/Mi primera experiencia de sexo en la playa

Mi primera experiencia de sexo en la playa

Corrían mis veintiún años de edad, cuando con mi grupo de amigos nos disponíamos a clavar unas vacas en la Playa. Íbamos  con el Gordo Chule, el Gonza y el Ger (alias el tripa gorda) en el auto de este último. No faltaba nada, teníamos ropa, cámaras, un poco de escavio, puchos, y claro, me iba con varias municiones de PRIME, en realidad iba cargado hasta las bolas, como si estuviera a punto de ir a una fiesta negra.

Como copiloto, y con la tarea de musicalizar el camino, emprendimos viaje a lo que serían unas alocadas vacaciones llenas de acción…y tentaciones. Todo nos fue bien, sin sobresaltos, nos paramos como diez veces a mear y tirar piedras, nos fumamos los pedos del gordo, y manijeabamos un poco cuando poníamos una canción copada, típico de vacas entre vagos.

Después de un par de horas, llegamos y nos instalamos en un depto que habíamos alquilado desde Mendoza, asique ya caíamos instalados. Bajamos las cosas al palo, no queríamos desperdiciar ni un segundo que pudiéramos pasar en la playa.

Luego de cuatro minutos y medio bajando las tres o cuatro boludeces que habíamos cargado, cazamos ojotas, toalla y caminamos las 3 cuadras que nos separaban del tan ansiado mar.

No alcanzo a poner un pie en la arena, que veo la primera escena que me voló la peluca, pero MAL. Rubia, con bikini rosada y un bronceado de unos seis días de playa, que la hacían ver más rubia, más rica, más garchable. La rubia, le pasa la pelota a otra joven muchacha (recién ahí me di cuenta de que jugaban al vóley, cuando pude dejar de mirarle el culo). Quién recibía la pelota, era un infierno morocho, con los mismos días de bronceado que su amiga blonda, presumiendo un pequeño triángulo dos tonalidades más claro que el resto del cuerpo, justo en sus tremendas gomas, señal de que había tomado sol con otro corpiño…Cae la pelota, ríen, me miran mal…

Al parecer hacía como diez minutos veía un partido de vóley de dos desconocidas, parado en el medio a cara de perro.

–       ¡Dale culiado, no seas pajero! Jajaja

Me grita el Chule haciéndose el pelotudo, como si el no hubiese vivido la misma secuencia.

La cuestión es que pasó la tarde y decidimos volver al depto a pegarnos un baño y cambiarnos para salir a clavar algún tipo de fiesta. Ni bien vamos llegando, así como un milagro, me encuento a la Vale, uno de mis mejores garches de la secundaria. Radiante, con la piel aún virgen de sol y con ganas de fiesta, me empieza a saludar con la mano 30 metros antes de que llegue a cruzarme con ella. Pregunta vá, pregunta viene, me entero que estaba en un departamentito muy cerca del nuestro, yo ya me imaginaba como iba a terminar todo esto. Como si fuera poco la jugada maestra del destino, la mina me habilita unos precintos para una fiesta que se hacía esa misma noche, y me dijo que ella iba.

Llegué al depto entusiasmado como puto empalado con dos pijas, o bueno, como perro con dos colas para hacerlo más familiar. “No saben putos, me encontré a la Vale, está parando acá de toque, no saben lo rica que está y ya tenemos precintos. Ojo, que es mía, a esta me la sacudo yo todas las vacas ¿ok?”dije marcando mi territorio.

Como buenos compañeros los pibes se cambiaron y me acompañaron a la fiesta. Una pija. Faltaban minas, la música un embole y cero onda. Yo los veía que se aburrían, pero tenía mi hueso ahí, esperándome con un vestidito blanco que de pedo le tapaba la cola, bailando, sonriendo, como si estuviese en una fiesta paralela, sin dudas era la más rica de esa fiesta llena de huevos.

–       Rata mirá donde nos trajiste infeliz…

–       Bueno, si quieren vayan, yo me quedo con la Vale.

Trago va, trago viene, la música nos terminó aburriendo y partimos para el depto donde estaba parando ella. Entramos desaforados, comiéndonos mientras nos sacamos la ropa y nos tiramos en un sillón. Nos empezamos a comer más fuerte,  ella se sube arriba mío y se saca de un solo movimiento el vestido, quedando en tetas y bombacha.

