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Putas revolucionarias

Era la despedida de soltero de uno de mis amigos. Hermosa ocasión para que los solteros disfrutemos de una noche distinta, molestando al pobre tipo que se casa y los casados disfruten una noche distinta, envidiando a los solteros y sintiéndose “como en aquellas épocas”. La despedida tuvo todos los condimentos que una buena despedida tiene que tener, chupi, asado, algo a la llama, música, picadita, anécdotas, fiesta, fotos que quedan ocultas en las pc’s y son el motivo de las próximas cadenas del año y sobre todo, la entrega del “agasajado” a alguna voluptuosa suripanta.

Este punto es el que generó un pequeño altercado entre los participantes. Los solteros querían ir a romper la noche y jugarse, como de costumbre, unas fichitas a la posibilidad de ponerla sin garpar y llegado el caso, desembolsar si la noche fue frustrante. A los casados, les chupaba el forro de los huevos gastarse medio sueldo, pero querían “putas para todos” onda oficialista, sobre todo para ellos. El pobre “agasajado” estaba tan ebrio que solo pedía que no apareciera el travesti que yo pedía a gritos para que hiciera el asado y posteriormente se lo entube. Ganaron los casados, por mayoría de número (y de peso y de violencia), así que terminamos yendo a una especie de “cabaret”, por así decirlo, pegado al costado de la ruta, allá por Tunuyán.

El “breca” era un espanto, suerte de quincho de 5 por 5 con un caño en el medio, una rockola con temas de Alcides y los Wachiturros y una barra espantosa de aglomerado con unas botellas de licores Tres Plumas vacíos de fondo. Todo iluminado con cuatro tarros de leche Nido con papel celofán de colores amarillos, rojo, azul y verde en cada vértice del lugar. En el ambiente había un olor a telo horroroso, como a desodorante de ambiente de rosa comprado en el Atomito de Las Heras. Dicho sea de paso que lo mejor del breca eran las instalaciones, calculen el nivel de las “chicas” que había ahí dentro. Me llamó mucho la atención lo vacío de “clientes” que estaba el lugar y eso que ya era sábado y eso que ya eran las 2 de la matina. El celo escasea yendo pa’l sur.

Nunca he estado con una “trabajadora nocturna”, por una parte porque me da miedo contagiarme algo y por otra parte porque no me imagino ponerla sin una buena previa, con muchos besos, caricias y algo de romanticismo. De todas formas, creo que la posta la tiene mi amigo Poli que dice que si viese una de las putas que hay en baires querría ir todos los fines de semana y pedirles por favor que se casen con migo.

El tema es que soy fácil para el discurso nocturno, así que le enfile a las más potable de la noche con ánimo al menos de cruzar palabra con alguien tan ajeno a mi entorno que me intrigaba. Además porque ya estaba harto de escuchar a los borrachos de los chicos.

La mina era flaquita, demasiado para mi gusto, no se si tenía una remera larga o una falda que hacía las veces de remera, porque era una sola prenda y no le cubría una mierda. La vi de lejos, se tapaba la boca al hablar. Tenía pelo cortito, era de facciones más o menos lindas y bailaba más o menos gato. La primer sorpresa (y desilusión) de la noche me la llevé cuando pude hablarle. A la cuarta frase que le largué la mina despidió una sonrisa incontrolable que dejó ver una dentadura hecha concha, vaya uno a saber por que motivo. Era una cosa espantosa, un puñado de tic tac podridos arrojados al azar en una boca de labios finitos y sin gracia. De todas formas, me le había acercado a charlar, así que poco me importó. El perfume que tenía era peor que el desodorante de ambientes, para colmo se mezclaba con un chivo penetrante. Creo que mi primita de un año que vive en el campo tenía más dicción y modulación que la pobre Romina (así se llamaba). A esta altura el pito lo tenía metido en el poto, por las dudas ¿vio?

Lo que más me sorprendió de la Romina es la historia que me contó sobre el motivo por el cual el breca estaba vacío. Como los grandes filósofos revolucionarios de antaño aseguraban, las revoluciones se gestan en el proletariado, desde abajo, desde las clases marginales y las minorías. La Romina me demostró que sigue siendo así y mejor que contarles, les describo la conversación que tuvimos, voy a tratar de no omitir detalle, escribir las mismas palabras que ella usaba y de la forma que las usaba y de explicarle usando los paréntesis cuando tenga que describir algún extra.

– Che Romina, ¿siempre viene tan poca gente?

– Naaaaa, esto está biorsi hace tre semana nomá, ante era un descontrol.

– ¿Y que pasó?

– Nada (y se empezó a reír cómplice)

– ¡Dale contame!

