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Mi historia con un típico mecánico garca

Si en este mundo hay algo más peligroso que un norteamericano con bomba nuclear es un mecánico argentino, hábil y torpe a la vez, burdo, mal educado, homofóbico y coleccionista de fotos de minas en bolas auspiciando una marca de aceite, rodamiento o grasa para auto. ¿Porque los describo así? Porque un mecánico juega con los sentimientos de una persona, es traicionero y sabe que te tiene en sus manos. Para no ir más lejos paso a contarles mi aventura con el mecánico.

Hace unas semanas mi autito fiel y seguro comenzó a sufrir unos desperfectos en el tren delantero, aparte la luz del freno de mano tenía un falso contacto que hacía que la luz parpadee mientras estoy en marcha, como sufro de trastorno obsesivo compulsivo, esquizofrenia y obsesión con el orden ver esa luz parpadeante en el tablero hacia que yo quisiera tener en la mano una bomba para volar el auto. Llegando al mecánico de la city (aclaro que es uno particular porque creo que para llevar un vehículo al service oficial hay que tener mínimo tres residencias en Dalvian, y ni así), estaciono y entró a su taller, me atiende con un pucho en la boca, me mira haciéndome un escaneo corporal, otro dato interesante de un mecánico es que cobra según la cara del cliente, según el vehículo que este posea más el costo de la reparación del auto, asumo que conmigo debió haberse confundido ya que mi cara de boludo le decía “cobrale carísimo si este no sabe nada”, pero mi ropa de laburo decía “este pibe de pedo tiene para la nafta común y aprovecha los enviones de la calle”.

– ¿Que paso pibe? – me dijo seguro

– Mire, venía a dejar el auto, porque cuando acelero se me corre un cacho, y la luz del freno de mano se prende y se apaga.

– Mmm… metelo a la fosa.

– Bueno – dije temblando.

El mecánico comenzó a revisar el auto y yo veía su rostro como pensando “el cumpleaños de mi hija es la semana que viene, ¿cuánto le puedo sacar a este gil?” o “el sábado está cerca y me tengo que ir de farra, por empezar unos mil seguros por abrir el capot” quizás también “¿Qué carajo es esto? No importa, pone cara de que sabes”.

– Pibe gira el volante – me dijo con voz de camionero.

– ¡Si señor! – respondí como niña exploradora.

– Acá está la falla, bueno veni a mi oficina que te hago un presupuesto.

Así como uno ingresa a una cárcel, así iba yo detrás del mecánico, con miedo, me transpiraba todo el cuerpo, y solo pensaba… “Que no me haga bosta el aguinaldo, que no me haga bosta el aguinaldo”.

– Mira el total de esto es… – fumaba mientras escribía en un cuadernito lleno de grasa – El total es de $5630

Casi me muero… ahí comenzó la guerra silenciosa.

– ¿Se puede tarjetear? – dije enseguida

– Neeeeeeeeeeeeeeeeeee – me dijo como si usar tarjeta fuese raro, en un mundo donde es tan usual como usar un calzoncillo.

– Mmm, ¿es necesario hacerle todo eso? – dije mirando el papelito de mierda.

– No, hay algunas cosas que no son urgentes…

Me mostró el presupuesto

Amortiguadores $1500

La torta para el cumple de la hija $1000

Signo de interrogación $1700

Repuestos varios totalmente necesarios $2330

– ¿Hacen falta los amortiguadores? – pregunté.

– No, eso si queres se los hacemos más adelante…

– ¿Y eso de $1700? no se lo hagamos, no tengo toda esa guita.

– Esa es la mano de obra boludo.

– Ha… – Dije todo rojo – Bueno mira todavía no cobro, déjame que lo analice y vengo más tarde. Aparte lo necesito de un día para el otro porque sin el auto no puedo ir al laburo.

– No te hagas problema maquinaria, todavía podes andar así… se te van a gastar un poco las gomas nada más, pero lo demás esta ok.

Salí del lugar sobándome el invicto cuando me chifló…

– Pibe mira si lo hacemos este finde te cobro $3000 porque te bajo la mano de obra y no le hacemos los amortiguadores – me dijo medio regalado y “retruco” pensé yo de toque.

– Ha… y bueno dale… Pero ya ya te puedo conseguir 2500 nada más.

El mecánico me vio la cara de hijo de puta y no advirtió que la primera regla de un negocio es “No bajarse los pantalones tan rápido” porque me daba todo el poder.

– Bueno dale, pero este fin de semana sin falta – Me puteaba por dentro, lo sé.

Salí feliz en mi autito porque si bien al principio le toco al mecánico, después me di vuelta y le pensé “este es mi turno papá” (creo que estoy haciendo demasiadas analogías gay). Pero de esto se trata al momento de llevar el auto a un NN, te va a querer cagar, porque necesita comer, al igual que vos necesitas cuidar el mango, yo lo llamo… la guerra del “yo tengo, vos sabes, vos haces pero yo digo cuanto te voy a dar”. Mientras esta ley esté de tu lado en esta batalla silenciosa siempre uno va a salir ganando, igual me salió de pedo.

¡Ha! y ¿Cómo me las estoy arreglando esta semana para no enfermarme con la luz del freno de mano parpadeante? Pongo mi mano de tal manera que tape el tablero donde se encuentra dicha luz, adjunto imagen:

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Me despido esperando que les guste mi pequeña historia, no piensen que soy tacaño, solo que… ¡ay ya llevo dos hojas y media, mejor la corto para no desperdiciar más papel!

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