 

Con ese humilde acto de provocación, inicia el famoso culiaropas. Ya empecé a mandar mano y el roce de la ropa interior de ella ya me estaba lastimando el miembro, por lo que entendí que ya era hora de esconder el ñandú. Manoteo al pantalón para sacar el forro, cuando tocan el timbre…

-Es mi primo, escondete y cuando puedas salí porque si no me matan. Mañana hablamos.

La puta madre, no sabía que había venido de vacas con sus primos. Como pude me escondí debajo de sillón y ella se lo llevó a la cocina distrayéndolo para que pueda salir.

Y ahí iba yo, caminando muy, pero muy caliente, me excitaba hasta el roce del pantalón en mi miembro. De repente, empieza un latido que provenía muy desde los huevos, latía, latía, latía, hasta que llegó el famoso dolor. ¡Tremendo dolor de huevos! Necesitaba ponerla urgente o iba a explotar. Me agarré de un poste, respiré hondo, me acomodé un poco el ganzo y pude continuar hasta el depto, obviamente puteando hasta en arameo a los primos de la Vale.

Imagen descriptiva de mi cara con el dolor de huevos

Ella también se había quedado con ganas, asique tipo dos de la tarde se acercó a invitarme a que nos fuéramos solos a una playa que ella sabía que siempre había poca gente. Agarré mi mochila con una toalla, guita y forros a mansalva, de hoy no pasaba.

Llegamos a la playa recontra cagados de calor, definitivamente había poca gente, pero los que habían parecía que también iban en plan de garche. Miré el panorama y habían varios lugares en donde esconderse para un rapidín. Una roca que invitaba, y varios lugares que, con la ayuda de una sombrilla acostada podían funcionar de albergue transitorio. “Como te la vas a comer hoy Vale, pensé”.

La vale me arrebató de mis pensamientos agarrándome de la mano, tiramos las cosas en la arena y empezamos a correr hacia las olas. El agua estaba helada, por lo que cuando ya nos tapó más arriba de la cintura nos abrazamos para darnos calor. Obviamente al primer roce de sus tetas mi miembro se me puco como un garrote. Ella, lo detectó y siempre gauchita, metió sus manos en el agua y me la apretó fuertísimo, detalle que hizo que me la empiece a comer fuerte y a mandar mano yo también…

Justo detrás de Vale, un bombón, de bikini floreado. Mientras me comía a la Vale bien fuerte la miraba a ella con un ojo entre abierto. No es que no me gustara, si no que la mina que estaba atrás era una potra increíble, algo que no se veía todos los días. Yo estaba con la pija dura como asfalto. Esto era un sueño.

En medio de esa secuencia mágica, el mar, cómplice del momento, juguetón y buen amigo, empieza a amasar una ola que de un tirón le desacomoda todo el corpiño. Lo que yo vi muchachos, lo que yo vi no tiene precio…esas gomas, con el cuerpo bronceado, el triangulito sin broncear, y un púber y rosadito pezón que me dejó seco.

La Vale a esta altura ya se dio cuenta, al parecer dejé de besarla para quedarme solo con la boca abierta. La ola destapa a la muchacha que se estaba acomodando el corpiño y una cachetada de la Vale me despierta del sueño que estaba viviendo.

–       ¡Sos un gordo pajero! Me gritó y se fue rumbo a la costa…

La chica del topless accidental, percibió el grito y disimuladamente se empezó a alejar …

Ahí estaba, solo y con el muñeco tan duro que me podrían colgar un yunque. De pronto empiezo a sentir el latido que provenía de la parte baja…un leve dolor que iba subiendo de intensidad y mi pija ya estaba más dura que nunca. Como pude, me fui más adentro del mar y me desprendí la malla, paradito haciéndome el choto.

El dolor de bolas se hacía más intenso y yo necesitaba evacuar. Me agarré el ganzo y se me vinieron 4 flashes a la cabeza, la rubia jugando al vóley con su bikini rosa, la morocha que recibía y se había cambiado el corpiño, la calentada de pija de la Vale en su sillón y las tetas que aún estaban frescas en mi memoria.

Cerré los ojos y de cuatro jaladas en cámara lenta (por el agua) dejé 150cc de mi información genética en el frío mar…era necesario. Muy Necesario.

Y así fue, que el mar fue testigo de mi primer acto sexual en la playa, y los tuve a ustedes leyendo todo esto pensando que me iba a coger a la Vale, cuando en realidad, solo me hice una paja en el agua.

FIN-

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