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La desilusión del macho rockstar

Resulta que un día me llega una solicitud de amistad por Facebook de un chico de aspecto rudo, pelilargo y barba, muy atractivo. Muy estilo rocker. Tentada por su belleza acepté, además teníamos más de cien amigos en común.

Hablamos un par de veces, nada del otro mundo, parecía buena persona, pero no me cautivó con sus palabras. Me contó que era músico, así que nuestras charlas giraban en torno a la música, además de cosas superficiales de rutina. Me parecía una persona básica. Alguien con quien no tenía mucho en común.

Un día iba caminando por la calle Arístides con una amiga y al pasar por un bar cuyo frente es vidriado lo vi. ¡Lo vimos! Las dos caímos sobre el vidrio con la boca abierta, viendo a este bombón en acción, tocando la viola. Sus cabellos largos castaños hasta el hombro, su barba al ras, su cuerpo trabajado con horas de gimnasio encima, esa guitarra colgando nos impactó. Él me había avisado que iba a estar en ese bar, yo no le presté mucha atención por que realmente no me interesaba y me acordé en el momento que lo vi, que era cuando ya nos estábamos retirando a nuestras casas después de una noche de copas entre amigas.

Era su última canción, así que apenas entramos bajo del escenario y se acercó. Nos conocimos personalmente, charlamos unos minutos y me retiré. Mi amiga me dijo que era imperativo que salga con él.

A los días me invitó a salir. Me dijo que vayamos a cenar.

En ese momento yo era 4 años mayor que “el Rocker”, así lo llamaremos. Ya antes de la cita había decidido que seria alguien con quien divertirme, nada serio, el placer de comerse a un bombón. Ya que no había feeling intelectual. Aunque podría estar equivocada, unas cuantas charlas por chat podían no revelar su esencia. Yo trataba de convencerme de eso ya que era muy lindo.

El compartía el auto con su mamá, con la cual vivía. Esa noche no lo tenía, así que sin problema me ofrecí a buscarlo. Eso de ser nene de mamá no encajaba mucho con mi perfil de rockero, pero bueno la situación económica del país no es la mejor.

Pasé por su casa y nos dirigimos a un resto bar de la calle Aristides que él propuso. Empezamos a hablar en el auto y no se como me empezó a contar que él leía las cincuenta sombras de Grey. Yo no había leído la trilogía aún pero pensé que por lo menos era buena señal que lea, algo. Hoy, lo pensaría dos veces de salir con un hombre que me diga que le gustan esos libros. Es como un hombre que ve telenovelas, no me agrada. También me hablo de Paulo Coelho (bajativo total). Y el espíritu rockero lo iba perdiendo. Yo quería que me hablara de cosas oscuras, de experiencias peligrosas no de libros de novelas o de autoayuda.

Llegamos, nos ubicamos en una mesa y desde el momento que nos sentamos la conversación sólo giraba en torno a la música. Yo soy fanática pero en mi primer salida con una persona que pretendo conocer me pareció un poco agotador. Parecía una competencia de quien sabia más. Traté de dar un giro a la conversación preguntándole cosas personales. ¡Que error! con cada cosa que me contaba su belleza la veía cada vez menos apetitosa.

Primero le pregunté que más hacia a parte de tocar la guitarra para vivir. Trabajaba temporalmente en una gráfica colocando ploters, pero su “sueño”, repito textualmente, era ser corredor de seguros. No se por qué pero esto inmediatamente me la bajó. Creo que me pareció demasiado chato para ser un sueño de vida. Su sueño debería ser llegar a ser un gran guitarrista, salir de giras, vivir de la música. Algo más apasionante que vender seguros de autos. Evidentemente la ambición no era lo suyo.

De ahí todo se fue en picada. No sólo ya no era el macho rockero salvaje que yo pensaba, encima seguía encamotado con la ex. Maldito llorón. Yo quería sexo salvaje con un rockero, no consolar a un nene enamorado.

Repentinamente y repetidamente el muchacho contaba anécdotas que incluían a su ex novia. La que más recuerdo fue una que había pasado dos semanas antes de nuestra salida, en la que ella chocó y lo llamó para que vaya a ayudarlo. ¡Danger! Según él hacia dos semanas fue a consolar a la novia. ¡Alerta! Fue muy evidente que aún no estaba superada esa relación. Pero bueno, yo quería divertirme nada más. Pero que insistía en hablar de ella. Se tornó hiper aburrido. Le dije que estaba cansada y que pidiéramos la cuenta.

Ya la farsa de rockstar estaba destruida, pero a eso sumémosle el melodrama de la cuenta. Y eso si que fue decisivo. Yo había pedido una ensalada y él Rocker un sándwich. Yo bebí agua y él una cerveza. Al rato pedimos un par de tragos por insistencia de él.

El mozo le acercó el ticket, él lo revisó de arriba abajo muchas veces. Tiró el comentario: “¡mierda! Tu ensalada sale lo mismo que mi sándwich” Y siguió mirando los números hasta que no me quedo otra que preguntarle cuanto era. Me dijo el total y decidí pagar la mitad. Puse el dinero arriba de la mesa y él lo agarró.

No sólo me tuve que fumar que hablara de la ex toda la noche, también tuve que pagar, cuando él me tendría que haber pagado a mi por escucharlo.

Para colmo estábamos en mi auto y me pidió que lo llevara a su casa. Yo, como soy muy educada, así lo hice. Llegamos y fui muy cortante para que se baje rápido.

Esa salida fue un fiasco. Aparentemente para él no lo fue. Me escribía para preguntarme cuando nos veríamos. Yo no le contesté más.

Al poco tiempo veo en Facebook que había vuelto con la ex. Ninguna sorpresa.

Conclusión: hacerle caso a mi voz interior, cuando se que no hay chispa, no la hay, por más hermosoooo que sea. Es mejor ahorrarse una noche aburrida y en mala compañía. Y encima pagar por ella. ¡Maldita ilusión femenina del músico salvaje!

Escrito por Valentina De la Cruz para la sección:

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