un jean ajustado azul oscuro, botas cortas negras y una blusa medio indú, bien tranqui. Mi cuaderno oficio y mi lapicera para anotar todos los detalles que sirvieran para la nota, mi rodete de pelo fino y make up normal. Me pido una crveza negra para la espera… ¿y si su idea era tomar café? Ya fue, la pedí igual. Venía el mozo con mi cerveza y veo que un chico le habla y me señala.

– Disculpá, ¿es para esa mesa? dijo él.

– Si, para la señorita. Respondió el camarero.

– Yo se la llevo. ¿Me llevás una igual, por favor?

– Si, cómo no…

Se acerca a mi mesa un chico de, más o menos, un metro setenta. Morocho, barbita, pelo corto. Normal pero seductor.

– ¿Mina?

– Gonzalo. ¿Como estás?

– Uff, ¡Que bueno que sos vos! Sino iba a pasar la verguenza de mi vida.

Se sentó frente a mi, dejó su saco a un costado. Se disculpó por la cara que traía, dijo que recién salía de la oficina, que no había sido un día tranquilo y que no le venía mal relajar con un trago. Me agradeció por interesarme en algo que durante mucho tiempo no se animó a contar y bla bla bla bla. Yo lo miraba nada más… era lindo. Cuando terminó con su história, tomó un trago del vaso, me miró directamente a los ojos, hizo una mueca y dijo:

– Preguntá lo que quieras. Estoy para vos.

– Bueno. ¿Cómo es que te iniciaste en esto? ¿Cuál sería tu rol? ¿Qué es lo que te excita de las cosquillas?

– Fue hace mucho… Siempre me llamó la atención y después encontré gente igual que yo. ¿Viste alguno de los links que te mandé?

– Todos

– Bueno, yo sería tickler. Es el que hace las cosquillas, aunque también me gusta recibirlas, por lo que no me molestaría hacer de ticklee en algún momento.

– En los videos ví muchos de chicas con chicas…

– Claro, generalmente son F/F… ésos son los términos que se manejan, por eso te los digo así. F/M sería uno hétero.

– Y con tu novia lo practican, o sea ¿Se hacen cosquillas mientras lo hacen?

– No tengo novia, pero sí una vez lo hice con una chica. Es más difícil de explicar que de practicar. Las cosquillas provocan contracciones en el cuerpo que están buenas la la hora de la penetración, pero hay casos en donde no se llega a la penetración.

– Ajam…

– A ver… es tan excitante y quedás tan cansado que es como si con eso ya estuvieras. La idea es disfrutar y hacer disfrutar.

Para el sexo hay alternativas: una muñeca inflable, una prótesis de silicona, un consolador, vibradores, las mismas manos. Pero ¿cómo se hace cosquillas uno mismo?. Le estaba encontrando hasta un lado romántico porque resulta que es una práctica de dos personas – o más – sí o sí. Entre risas, mi cara de asombro y el final de las cervezas nos invitámos una segunda ronda. Yo no había escuchado nunca sobre el tema y él jamás lo había hablado tan abiertamente con una casi desconocida.

Me daba un pantallazo de términos: tickle torture, que implica el bondage y puede incluir el foot fetish. Tickle tools le dicen a los objetos, forced orgasm que está más que claro. Había de todo para descubrir, para probar… y ya me estaba gustando la idea.

– Voy a tener que probar algún día. Dije.

– Estirá tu brazo. Dijo él estirando el suyo.

– ¿Qué?

– Dale, ¿a qué le tenés miedo? son cosquillas nada más.

Me reí. Era cierto, eran solo cosquillas -juego de manos, juego de villanos. Decía la voz de mi abuela en mi cabeza- se sentó a mi lado y me tomó desde la muñeca.

– Cerrá los ojos. Dale, no hagas trampa.

Con la yema de sus dedos comenzó a rozarme el antebrazo. El factor sorpesa fue fundamental. Suave, una cosquilla linda.

– Como éstas hay un montón, pero bueno… tendríamos que ir a mi departamento. Acá te vas a reir muy fuerte.

– Mmm, no queda bien que vayamos a tu casa ahora. Salgamos otro día, dejame que me haga la difícil.

– No quiero acostarme con vos, solo voy a hacerte reir hasta que te excites, para que veas que es real. Voy a darte un ratito de placer nuevo, algo para que escribas y mucha diversión. No tenés nada que perder.

Terminamos las cervezas y nos fuimos para su departamento. Vivía en un edificio sobre calle 9 de Julio, asi que fuimos caminando. Iba nerviosa, no sabía con qué me iba a encontrar o peor: si me iba a gustar o a terminar idiota.

– Bienvenida. Es chiquito pero acogedor. Ésa es la habitación y ahí el baño – dijo señalando dichos sectores- ponete cómoda. Voy a la cocina a buscar algo para tomar. Tengo fernet creo… después picamos algo.

Fui al baño, de ahí a la pieza. Me saqué las botas y me senté en el medio de la cama. Cuando volvió venía con dos vasos que dejó en la mesa de luz y en la muñeca traía un sintex ancho de los marrones.

– ¿Para qué es eso?

– Tengo que atarte con algo, sino no te vas a quedar quieta, van a volar rodillazos y codazos por todos lados. Dale, tranquila. Cambiá esa cara. Te va a gustar.

