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La crisis de los 20

Como ya saben, las crisis de la mediana edad son todo un tema hoy en día.

Llegas a los cuarenta, y más allá de los fracasos y los éxitos que la vida te haya dado, te encontras con una persona pensativa, dando vueltas en su cabeza, mirando al pasado, probablemente acostada en posición fetal en una cama matrimonial y chupándose el dedo.

Quizá también acompañada con una canción de fondo de la gorda Adele o un lentito de los Guns o Creedence. Cualquier cosa que pueda relatarte al nostálgico pasado o que te haga acordar que no fuiste el único que cometió errores, que digamos.

Entonces, soplas las 40 velas, y de repente la cabeza se te llena de dudas. Que hiciste mal, que hiciste bien, que no hiciste, que si hiciste. Se te nubla la cabeza en preguntas sin respuestas.

Ahora, preguntó, ¿Por qué carajo me pasa esto a mí si no tengo ni la mitad de esa edad?

Me encontré que esta semana anterior a mi cumpleaños fue un flash al pasado. Me acordaba de todo, de los momentos lindos, de los malos, de mi familia allá y mi familia ahora, de los amigos que están, de los que ya fueron, de la vergüenza y la frustración, de las victorias y el orgullo, de mis omisiones, de que paso con la que me dijo que me amaba y demás recuerdos inútiles.

No entendía por qué estaba tan reflexivo. Así que, en mi afán de entender más la situación, llame a una amiga que estudia Psicología y le pregunte el porqué de todo.

-Nilda, ¿Es posible que tenga una crisis de los 40 antes de tiempo?

-Sí, Pelee, se llama crisis del cuarto de vida, te puede pasar en cualquier momento entre los 20 y los 30

-Aaaaaahhhhh, ¿y porque se dá?

-Básicamente, porque sos un histérico pelotudo y te estás volviendo un viejo choto antes de tiempo.

La Nilda siempre fue una mina muy sincera.

En fin, Seguí su palabra, y fiel a lo que dijo, si hay una crisis del cuarto de vida. Es la “entrada al mundo real” que le dicen.

Después de pensarlo bastante, llegue a una muy obvia conclusión sobre qué hacer. Pero empecemos del principio.

Leyendo un poco del tema en los libros más especializados (Es decir, Wikipedia) encontré que la cuestión tiene su origen en 2 problemas.

El primer problema es la falsa proyección que teníamos nosotros para nuestra propia vida a esta edad.

Es decir, que estas crisis se desatan cuando te das cuenta de que el mundo alrededor tuyo no es como te lo imaginabas a los 15 años.

Tu familia, la que pensabas que iba a ser más feliz que la de Maru Botana (porque a mi vieja le explicaron las ventajas de usar métodos anticonceptivos) resulta no ser una pinturita.

Tu carrera, que pensabas que iba a ser una experiencia increíblemente disfrutable, termina no siendo exactamente un paseo.

Tus relaciones, que pensabas que iban ser espectaculares y de fierro, terminan siendo como el cobre, duras la mayoría del tiempo, pero moldeables si se les aplica la fuerza necesaria.

Es decir, que las cosas no son iguales a como pensabas, pero no necesariamente distintas. Y la duda que entra ahí, es la de pensar si podías haber hecho algo para lograr el “futuro perfecto”. Una duda que no es, ni va a ser respondida.

El otro problema, es cuando te comparas con otras personas de tu edad. Cometemos el error común de creer que hay gente que puede tener TODO lo que una persona podría pedir.

No es raro pensar que somos los únicos boludos/as que tenemos dificultades, estamos en una época donde todo el mundo trata de demostrar a toda costa que son personas de pura felicidad.

Basta con meterte a una red social (Facebook, Instagram, etc.) y mirar como todos son seres sonrientes y de luz.

Es muy obvio decirlo, pero nadie muestra la hilacha en ese sentido. Nadie le dice al mundo que tiene problemas, nadie pone cara del orto todo el día sin tratar de disimularla un poco, ni nadie desperdicia la chance de hacerse ver como una persona alegre y despreocupada si la tiene.

¿Hay excepciones? Sí, siempre. Pero son las de menos.

Ese es el tema, estamos plenamente bombardeados con un mundo en el que todos están o fingen estar entusiasmados, con suma seguridad. Y cuando la pasas mal, esa imagen a tu alrededor te hace pensar que sos el único boludo/a con dilemas, y que hiciste las cosas horriblemente mal. Y más, cuando son gente de tu antigüedad y que viene de orígenes parecidos a los tuyos.

Pero, de vuelta, es una imagen muy parcial, todos sufrimos llegado un punto u otro y más de una vez. Simplemente, hay gente que tiene más tolerancia al fracaso y/o mucha capacidad para no demostrar sus dudas.

Pero como ven, y de vuelta, la sensación dubitativa de “¿podríamos haber hecho las cosas mejor?” no va a ser respondida. De eso se trata esta maldita crisis.

Es una gran incógnita. Como saber porque los pibes granudos que atienden los McDonald’s solo te dan mayonesa si les pediste todos los condimentos.

Una incógnita que no tiene, ni va a tener respuesta nunca.

Entonces, para dejar de pensar, ¿Qué podemos hacer?

Aprender de lo que hiciste mal, Recordar lo que hiciste bien, y lo más importante, no proyectar a ningún lado. Dejar que la vida nos lleve y mejorar nosotros mismos para un futuro mejor.

Y ahí llegue a la gran conclusión de esta crisis.

Es verdad, siempre va a haber gente parecida a vos, que hizo las cosas mejor, y gente que las hizo peor. Gente más feliz y gente más miserable.

Es así, para algunos, la vida es un regalo, para otros es un martirio.

Para este boludo de 20 años la vida no es ni una, ni la otra.

Para mí, la vida es un desafío que se puede pelear todos los días. Solo hace falta poner la voluntad para superarlo.

Los invito a hacer lo mismo.

Un gran abrazo, y hasta la próxima.

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