/Pipino, el Mendocino vendido que les quitó el artículo a los equipos locales

Pipino, el Mendocino vendido que les quitó el artículo a los equipos locales

Pipino Vilafagne era lo que hoy se llamaría “un nene bien”. Hijo de acaudalados comerciantes mendocinos, creció entre burgueses y aristócratas de la sociedad cuyana, como los Aristizabal Marquez o los Emilio Civit.

De chico, Pipino fue educado en bellas artes, tocaba piano a los ocho años y hablaba de historia Rusa a los 14. Luego, como toda familia Mendocina ridículamente cheta, colmada de excesos, caretajes y demostraciones ostentosas, los Vilafagne gastaron más de lo que ganaban e invirtieron en negocios absurdos, destinados a una sociedad top que aún no existía en la provincia y se fueron en picada.

Se fundieron rotundamente, al punto de cambiar su apellido por la vergüenza amendozándolo a Villafañe. Esto llevo a Pipino a la indignación, resentimiento y a la obligación de tener que estudiar para conseguir un trabajo digno, ya que su familia estaba “en la lona”. Entonces fue así como conoció la pasión del fútbol y se internó en la facultad. Egresó de la licenciatura en periodismo con tan solo 21 años y fue medalla de oro por sus calificaciones.

A los 22 años ya trabajaba en Radio Libertador y s los 24 había firmado un jugoso contrato con Radio Mitre en Buenos Aires. Su estilo es recordado por viejos periodistas como Macaya Marquez o el Chino Zabala.

Se había transformado en un aporteñado y sofisticado comentarista deportivo, lo que causó mucha bronca en la gente de sus pagos menducos. “Pipino es un mequetrefe cartucho paparulo” habría declarado Rafael Morán. “Nos criamos juntos, pero nunca pudo con su naturaleza” dijo Rodolfo Braceli.

El tema es que Pipino, indignado por el ninguneo que le propiciaron en Mendoza, por careta y boton, decidió tomar una medida drástica y mala leche para complicarle la vida a los periodistas mendocinos, fue así como legalizó la quita de el artículo en los equipos locales para siempre.

Entonces hizo quedar como el orto a aquellos pobres periodistas locales que relataban partidos de “los Boca”, “los River”, “el Godoy Cruz” o “el Atlético Mandiyú”. Cada vez que pisaban Buenos Aires se les cagaban de la risa por “provincianos”.

La venganza de Pipino fue cruel y precisa. Es por eso que hoy vemos partidos “del Inter”, “del Barcelona”, “del Colo Colo”, “del Palmeira”. Nos hacemos hinchas de “el Chelsea”, “el Real Madrid”, puteamos a “la U de Chile” pero somos fanáticos de Old Boys, de Racing, de Velez o Independiente.

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