Me pasó un boxer suyo y me pidió que me sacara el jean y usara eso de short. para estar más cómoda. Fue raro, pero accedí. También sugirió que por cuestiones de practicidad si me quedaba en corpiño sería mejor. Me reí. Me estaba cachando este chico… con el verso de las cosquillas me tenía casi desnuda en su cama. Cubrió y encintó mis tobillos, juntó mis rodillas, las flexionó y las cubrió con una remera suya. Sobre la remera pasó cinta hasta dejarlas firmemente unidas. En mis muñecas hizo lo mismo pero con un pañuelo. En la cabecera del sommiers tenía un cuadro sostenido por un gancho firmemente colocado a la pared. Quitó el cuadro y en el gancho pasó una soga que ató a mis muñecas.

– ¿No será mucho? Ya me estoy asustando. Enserio.

– ¿Nunca te ataron? ¿Quién tiene miedo? ¿La persona que veo o Mina Murray?

– Las dos, enserio. No me puedo mover.

– Es la idea. Hey… solo voy a hacerte cosquillas, después te suelto. ¿Puedo poner música?

– Algún dia voy a tener que escribir una nota donde la música la elija yo. ¿Qué vas a poner?

– Blink 182, el último tema. Bored to death.

Ya si me dió miedo. Me tenía atada, escuchaba esa música. Ya mi cabeza andaba por cualq..

– jajajajajajajajajajajajajajaj ¡Pará! jajajajajajajajajajajaja ¡Pará! ¡Avisame! ay no, no, n…jajajajajajajaja.

Empezó directamente por mis pies y con sus manos. Me retorcía de las cosquillas y no podía hacer nada. Siguió un rato ahí abajo -es raro decir «ahí abajo» y referirme a los pies- Se reía divertido mientras yo no daba más de las cosquillas. Sacó de no se donde una pluma y la pasaba suave. No me hacía tanto…

– No me hace nada eso… le dije desafiante.

– ¿Ah no? ¿Y esto? Me mostró un cepillo para el pelo de los que tienen palitos con pelotitas en las puntas y lo empezó a pasar por las plantas de los pies.

– ¡No! ¡No! Ahhhhh jajajajajajajajajaja, no, eso no. ayyy jajajajajajajajajajaja. Basta, basta. Enserio. Bastaaaa jajajajajajajajaja.

Era muy loco. Estar atada, inmóvil y que no hubiera nada fálico o haciendo referencia al sexo. Me giró en la cama y siguió un rato más haciéndome morir de risa con las cosquillas en los pies y pasó a los laterales de mi abdomen. Estallé. No eran cosquillas brutas de las que te hace tu hermano cuando te ve muy metida en el celular, eran suaves y casi deliciosas. Hacía mucho no me reía así. Pasaba de mi abdomen a las piernas, de ahí a los brazos, de ahí a los pies. Era como un random de cosquillas, no sabía por donde iba a aparecer de nuevo. Empecé a llorar de la risa, al ritmo del «basta, basta». Cuando hacía pausas me ponía ansiosa y esperaba sentir las cosquillas otra vez. Me estaba divirtiendo muchísimo. Me daba como pellizcos en la corva -la parte de atrás de la rodilla- y para mi sorpresa, tenía cosquillas ahí. Subía con la yema de sus dedos por mis muslos y seguían los pellizcos en el pliegue de la cola. Yo no paraba de reírme pero se detuvo.

– Huu… ¿Ya está? pregunté mirando hacia atrás con cara de «noo, la estoy pasando bien». Estaba cansada, me dolían los abdominales que no tengo, hasta las mejillas de tanto reír.

– Si. Ya está. Ya estás mojada.

– No… ¿de verdad? No puede ser.

– Si me dejás te muestro.

Asentí con la cabeza y pasó su mano por debajo de mi abdomen levantando mi cola. Bajó mi ropa interior junto con el short improvisado y lo dejó a mitad de pierna. Posó su pulgar sobre mis labios y entró solo, sin presión alguna.

– Estás mojadamente deliciosa. Puedo seguir y mostrarte más cosas si querés.

Levanté mi cola en sinónimo de «toda tuya» y me penetró con fuerza. El también estaba excitadísimo. Mientras entraba en mí, cada tanto, me hacía cosquillas en la planta de los pies. Las contracciones de las cosquillas hacían que mis paredes se apretaran contra su miembro, yo lo sentía increíble y él ni hablar… gemía cada vez que eso pasaba. No duré mucho más. Con tantas contracciones vaginales mi botón de pánico estaba a punto y exploté. Un orgasmo maravilloso. Mientras yo terminaba de disfrutar mi momento el me hacía sutiles cosquillas, casi caricias en mis piernas y mi cola. Estaba cansada, extenuada, como si lo hubiera estado haciendo por horas.

Salió de mí. Acomodó mi ropa y mientras yo estaba tendida sobre la cama, Gonzalo desató mis manos primero. Tenía terriblemente cansados mis brazos pero no lo noté sino hasta ese momento. Cortó las cintas de mis rodillas y mis tobillos y se recostó a mi lado.

– Acá hay fernet, casi sin hielo ya.

– ¿Vos no querés…?

– ¿Qué? ¿Terminar? No, eso es irrelevante para mi. Yo lo disfruto desde otro punto. A demás esta noche era todo para vos.

Cuando me recuperé, brindamos por la experiencia y nos reímos.

Me sentía bien. Hasta pensaba en que podríamos vernos otra vez.