/No ai coco e ma monita

No ai coco e ma monita

Viernes. Juntada con los pibes. Esa jornada había mucho que celebrar. El Cecil iba a ser papá nuevamente, el Negro pegaba laburo nuevo y el Pepa nos venía a visitar de San Luis, como cada tres semanas.

Por los motivos de festejo, el Cecil había traído un whisky para brindar y compartir con la monada y el Negro sumaba una caja de vinos de primera a la velada. Antes de prender el fuego comenzamos a chupar. Hacía calor, no teníamos pileta y ni la noche ofrecía respiro. Hacer el asado era todo un tema, así que lo íbamos cocinando de lejos, a fuego lento, mientras compartíamos una ronda de cerveza helada y fernet «para compartir» en botella de 2 litros cortada.

El Pepa estaba especialmente feliz, venía de una semana de pequeños roces con su novia puntana y venir a Mendoza a ver a los pibes le representaba una especie de descanso. No obstante la muchacha le estaba mandando audios esporádicamente vía celular y demandaba respuestas relativamente inmediatas con la misma metodología, o sea… mensajes de voz.

El espíritu grupal de ese día era de algarabía y jolgorio, el Negro estaba dadivoso y comenzó a ofrecer bebidas varias y a prometer que si nos quedábamos hasta bien tarde habría más regalitos. El Perico rápidamente sucumbió a los efectos del alcohol y comenzó a hacer los bailecitos de borracho que tanto nos gustaban. El Pepa le seguía entrando firme mientras respondía entre risa y risa a los audios de su amada.

Cuando nos terminamos las birras destinadas a la previa de la cena, el Pepa ya se había bajado medio tubo de fernet solo. Era el momento estelar del Negro y se abrió dos Malbec y un Cabernet de cuatro cifras según él. Estaban impecables para todos, aunque nos pareció un sacrilegio que el Pepa los sodeara sin ningún tipo de prejuicio.

El Tanque es por lejos el mejor asador de la brigada, ha ganado su medalla a base de huevo y esfuerzo, el tipo compra perfecto y asa aún mejor. Había carne de más, como siempre, así que la cena se extendió más de lo normal. El Negro regresó con una segunda ronda de vinos premium para los nueve amigos. Al Pepa, que continuaba sodeando el elixir de Dionisio, le habíamos dejado un tubito medio pelo que ya estaba tocando fondo, por lo que exigió «otra vueltita pulpero». Y el Negro lo satisfizo. Se clavó nada más y nada menos que dos tubos con un sifón de soda.

Terminamos la cena, estábamos bastante alegres, entonces el Cecil sacó su regalito… un Chivas Regal de 12 años. Duró una sola rondita para los 9 buitres, que nos habíamos dispuesto a tomarlo tranquilos, en sobremesa, con hielo y charlas filosóficas propuestas por el Poli. Pero el Pepa, cual «toc toc», se liquidó su medida en un abrir y cerrar de ojos. Ya cuando se sacó la remera nos dimos cuenta que estaba realmente para atrás — sssshhhiiiicoooo taa estoooo — se mandó.

Pasó el whiskycito y pusimos sobre la mesa lo que quedaba de Fernet y una botella de Gin para hacer gintonic. La media botella de Branca se fue en un «compartido» de casi litro y medio… obviamente preparado por el Pepa que se lo adueñó como un perro de caza y lógicamente se lo bajó solito. ¡Súmele casi un fernet entero a su cuenta bartender!

La velada marchaba de lujo, estábamos en plena tertulia con la lengua picante. Antes que se acabara el gin el Negro se paró con una sonrisa de costado y se fue al comedor de su casa. Minutos después apareció con una botella de tequila con forma de barco que no sé de dónde chota había traído y un ron Barceló. Realmente estaba de festejo el culiado.

Nos pusimos a preparar primero el ron, porque había bastante Coca. El Pepa se sentó a mi lado y se adueñó de la botella de tequila, calladito, sin que nadie se de cuenta… y comenzó a tomar del piquito, de a sorbitos, mientras me relojeaba de reojo.

