Mendoza no para de ser noticia.

Que las lluvias, que el calor, que las muñecas poseídas.

Es así como tomé mi bolso y me fui hasta la terminal. Me tomé el Cata y emprendí viaje con el objetivo de conocer realmente la muñeca poseída.

Todo venía bien hasta que en medio del viaje me llega un mensaje de texto que decía: «Si le preocupa la inseguridad contratá ADT y protege tu casa». Claramente era una señal que «alguien» o «algo» le molestaba lo que estaba por investigar y me amenazaba con mandarme matones a mi casa. Pero a mi no me importaba nada y seguí.

Al llegar a destino y bajarme en la terminal, me di cuenta que estaba en Eugenio Bustos. Me había quedado en el destino equivocado, y el bondi ya no estaba, asi que tuve que caminar hasta el centro de San Carlos.

Mientras caminaba, empecé a notar que la población masculina se comportaba de manera extraña. Como que no paraba de tocarse su bulto. Si, su bulto. Como que era inevitable llegar hasta la zona y acariciarla, sobarla, etc.

Entré a un negocio y al preguntarle a una señora si sabía algo de la muñeca poseída, me respondió que esa muñeca le arruinó la vida a su marido y la vida sexual de ella misma.

Algo no andaba bien.

Salí de esa despensa y un joven de unos 16 años se me acercó.

– ¿Vos sos el que anda preguntando por la muñeca poseída?
– Si.
– ¿Y sabés donde está? ¡¿Decime donde está!?
– No flaco, pará…
– ¡¡¡Dale decime donde está o te quemo!!! ¡¡¡LA NECESITOOOO!!!

Lo empujé y salí en dirección Noroeste.

Y ahí me petrifiqué.

Sin querer estaba en frente de la muñeca poseída.

Inmediatamente me di media vuelta y corrí como nunca antes en toda mi vida. Porque soy cagón. Es más, no se porqué mierda fui si el que le gusta este tipo de cosas esotéricas es Bomur o el Lic. Coraje.

Espero que ellos se atrevan a volver.