/La posesión del Bráyatan Maciel

La posesión del Bráyatan Maciel

—¡Padre Varistooooo’! ¡Ayuda por favor Padre Varisto’! — Entró la Nancy a los gritos en la Iglesia Evangelista del Nuevo Orden Mundial ubicada en la Villa Las Chapas.

—Evaristo, Nancy, me llamo Evaristo con «E» — remarcó el sacerdote mientras salía acomodándose la sotana alarmado por los grito.

—Padre Varisto’ — dijo el Romeo sin importarle mucho los comentarios del Cura — esto es una urgencia Padre, necesitamos de su ayuda urgente.

—Bueno, tranquilícese Romeo, ¿qué pasó?

—El Bráyatan Padre, el Bráyatan está mal — respondió la Nancy arrodillándose ante los pies de Evaristo — lo tiene que venir a salvar Padre Varisto’, ¡le han hecho un mal!

—¿Un mal?— preguntó dubitativo el Padre mientras levantaba a la Nancy —¡levántese Nancy y cuénteme.

—¡Le han hecho un mal, Padre!— dijo Romeo, anticipando el llanto inconsolable de la Nancy que no podía contener  —¡tiene que venir a curarlo!

—¡Tiene un esorcismo’!— pudo soltar la Nancy entre lágrimas y mocos —¡tiene un esorcismo’ Padre Varisto’ ayúdenos! — y volvió a desplomarse ante los pies del cura implorando atención.

—¿Exorcismo? ¡levántese por el amor de Dios! — levantó con vigor a la Nancy del piso.

—¡Eso… un esorcismo’ le han hecho!— agregó Romeo ante la mirada severa de Evaristo.

— A ver… los exorcismos son posesiones, son demonios que poseen a un humano, no se pueden impartir, ¿me pueden explicar mejor por la Santísima Trinidad?

—¡Que al Brayatán le han metido un esorcismo’ y necesitamos su ayuda! — gritó con violencia Nancy y nuevamente cayó sobre los zapatos del cura a rogar auxilio.

—¡Eso! ¡Lo ha poseído un esorcismo’!— ratificó Romeo y, tiritando, Evaristo se quitó los lentes.

—¡¿Se pueden calmar y decirme donde mierda está el Bráyatan la madre que los re parió?!— gritó sacado Evaristo tironeando con virulencia del brazo de la Nancy para ponerla de pié —¡y deje de tirarse al piso Nancy!

—¡Venga, está en el rancho Padre Varisto’!— respondió Romeo mientras lo llevaba del brazo hacia la puerta de la Iglesia y Nancy los seguía detrás sumida en un llanto incontrolable.

Al cabo de cinco minutos aparecía la casita de los Maciel, entre el chaperío, ordenada de manera desprolija entre otros ranchitos del barrio. La Villa Las Chapas era un caserío muy humilde construido en los alrededores del pueblo Los Tilos. La familia tenía seis hijos y el Bráyatan era más chico…. y el peor.

Con sus veinte años recién cumplidos tenía un prontuario delictivo incipiente, pero un jugoso historial de borracheras, juergas y farra. Era un buen chico, pero adicto a los vicios de la noche, las mujeres, los excesos y la calle. Había abandonado la primaria luego de repetir cuatro veces quinto grado, argumentando que con catorce años ya podía trabajar acarreando papas en la feria, laburo que le duró dos semanas, de las cuales fue tres días. El Padre Evaristo sacó conclusiones anticipadas… el Bráyatan era un huésped sencillo de poseer, un espíritu fácil de doblegar, debía tener dentro un demonio cualquiera, de cuarto o quinto grado, nada fuera de lo común. Almas de esa calaña no les interesaban a demonios secundarios, mucho menos primarios. El Bráyatan no tenía ningún tipo de influencia sobre nada ni nadie. Era un tremendo inútil.

