/La peña del gaucho Sotreta – ¡Clímax en la pulpería!

La peña del gaucho Sotreta – ¡Clímax en la pulpería!

fogata

Breve reseña de los hechos anteriores:

Dos hermanos empleados de una peña se topan con un maniquí (replica de un autentico gaucho viejo) el cual resultó ser el sereno de la pulpería que en ese momento estaba durmiendo; éste molesto ante las burlas de los jóvenes manyines se les para con una guitarra y se desencadena una feroz y épica payada al mejor estilo Jesús María. El gaucho octogenario no soportó la emoción del último verso y fallece víctima de un infarto. Ambos hermanos quedan estupefactos ante lo acontecido,  sin saber qué hacer con el cuerpo sin vida del anciano y en medio de una fuerte tormenta lujanina. [Sino seguí este link para leer lo anterior]

[…]

Asustados quedaronsé los jamelgos amigos,

mas jamás hubiesen querido

que el viejo crepara…

al menos no sin antes garpara

el porron de su derrota.

 

La tormenta arreciaba fuerte,

pero sin embargo fue la muerte

la que apareció primero.

Se les llenó de preguntas el agujero

al ver el cuerpo del viejo inerte.

 

Pasó prudencial el tiempo y la pregunta apareció:

– ¿De qué concha se murió?

inquirió el más pelotudo,

mientras abrazaba un charango peludo

que una alacena despojó.

 

– “De qué murió no calienta…”

Hablo el mayor en forma lenta,

Mientras con una mano tocaba

el cadáver del abuelo.

– “¡Rajemos sin dejar señuelo!”

Replicó el menor que lo emparenta.

 

– “Es qué me siento muy culpable.”

Asintió con pena notable.

– “Ya sé que en pedo estamos…,

Pero… qué te parece si lo reavivamos?”

 

– “Humm… no me parece mala idea.

El pobre quiso evitar la pelea

y solito en el fango se hundió,

pues jamás se imaginó

con los grosos que se topaba.”

 

Tornóse afuera la lluvia

en un violento chaparron.

Y se acurrucaba el maricon

ante el estruendoso estallido

del rayo que vino a caer

al costadito del deprimido…

 

Se miraron los dos idiotas

como iluminados por el cielo.

– “¡Eureka!”, rompió el hielo

el grito de los marmotas.

 

– “Pongamosle un pararrayo en el culo

así atrae a la centella,

si funciona como con Frankestein

lo festejamos con una paella.”

 

Y allá ajuera lo transportaron

al cadáver del viejo occiso;

y como si juera un chorizo

el culo con fierro atravesaron.

 

Se dedicaron a esperar

que algún rayo cayera.

Y sobre la vulnerada sentadera

de inmediato potente luz bajó.

 

De nuevo el muerto no soportó

ésta gran descarga eléctrica.

Mas se evaporó de forma simétrica

dejando una gran humareda,

Como si el infierno apareciera

en este confín de la tierra.

 

–  “Que macana, esto no funcionó”

apenado dijo el muchacho,

-“le hubiéramos hecho solo un capacho

Y quizás seguiría viviendo”

-“Que cretino es el destino,

como nos sigue sorprendiendo…”

 

Así termina mis amigos

esta pintoresca historia,

rescatada del olvido

que me vino a la memoria.

 

De consecuencias y de acciones

como de infortunios e intenciones…

una enseñanza me deja

esta vida de moraleja:

“Darle a las mujeres y al vino

mientras te funcione el pepino,

pues nunca sabrás la marca

en que te toque la vil parca.”

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