/Por Acá: pedían una noche tranquila y terminaron violados por Australianas gigantescas

Por Acá: pedían una noche tranquila y terminaron violados por Australianas gigantescas

Por acá me violó una australiana.
Por acá, una australiana y mi primer abuso.
Esa australiana que me abuso en por acá.
Violación (o abuso) en Por Acá.

Erase un sábado por la noche, ahí nos encontrábamos con el Paris, tirados hecho percha, habíamos ido a potrerillos y nos quisimos hacer los copado subiendo montañas,  así terminamos. Esa noche escaseaban los pesos, cuando se le ilumino la neurona y me dijo «-Che ¿vamos a Por Acá?» (el bar, como nos gusta decirle), si caemos antes de las 12 no pagamos entrada y creo que hoy hay 2×1 en porrones hasta la 1. Así fue como rajamos, ni un baño nos pegamos, a la francesa y con un toque de perfume.

Llegamos de pedo, 5 minutos antes de las 12, encontramos una mesa, nos compramos un porroncito y nos regalaron maní; nos reconocieron por ir seguido. Nos colgamos charlando boludeces y viendo unos videos.

Llevábamos el segundo y último porrón, cuando se nos acercan unas muchachas, tenían dos mojitos cada una. Chicas  de gran porte,  más bien  grandes,  corpulentas, brazos de tres veces mis piernas,  una espalda que ocupada todo el asiento de un Falcon, una rubia y la otra morocha. Las muchachas se acercan amablemente a preguntarnos qué onda el lugar, eran de Australia, entre nuestro mal inglés y su mal español logramos entendernos un poco.  Apenas nos terminamos los mojitos, nos ofrecieron más tragos, andaban cargadas las muchachas y creo que el cambio les favorecía;  eran buena onda y nos compraban tragos, daba para seguir charlando. Entre charla va y charla viene, su porte se debía a que eran lanzadoras de martillo, venían a Mendoza por una competencia.

Todo iba marchando bien, se terminaba el vaso y rajaban a comprar otro; así probé todo esos tragos que jamás me compraría. Pero en un momento notamos que la cosa se estaba poniendo complicada, el alcohol iba haciendo de las suyas, las grandotas se empezaban  a poner cariñosas, se nos abalanzaban, a Paris la rubia le masajeaba el amigo con la rodilla, a mi casi me tira dos veces de esas sillas de tres patas, esas que son altas; pero que incluso arriba de esas éramos chiquitos al lados de las muchachas en cuestión.

Unos tragos más encima, cuando Paris recomendó a la rubia a comprar unos whiscolas de Jack, ni la dudó y rajó para la barra. Una vez comprados, la muchacha se da vuelta, los ojos no se le frenaron y parecieron que dieron otra vuelta en sus orbitas oculares, empezó a esquivar baldosas en dirección a nosotros y plaf! al piso con todos los tragos. Entre risas y carcajadas de Paris y mías, ninguno atinó a levantarla, ni siquiera la “amiga” que se estaba descostillando a la par nuestra;  se levantó entre lo que podía la pobre, patinándose con el intesteado trago, ni les cuento el embadurnado que tenía en su remera. La gente nos miraba feo, no sé si con cara de míralo a los asquerosos o estos muchachos saben.

La cosa ya no nos estaba gustando, las grandotas tenían fuerza y se estaban poniendo violentas. Empieza la fiesta y nosotros fallamos en varios intentos de rajarnos de ahí. En uno de esos momentos lo veo a Paris siendo medio acosado por la rubia. Tienen que saber que él tiene menos carne que la rodilla de un canario con la consiguiente falta de fuerza, lo que facilitó el accionar de la rubia corpulenta que le agarró la cara y no lo beso, se lo morfó! …. Era como ver el Discovery Channel cuando una ameba comienza a absorber un palito, así como lo ves en el microscopio.

Mis risas y burlas no se hicieron esperar, pero el vengativo de Paris le dijo a la morocha que me diera un beso. La tormenta de terror se posó sobre mí, chiquito y falto de fuerza, mi relativa agilidad se vio frustrada por la cantidad de  gente, fui atrapado por las garras de esta malévola muchacha, agarró mi rostro y me hizo tan buen análisis de amígdalas, que hasta noto que no las tenía, sin que yo se lo haya dicho.

Y no todo se termina ahí, en un intento fallido de irnos en direcciones contrarias las muchachas se avivaron, no se qué le hizo a Paris; pero a mí la morocha me caso del cinturón, me levanto dejando mis dos patitas moviéndose en falso, me llevo hacia la pared y sin titubeo ni timidez metió su mano por mi pantalón, con cara de maniática comenzó a jalarme la jalea. Yo me sentía ultrajado, disminuido, denigrado, excitado pero avergonzado y demás ados. Desde ese día tengo “Amazonofibia”, y no por snu-snu, sino que es  una nueva fobia descubierta por mi terapeuta, llevo más de 14 meses de terapia y tengo una severa estrangulación del huevo izquierdo.

Mucho no recuerdo de cómo me zafé, según mi terapeuta me dijo que en una terapia de regresión le comenté que la mina intentó hacerme una “colonoscopia tridedal”-  sí, me quiso meter los tres dedos en el orto -, y que con la adrenalina que tuve en el momento logre escaparme.

Si recuerdo que iba agazapado por la muchedumbre y haberme encontrado a Paris en la misma, que me dijo “soldado que huye, sirve para otra guerra”.  Así fue como terminamos jugando al Tony Hawk pro skater 2 en la casa de Paris, que tiene todos los trucos habilitados, tomando una coca y tratando de pasar el mal trago de haber sido ultrajados por unas minas fortachonas.

Fuente de las imágenes:
www.blu.stb.s-msn.com
es.futurama.wikia.com
www.taringa.net

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