Cuando llegaron la escena era brutal e inusitada, al abrir la puerta y ver el panorama la Nancy nuevamente se desplomó, víctima de una baja de presión y la Yamila, la mayor de los hijos de los Maciel, corrió a apantallarla y darle aire. El Romeo se agarraba la cabeza… no podía creer lo que estaba pasando —¡Mire Padre! ¡mire cómo está! ¡mire lo que está haciendo! ¡me le han hecho un mal al pendejo! — y los nervios le atravesaron el cuerpo por completo, haciéndolo tiritar. Evaristo pensó que definitivamente algo atípico estaba pasando… no terminaba de digerir la situación que sus ojos contemplaban.

—¿Viene a ayudar a mi hermanito?— preguntó el Joselino ante la mirada desconcertada de Evaristo.

El Bráyatan estaba sentado leyendo en posición de loto, con la espalda perfectamente recta y una tasa enorme de té de limón y menta en su mano. Leía «Finnegans Wake» de James Joyce. Al percibir el ingreso del Padre, detuvo un momento su lectura, sorbió un poco de té, arqueó una ceja y se quedó callado, esperando que Evaristo dijese a qué había venido.

El Padre lo miró al Joselino, el único de los preocupados por el Bráyatan que parecía más o menos coherente —¿Me podes explicar qué carajo pasa acá?

—Esta mañana salió temprano y llegó acá con ese coso…

—¿Con qué coso?— preguntó el Padre.

—Con ese— respondió el Joselino señalando al libro.

—Es una novela experimental Evaristo, Joyce tardó diecisiete años en escribirla, pero fue en gran parte en un lenguaje inventado, fruto de la mezcla de unidades léxicas inglesas con neologismos y otros elementos lingüísticos que hacen sumamente difícil comprenderlo… incluso para un nativo— y un grito desgarrador de la Nancy la volvió a hacer desmayar.

—¡Escúchelo Padre! ¡Nosotros no le hemos enseñado a hablar así! ¡¡¡Si antes sólo sabía decir «guachín», «rescatate», «culiado» y «chupame la pija» todo el día!!! ¡¡¡Está hablando en otras lenguas, como dijo usted que le pasaba a los que se le metía el Diablo adentro!!! — aseguró Romeo desesperado.

—¿Por qué estás leyendo ese libro?— Quiso saber Evaristo como para preguntar algo, sin salir de su asombro.

—Fui temprano a la Universidad Nacional de Cuyo para averiguar si estaba la carrera de «Trading» y…

—¿Trading?— quiso saber Evaristo cortándole la respuesta.

—Si, en español significa algo así como «negociación bursátil». Es una profesión que consiste en el estudio de los mercados mediante el análisis técnico y fundamental, y la aplicación de una estrategia concreta para operar, con la finalidad de invertir en diferentes instrumentos financieros y obtener un beneficio.

—Mjmmm— sólo supo decir Evaristo.

—Y como lo más parecido que tenían era Administración de Empresas, que me resulta una carrera sumamente absurda e infructuosa, decidí inscribirme para el pre de «Ingeniería astronáutica y aeroespacial»— comentó seguro.

—¡Pero si repetiste cinco veces quinto grado infelí’— reprochó el Romeo.

—Ya me averigüé cómo hacer para tener el certificado, la semana que viene rindo un examen completamente hacedero y luego puedo ingresar al pre… en fin, como me aburría fui a la biblioteca y pedí el libro más complicado de entender y me dieron esta fruslería. Nada del otro mundo.

—Sinceramente algo extraño está sucediendo… pero no sé cuál sería el problema— preguntó confundido Evaristo a la familia.

—¡Pero Padre ni siquiera tiene olor a vino! ¡Y estamos a viernes! Todo el barrio sabe que el Bráyatan comienza el fin de semana el miércoles y termina re mil curado el domingo… hay una botella entera de Vittone en la alacena.

—¿No tomaste vino anoche Bráyatan?— preguntó Evaristo llevando una mano a su pecho para palpar el crucifijo.

—No, carece de sentido. El alcohol, específicamente el etanol, es una potente droga psicoactiva con un número elevado de efectos terciarios que pueden afectar de manera grave a nuestro organismo. Me he dado cuenta que prefiero encontrar asilo en desgastar mis neuronas en la ciencia y la investigación, antes que en la ingesta consuetudinaria de distintos tipos de drogas.