En ningún momento de la noche le había aflojado al celular y a los audios entre dientes… entonces le pregunto.

— Culiado ¿qué onda? ¡Dejá de mandar audios con tu novia, pollera!

— Essssta insoportable Tinssshhhho — me dice con la lengua lenta como una babosa en subida.

— ¿Pero te mandaste alguna?

— Naaaa… essssta semana medio que peleamooooo… me arreglé ayer y no le gustó ni mierda que me venga a Mendoza. Pero va toooooooobien — me dijo al tiempo que le mandó otro audio a duras penas e hizo un esfuerzo enorme por leer si había respuestas.

— Gordo no ves una mierda — le dije.

— En este estado noooo compareeeee — me respondió y nos entramos a reír. Le dio dos o tres sorbitos más y extendió su mano con el celu — Loco… ¿me lees qué dicccccceeeee?

— A ver — le agarré el celular — «Bueno gordo portate bien, ¿se quedan ahí en el Negro?» — le leo.

— ¡Que la parió! me lo tira así porque quiere saber si me voy a ir a bailaaaaa… no quiere que me sssshhhupe porque dice que cuando me ssshhupo pierdo el control — me dice ofuscado el Pepa entre risas imitando de manera pésima a su chica.

— Gordo… algo de razón tiene jaja, así no te podes ir a ningún lado — le respondo — ¡estas hecho teta y no se te entiende una goma!

— Respondele algo pofavooooor, no doy mássssss y no puedo centrar la vista — me dice mi amigo con un mareo atroz y la voz completamente distorsionada por el alcohol.

Entonces le escribo «amor, no. No vamos a salir a bailar, nos quedamos acá en el negro tomando algo«.

La novia del Marcos manda un audio… «bueno, ¡pero me avisas si salen eh!».

Entonces le escribo, «si, obvio amor, te aviso, pero tranqui que no. Estamos todos de ojotas«.

Pasaron unos breves instantes mientras yo veía grabando audio  cuando llega… «¿porqué me estás escribiendo y no me mandás audios?, ¿DONDE ESTÁS?, ¿estás borracho?». Entonces me entró un escalofrío en todo el cuerpo, me fui imposible no ponerme en el lugar de mi amigo que me miraba con la vista perdida, y me hacía señas con la cara para que le dijera qué me había dicho.

— Quiere que le mandes un audio — le digo cual sentencia de muerte.

— A consha eeee la lora — le alcancé a entender, mientras me manoteaba su celular y se alejaba unos metros de la mesa donde estábamos en plena charla.

Lo veo a lo lejos dudar, mirar hacia la mesa, mirar hacia el horizonte nocturno, tomar aire dos o tres veces y sumergirse en el botón de audio para hacer su mejor papel. Sale audio… se queda expectante ante la pantalla, me quedo expectante ante la situación. Yo lo miraba fijo desde la silla mientras él se tambaleaba y esperaba la respuesta de su amada. Entonces llegó… se arrimó el celular al oído, cerró los ojos y se agarró la frente mientras meneaba su cabeza negando lo que estaba escuchando. Se arrimó lentamente hacia donde estaba yo, tomó la botella de tequila que ya estaba llegando a su fin, le dio varios sorbitos y me dijo — ecusshaaa lo que me mandoosssta culiaaa.

Escucho el audio… «Sos cualquiera Javier (Javier es el nombre real del Pepa, que sólo se lo dice la gente cuando está muy enojada con él), me prometiste que no te ibas a poner hasta la pija, quedate en Mendoza borracho hijo de puta»

Me quedo un rato mirando el celular y a mi amigo, que se fondeaba el tequila mientras esperaba mi respuesta. «¿Qué le habrá dicho este pelotudo?» pensé… y con el teléfono de él en mi mano reproduje el audio enviado… y ahí me di cuenta porqué le saltó la ficha a la mina… va el audio:

 

 

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