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Hoy es un día hermoso para no llamarte

Hoy desperté muy bien, como seguro lo hiciste vos, sin pensar en nadie más y me sentí espectacular. Fue diferente. Me di cuenta que podía sentarme a desayunar mirando la nada, sin precisar revisar tu perfil de instagram antes para ver qué hiciste anoche y preguntarme por qué no me llamaste. ¡Si nunca llamás!

Fíjate que hasta me dieron ganas de entrenar mientras miraba una serie que no entendí en demasía, haciendo un mea culpa, no le presté mucha atención. Seguro no conseguía comprenderla porque hablaba bastante del amor y sus clichés y yo cada vez entiendo menos del tema, o quizás sea una causa peor y a medida que conozco más a los tipos, le saco más la ficha. ¡Qué fiaca desperdiciar tanto amor, che!

Me di una ducha eterna que hasta produjo que se me baje un poco la presión. Sí, ya sabés que soy medio débil con el ejercicio y a eso sumale el vapor. ¡Doy asco!

En fin… Hace más de tres semanas que no sé de vos, que te subís y te bajás de esta calesita con ardua paciencia, una que te espera hasta que se te pasa el mareo y siempre está para tus vueltas. Lo malo es que la calesita soy yo.

Pero tomé el valor que necesitaba de alguna parte y me distraje haciendo cosas que antes no me motivaban. ¿Qué iba a hacer? Me dejaste en off side y absolutamente nadie que quiere bien, deja de hacerlo de un día para el otro. Dejé en «modo avión» a mí conducta autodestructiva que me llevaba a buscarte aún sabiendo que no sos mí aire, mucho menos mí vida. ¡Qué triste que solo hayas visto lo que se puede ver!

Pero hoy es un día atípico, me cansé de no merecerte. No, por favor, no lo tomes como un halago. Sos vos el que no me merece, porque doy mucho, soy mucho y vos me olvidás en dos garchadas furtivas y un tanto improvisadas que me dejan con gustito a poco, porque es muy poco. No quiero ser «la chica que baila sola» por mucho tiempo más y menos por tu causa, aún estando en tu compañía (que ya no es tan grata). Hoy, paso.

Entonces me di cuenta de que ya no necesito tu mensaje tibio y casi fresco de «buen día» para tener uno. Ni que me preguntes cómo me fue hoy en el laburo, porque probablemente siempre me vaya igual. Tampoco me hace falta esa sensación de angustia por no saber de vos y  cuestionarme qué estarás haciendo porque jamás me lo contás. Y me di cuenta que hoy es un día hermoso, muy precioso, pero para no llamarte. Es un día re lindo para no apagarme con tus «elogios» reprimidos, para desperdiciarlo acostándome sobre tu pecho después del sexo a pensar que tus ronquidos son la frutillita del postre, si a mí no me gustan las fresas.

Me di cuenta que verte me aburre, que ya no somos los mismos y yo te juro que no voy a volver a serlo. Que cualquier sábado por la noche de charlas intelectuales que antes me enamoraron, ahora me parecen ese maldito feriado puente que querés que se termine porque no querés ver la misma película otra vez. Querés que se termine, como esta maldita cuarentena que me obligó a aguantarte por tres años y… contando.

Es un día precioso para no tener que pensar si está todo bien, si estamos bien, si hay algo que arreglar o si te doy todo lo que buscás. ¿Qué buscás?

Me parece un día espectacular para comenzar con mí propia terapia y dejar de especular y pensar de una puta vez en mí misma. ¿Qué quiero? ¿Qué busco? A entregarme al miedo de no saber qué significa estar sola, como si no me sintiera sola cuando vos estás presente. ¿Estuviste?

Yo creo que hoy es un día hermoso para vos y para mí, para querernos y escapar de la gente que no se queda, que no se va y encima tiene el tupé de bloquearte la salida de emergencia. Es un día hermoso aunque te toque hacer el duelo a vos y se le haya muerto el amor a otro.

Es un día hermoso para no llamarte, para no saber de vos y eso me hace sentir mejor.

Para ustedes, mi corazón.

¿Nos leemos la próxima?

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