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Lo más frágil de la locura

Todo empezó lentamente, de a poco. Primero el la agrego a Facebook, algo le llamo la atención de ella, fue una corazonada, la mejor corazonada que tuvo. Poco a poco empezaron a hablar, empezaron a conocerse. Los dos tenían algo en común, el rock, amaban pasar horas escuchando la renga, divididos, callejeros… El rock era algo que los unía sin darse cuenta, era una cadena invisible que los tenia esposados a la distancia.

De a poco empezaron a tener más confianza, se iban a tomar una cerveza por ahí, se juntaban a hablar largas horas en el William Brown o se iban al parque a tomar unos mates. Eran sencillos, no necesitaban grandes cosas para ser felices, aunque las pudieran tener, ellos disfrutaban de la simpleza.

Un día él se animó y la invito a cumplir algo de lo que habían hablado, la idea era ir un domingo a la noche al camping de potrerillos a escuchar música toda la noche y tomar algo tranquilos. El preparo la carpa, leña y lo más importante de todo, 2 botellas de fernet y 2 de coca, metió todo al bolso y partieron a la terminal.

Ese atardecer en potrerillos era un sueño, no corría una gota de viento y el agua reflejaba los destellos rojos del sol que se escondía. Armaron la carpa, pusieron la música y prendieron el fuego, ambos se quedaron charlando esperando el anochecer, esperando un momento especial.

Se hizo de noche y ella preparo la comida, como le gustaba, sorrentinos caseros de jamón y queso, una delicia. Empezó a hacer frío, así que se acercaron y se taparon con una bolsa de dormir, se quedaron hablando un rato a la orilla del fuego tomando fernet con coca. Comenzó a oírse “i don’t want to miss a thing” y ambos se observaron por un segundo, ella comenzó a reírse y ambos se fundieron en un beso apasionado, cálido y fogoso. Poco a poco lo único que se escuchaba era la voz de Steven Tyler de fondo.

Ambos estaban en trance, algo los estaba dominando y no eran ellos, estaban poseídos. Ambos entraron a la carpa, necesitaban estar más cómodos, él le saco la remera y descubrió sus pechos, eran iluminados por la tenue luz del fuego de afuera, comenzó a besarlos desesperadamente. Ella le empezó a desabrochar el pantalón, querían más, estaban sedientos de acción. Ella descendió lentamente, comenzaron a sentirse fuera de sus cuerpos, sonaba “lo más frágil de la locura” y ellos estaban despedazados por mil partes.

Hacer el amor era poco, no necesitan eso, necesitaban sexo salvaje, eran como fieras sedientas, no existían presas, solamente ellos dos. El la acostó en sobre el colchón de la carpa y coloco sus piernas en su hombro, entro dentro de ella. Empezó a besarla fuerte, como a ella le gustaba, dejaron que sus cuerpos actuaran, era el éxtasis de la locura. Ella era como el mar, él era como la luna y esa noche de luna llena hicieron el amor, apasionadamente, como ellos dos podían hacerlo, de fondo sonaba “triste canción de amor” y en la eternidad los dos unieron sus almas…

Ella se subió sobre él y empezó a moverse rápidamente, sus ojos no se separaban, se miraban fijamente, se sentían en un mundo aparte. El acariciaba sus pechos, su cintura y le dio una suave golpe en las nalgas, empezaron a hacer las posiciones más insólitas en un espacio pequeño, ella era una diosa del sexo, el era un rey del placer. Empezaba a sonar de fondo “cuando estés acá”. Ella tenía su tiempo, el mismo que no tiene fin. En un mundo así tenía su lugar. Estaban trenzados en el auge de la locura.

No querían acabar, acabar era un lujo que no se podían dar, siguieron toda la noche, recién terminaron con las primeras luces de la mañana, cuando los pájaros ya estaban cantando, salieron y el fuego ya se había extinguido, desayunaron tostadas con mermelada y mate.

Tristemente siempre hay que volver, siempre se tiene que volver a la rutina, así que cada uno volvió a lo suyo, pero no se pudieron sacar de la mente, decidieron volver a verse, tenían que hacerlo. Aunque los mejores momentos solo ocurren una sola vez y no se repiten, pueden mejorarse.

Y es como volver a empezar, todo termina de repente, pero no me digas adiós solo decime hasta siempre…

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