-Lo sé, estás asustado. Pasaron infinidad de lunas para que esa frescura estrellara su esencia en la incredulidad que tenías sobre la posibilidad de volver a sentirte así.
-¿Insinuás acaso que estaba en una etapa de total negación? ¿Negado yo?
-Claramente no, estos seres que aparecen y detonan de luces nuestro cielo son elegidos de forma inconsciente por nosotros. Te lo paso en limpio, hay una consciencia en nuestra humanidad que exige al Universo lo que uno simplemente no sabe aún. Ahí entra en juego la atracción del planeta.
-Acepto tu teoría, en parte, pero yo caminaba por la vida creyendo que jamás lo conmovedor me atraparía, no estaba pensando en esa posibilidad.
-¡Engañate todo lo que quieras! No hay corazones solitarios ni negados. Hay tiempos que el destino, la naturaleza, el cosmos o algún dios se toma para que puedas simplemente aceptarlo. Recibir ese encuentro de manera natural, va más allá de tu entendimiento. Es como querer darle a un recién nacido un churrasco, no tiene dientes siquiera, a lo sumo lo va a chupar o, en el peor de los casos, atragantarse; no tiene forma de comerlo, no es tiempo de comer bifes aún para el bebé. Algo así pasa en estos asuntos, en crudo: “vos ahora estás predispuesto y preparado para comer”, el poder universal lo sabe y por eso conspiró para su encuentro.
–Tengo mis dudas, creía que todas las relaciones comenzaban por el deseo genuino de querer vivir de a dos. Transitar la vida en compañía por elección y no por inconsciencias de uno que toma el Universo como propias.
-No intentes procesarlo, razonarlo, sos muy insignificante comparado con lo que el mundo quiere para vos, tu entendimiento es muy pequeño contra la grandeza del más allá.
La notificación de un mensaje interrumpió la charla conmigo mismo, Mariana escribió textual:
“Me asusta todo esto”.
“Muy de pronto me bloqueo”.
“Pero no sé, es como que me cagoneo”.
“Me alegro que hayas sentido eso”.
“Lo siento mucho pero no me paso lo mismo”.
“No quiero herir susceptibilidades… no tengo nada más para decir”.
“Perdón mi cobardía de no decirlo en el momento”.
“Me sentí rara, un poco ‘acorralada’”.
“Entre comillas ‘acorralada’ porque no es justo lo que te quiero decir”.
“Incómoda sería la palabra”.
“No fue que no me gustaste, me pareciste buena onda”.
“Seguramente sea eso… estoy con el corazón roto”.
“Quizá en algún momento me sienta identificada con alguna publicación”.
El punto fue que ella vio en mí un “metejón total”; sí, la asusté por completo. El que muestra el hambre no come, el que no se hace desear no es deseado. Para muchas, el romántico es un perro verde. No quería un Romeo, solo sudor del sexo acumulado. Un Don Juan sin ataduras ni enredos… una víctima para saciar su lujuria.
Mariana es muy frontal, es ese cuchillo de carnicero que traspasa cualquier carne, que rompe hasta llegar al hueso. De sinceridad extrema, apasionada por los humos delirantes. No le van las novelas de la tarde, es una Sharon Stone en Bajos Instintos mejor esconder el picahielos, la prevención es preferible a una herida apasionada.
¿Y la dulzura?, ¿no hay lugar para ese sentimiento en esta morocha de curvas siniestras? Decididamente negativo. Tiene la frialdad de un francotirador, no respira, inmutable, hasta que presiona el gatillo y te desvanece a su antojo.
La primera impresión es la que vale, entonces ahí habitaba el problema, como pasar de Morfeo a Eros. Cómo demostrar que puedo estar a la altura del depredador que anhela. Tenía un trabajo en puerta y estaba dispuesto a terminarlo.
Increíblemente después de algunos intentos al agua, pude dar en el blanco. No me dejó alternativa más que la sinceridad. Esa arma de doble filo que te entierra en el abismo o te eleva al paraíso.
Fue natural el modo que logré reconquistarla, reconvertir en ella esa imagen de niño bobo, de oveja virgen, a la de un hombre experto en asuntos pasionales. Me calcé mi traje de lobo y simplemente fui yo. Rompí la careta con un “Tinder es mi estado civil, hace largos años”.
Puedo ser aquello que quieras, me adapto. Invierto fervientemente en momentos placebos. Adoro matar mis horas conjugando mi cuerpo con lo mejor que existe en este mundo… ¡ustedes, mujeres!
Para sorpresa del nacido bajo el signo de Escorpio, mi confesión fue muy certera, dio en su intimidad. Me permitió “comer” a Mariana, como decía una de las voces de mi cabeza en esa charla conmigo mismo.
Todo encajó, en la frase del genial Woody Allen, “¿El sexo es sucio?, solo si se hace bien”. Se viralizaron nuestros roces, nuestras bocas impuras se unieron en un motel muy atinadamente llamado, Love.
Escrito por messianico (@messi_anico en insta) para la sección: