/Personajes típicos de una fiesta de cumpleaños

Personajes típicos de una fiesta de cumpleaños

Da lata. Es cargoso desde 2 semanas antes hasta la fecha en que suena el timbre por el primer invitado. No es solo un tema de ponerte más viejo y más peludo… Los cumpleaños dan asco.

Cumplir años trae sentimientos encontrados. Uno está exuberante y feliz, ya sea por lo lindo que se siente al ser el centro de atención de todos los más queridos o porque te miman y excusan a causa de lo importante que es cumplir años. A la vez lo odiás. Tener que hacer compras sabiendo que siempre va a haber un sobrino al que no le guste la coca y prefiera Fanta limón; hacer poca torta porque a nadie le gusta pero resulta que ese día todos tenían el chip de la torta activado; comer sanguchitos toda la semana después de la fiesta hasta que tu cara se convierte en un cuadrado relleno de jamón y queso; coordinar las fechas para que todos puedan asistir a dejarte las orejas coloradas a tirones; soportar el típico chiste de soplar la vela, que está tan trillado que hasta tu abuelo se ríe cuando lo escucha…en fin. Apesta.

Lo cargoso no es solo el “Birthday planning” sino también el durante y después de la fiesta. Otra vez sentimientos encontrados. Disfrutás de tu fiesta pero tenés, al mismo tiempo que brindás, que observar que todos tengan mayonesa, que todos tengan servilletas, que el vino no falte y el pan tampoco…es decir, no disfrutás un carajo. Te pisaron todo el sillón que rogaste que no te pisaran; salieron a fumar dejando la puerta abierta con los demás cagándose de frío adentro; le bloquearon el portón al vecino y ahora te pone las quejas hasta el 2014, etc.

Festejar el cumpleaños es un embole en sí; pero a lo que voy en esta nota es a aquellas personas o personajes típicos del cumpleaños que hacen que tu masoquismo continúe año tras año, convirtiéndote en un adicto a las empanadas copetín y al gusto de la crema cortada de las tortas. Ellos siempre están y siempre estarán:

  • Los fallutos de siempre: esos que te clavan con dos docenas de facturas a la tarde y después con un kilo de asado a la noche. Prometieron que llevaban el fernet y vos compraste 5 coca-colas. Los empernadores, clavadores, malamigos y traicas de cada cumple. Siempre va a haber 10 que te dicen con seguridad que van y te mandan un mensajito a las menos cinco para decir que se encontraron en la vereda entradas para el recital de Coldplay con diez pasajes a Buenos Aires para esa misma noche ¿Para qué dicen que sí y a último momento dicen que no? Un misterio símil origen del universo…
  • La tía. Esa adorable persona que logró que nunca tuvieras que usar rubor en tu vida…de tan colorados que te dejó los cachetes por pellizcártelos desde chico. Te pregunta en medio de la cena si tenés más grande el chochito o si ya tenés pelos “ahí”. Se quedó en tus quince y sus chistes se congelaron en el tiempo. Suele regalarte pulóveres en verano y ojotas en invierno. Es la gran desubicada que origina cargadas hacia tu persona hasta el día en que mueras.
  • El camaleón Entra callado. Come callado. Hace callado. Es el buen amigo de todos. Encuentra el baño sin preguntar, o si preguntó nunca te enteraste. Parece retrasado mental o autista, pero todo cambia al darle alcohol. Salta con los chistes más inesperados y graciosos de la fiesta; se come a todas las solteras codiciadas sin dejar huella alguna; te pasa por debajo la data de todos los que se mandaron cualquiera; nadie le saca el cuero pero él empieza todos los puteríos sin que se den cuenta. Es anarquista. Es tu amigo más groso y un invitado infaltable de cada cumpleaños.
  •  Los de los mansos regalos. Personajes desconocidos en tu vida hasta el día de tu cumpleaños. Novios/as de amigos, amigos de amigos, primos lejanísimos, el novio nuevo de tu tía, etc. Caen a tu cumple presentándose en sociedad y nunca quieren quedar mal en su primera aparición pública… o quizás se sienten culpables por caer al cumpleaños de un desconocido. No sé. Cuestión que siempre caen con los mansos regalos. Pantalones de Tucci, una tarjeta regalo de 500 pesos para Falabella o un día en el Spa de un hotel 5 estrellas. Eso es lo bueno de meter desconocidos en tu fiesta. Lo único bueno creería…
  • Los abuelos y su misión imposible. ¿quién no tiene esos abuelos monetariamente incorrectos que te pasan por debajito el Roca? Son el 007 del cumpleaños. No solo son los más capos porque te dan plata para que te compres lo que quieras sino que hacen lo imposible para que tus viejos no se enteren de cuánto te están regalando. Meten los billetes adentro de tarjetas, sobres, medias o te encaran como un ladrón y te meten la plata en la axila. Son la simpatía del cumpleaños y los capos del contrabando de regalos.
  • La robamiradas. Todas la odian. Le aclaraste a tu amiga que era una fiesta tranqui en una casa y se plantó el vestido ajustado con lentejuelas que sustituye toda bola de boliche en la fiesta. Tiene un lomazo y todos los chicuelos la miran. Tus primas, hermanas, amigas, tías y demás féminas te odian por invitarla, la odian a ella y se empiezan a escuchar los comentarios de fondo: “Las tetas las tiene re operadas”; “Esa chica no debe comer choripanes nunca”; “Creo que la vi en la Montecaseros el otro día”. Es un tsunami de celos para la mesa 7.
  • La fotógrafa. Solía ser tu abuela con la cámara de los años 60 y los 15 minutos de pose como si el living de tu casa se convirtiera en la Plaza Fundacional. Ahora es tu abuela y todos los que se acaban de comprar smartphones. Al otro día te encontrás con párpados a medio cerrar, lechuga entre los dientes y alguna que otra rayita de poto si tenemos suerte. Al menos antes con tu abuela tenías que esperar a que revelara las fotos. Ahora el álbum que debería llamarse “Registros de una parálisis facial” aparece en cada muro de cada red social posible e inventada.
  • El organizador de eventos. Naaaaaadie se lo pidió. Aún así les dice a todos dónde sentarse, te hace acordar que faltan empanadas acá y sanguchitos allá; te avisa a la hora que debés sacar la torta e incluso el muy caradura le abre la puerta a los invitados por vos. Es el típico que pide “otra, otra” en cada canción de Karaoke, pide el brindis a los más vergonzosos y te recuerda escupiéndote de la emoción que tenés que pedir tres deseos antes de soplar la velita. Le das un esmoquin y es capaz de bailarte como los mozos del salón Noche de Sueños. Es de la Cámpora. No entendés como un panda puede estar en peligro de extinción y este salame seguir vivo.
  • El hijo del medio. Llama la atención en cada fiesta a la que va. Es adicto a las miradas ajenas y no posee vergüenza alguna. Suele empezar el show mandándose algún moco: o tira el vaso de gaseosa o se pelea con alguien o le pintó el animador de fiestas armándote un stand-up de chistes cochinos delante de tu abuela de 85 años. Grita palabras obscenas a la hora de sacar las fotos y discute sobre política, religión y cualquier otro tema tabú que se le pase por el bocho al momento. Odia a la Cámpora. Se pone en pedo primero y se va último. Le pregunta a tu prima gorda si está embarazada por error. Es el gran perno de cada cumple.

A pesar de todos/as adoro festejar mi cumpleaños y pasar por cada una de estas cosas. Las vergüenzas, las risas, las anécdotas…son algo eterno que salva los peores recuerdos de cada año. Podés haber pasado por una crisis sentimental o económica en esa época, pero todos se van a acordar de ese año no porque tu novio te dejó o la empresa fundió, sino porque en tu cumpleaños uno de tus tíos se puso en pedo y demostró ser un peluche al sacarse la camisa.

Mil veces mejor festejar un cumpleaños que hacerse el maduro fingiendo que esto no nos gusta. Aceptemos la realidad y gritemos: “Chin chin ¡por muchos años más!”

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