—Sorprendente— dijo Evaristo mientras comenzaba a sacar el crucifijo hacia afuera, presumiendo que algo peligroso estaba por suceder.

—¡Qué sorprendente ni ocho cuartos Varisto’! ¡Me le han hecho un mal al pibe! mire la cantidad de guevadadas que está hablando.

—¿Puede silenciar su cantata pusilánime querido progenitor? Sinceramente estoy ahíto de escuchar sus quejas.

—¿Aito? ¿Aito me decí? ¡Aitovoyadarnoma’! — y el Romeo arremetió contra el Bráyatan desabrochándose el cinturón a los gritos mientras Evaristo y Joselino intentaban frenarlo.

—¡Cálmese hombre!— le ordenó el Padre.

—¡Pero es que me lo va a matar Padre!, si este pendejo no sabía ni leer, ni escribir, ¡me lo han poseído! ¡me le han hecho un esorsismo esa guevada!

El Brayatan se paró mientras forcejeaban con su padre y se dirigió hacia un enorme equipo de música ubicado sobre un cajón te tomates, le dio play al celular conectado al aparato y comenzó a sonar una melodía… toda la familia se quedó paralizada… era Bach  y su «Tocata y fuga en re menor». El muchacho con los ojos cerrados simulaba ser un director de orquesta —¡Ayyyyy Johann Sebastian querido y su incomparable combinación de manejar magistralmente la ingeniería musical y una profunda expresividad! — ¿qué opina de Nietzche, Evaristo?

— ¿Que dice el reculiado este? ¿está hablando en otros idiomas? —increpó Romeo. El cura intentaba descifrar qué era lo que estaba sucediendo, de qué tipo de posesión  era víctima el pibe.

— Humano, demasiado humano —respondió el Brayatan y volvió a su lectura.

—¡Mire las pelotudeces que dice, Varisto’!, antenoche salió con los chantas a rastrillar algo y lo dejaron solo por soquete, los amigos cayeron con dos stereos y una cubierta de gol y este con las manos vacías.

— Les pedí el dinero a mis amigos y se los invertí en Bitcoins, previniendo un ajuste importante dada la situación en Suiza, ganamos 6,4% en tres días… calculo que es mucho más rentable que dedicarse al hurto.

— ¡Al orto te lo voy a moler a patadas si no dejas tranquilo a mi Brayatan! — gritó violento Romeo, amenazando al demonio.

Evaristo comenzó a practicar sin ganas el típico exorcismo, ante la mirada inquisidora de Brayatan —¿En serio cree en demonios, Evaristo?, ¿usted sabía que no hay una sola «posesión demoníaca» que la ciencia no haya podido demostrar como un trastorno psicológico? — apuró el erudito ante el enrojecimiento atroz de la tez del cura, que sudaba vergüenza.

Luego de intentar cuatro veces, mientras el Brayatan convertía el motor a combustible de la Motomel de su hermano Joselino por uno ecológico eléctrico cargable mediante USB, Evaristo se dio por vencido —Tendré que preguntarle a mis superiores — dijo sin ganas mientras abandonaba la morada de los Maciel y dejaba abatidos y muy asustados a sus progenitores. En la puerta del ranchito le preguntó a Romeo —¿Cuándo comenzó puntualmente este cambio?

—Fue así de repente…  hace dos semanas el Brayatan había salido de gira y tardó como cuatro días en llegar, apareció bañado, perfumado, con ropa nueva y así con el diablo aentro.

—¿Cómo apareció, dónde le dijo que había estado?

—Llegó cansado y con mucho dolor de cabeza, se durmió dos días, creímos que era del pedo. Los amigos dicen que lo traía una camioneta negra, con vidrios polarizados, que venía escuchando al palo «la felicidad ja ja ja ja»

—¿La canción de Palito Ortega?

—Si… esa mierda.

«Camioneta negra – vidrios polarizados – Palito Ortega» anotó Evaristo en su libretita y saludó a la familia.

NDR: Si queres entender más sobre esta historia, lee estos dos relatos:

Revelamos el oscuro secreto que se esconde detrás de Charly García

La verdadera historia de Ricardo Mur


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