– Si me invitas una copa (esto es un currito de ellas. Para los pocos que no sepan les comento, vos “invitas” una copa a la señorita que te sale unos 40 pe y a ella le dan 10 pe por la copa al terminar la noche. Mientras se queda charlando con vos y calentándote la pava a ver si te pinta “avanzar” y pagarte “un pase”, que es el “servicio” principal que ellas prestan)

– ¿Y si mejor te doy la plata a vos y nos quedamos charlando? Mira que yo no voy a hacer nada (aclaré como un gonca por las dudas)

– ¡Noooo!, no puedo recibirte nada de mosca. Anda y comprame un trago y seguimos hablando (esta vez fue como una orden, como “hace esto o me voy” y la verdad es que los demás estaban todos enfiestados y si no me quedaba al menos charlando con la Romina mi noche iba a ser una semerenda garcha. Fui y compré algo así como un Vitone con Rebber Cola, impasable, como la cara de la señora que me lo sirvió)

– Toma Romi, tomatelo vos, yo no tomo (¡Esta que no tomo! Pero ese veneno no era de fiar)

– Yo tampoco (y se rió con esa risa horripilante del Baraka del Mortal Kombat)

– Bueno, contame ahora…

– Losotra no somos de acá, la Griselda y la Estefi (señalando a un caballo y a una morcilla) son de Las Heras, la Noemí (señalando a una señora que podría ser mi mamá) es de Dorrego, la Ivana y la Yenifer (señalando algo así como una rubiecita y un corcho) son del Apalaya y yo con la Macarena (enano del señor de los Anillos), la Daiana (una especie de Emo Morales) y la Yisela (algo así como un chicle desparramado por el pavimento un Enero en Costa de Araujo) somo de Godycru.

– ¿Y en que se vienen hasta acá?

– Nos trae la “madama” (la madama es algo así como el “fiolo” o “cafiso” de las minas, es una vieja callejera, picante y bicha que le maneja la guita a las chicas, las cuida y reparte entre todas. Generalmente está de novia con el fiolo, que es el que mete pechera y caño si hay algún bardo)

– Mira vos.

– ¿Qué quere que mire?

– Nada, “mira vos” es un decir…

– ¿Pero que queré que mire? (y volvió Baraka a escena)

– Nada Romi, seguime contando.

– Bueno, la madama va y busca chicas, casi siempre somo las misma porque nos gusta trabajar acá, lejos de la ciudad, sin gente que nos conozca, giles que carpuseen o la lancha que venga a pescar guita o cameruza. Pero a vece vienen chicas nuevas, algunas se quedan y otras no les pinta.

– Como en todo laburo.

– El tema es que un día la madama se apareció con dos mansos travesaños.

– ¿Para jugarse una fóbal? (chiste suspicaz que la Romina no cazó ni en un millón de años luz)

– ¿Qué? Noooo, se apareció con do travestis, con do tipo.

– ¿Y están acá? (Una luz de esperanza se encendió en mis ojos mala leche presagiando que quizás con suerte se cumplía mi sueño de que un travesti me hiciera un asado mientras yo le servía vino y lo hacía contarme historias cual juglar promiscuo y nocturno y el otro se empomaba a mi amigo)

– No loco, si se armó alto bondi con los traviesos (y una vez más un cómplice Baraka desenfundó su sonrisa inolvidable)

– ¿Qué pasó?

– Los travieso empezaron a venir lo viernes nomá y al cabo de tre semana esto estaiaba de gente. ¿Viste que ello saben chuparla re bien?

– Por suerte no vi…

– Bueno, por un lado esa y por otro que parece que todos acá son re topus loco, son re autito. Al cabo de tre semana esto era un hervidero de chabones que venían a buscar a la Yem y a la Roxy.

– ¿Y ustedes cosechaban los frutos?

– ¡Que fruto! ¡Zarpado en putos son todos acá! Hacían cola para comerse alto trava y a losotra ni bola.

– ¿Y que pasó?

– ¿Y que va a pasar? La madama la cosechaba en pala, así que empezaron a venir lo do, la Yem y la Roxy lo viernes, después se le sumaron la Carla, la Ale, la Cintia y la Emilia lo sábados también y a cabo de do mese era travieso por siete u ocho de miércole a domingo ¡Do peso juntábamo!

– Quizás que cobraban barato ¿Cuánto cobraban?

– Quince peso la francesita, cuarenta el pase. (La “francesa” es un pete, el “pase” es penetración)

– ¿Quince pesos? ¡Con quince pesos me hago alto guiso! (segundo chiste mío carente de inteligencia pero con alto contenido televisivo y/o virtual completamente ausente en la Romina)

– ¿Pero quien mierda quiere comer guiso gil? ¡Nos estaban quitando toda la clientela!

– ¿Y que pasó?

– Le pusimo las quejas a la madama y parece que uno de los travas nos escuchó y se armó bardo. Con las chica empezamo a pelia, dicutir, gritoniar y todo terminó en lío y tirones de mechas, rajuñone, patadas y ecupidas, hasta que el fiolo se metió en la gresca y disparó un cuetazo al aire, salimo todas corriendo como pija.

– ¿Y los clientes?

– ¡Manso chou se vieron!, igual después de eso vario dejaron de venir porque al otro día se comentaba en el pueblo del kilombo.

– Bueno ¿y que pasó?

– Y, como la vieja puta esta no nos escuchaba, un vierne le dijimos que nos íbamos a quedar todas acá para limpiar todo y que el sábado estuviese “pipi cucu”, porque era un día epecial. No se que bosta había en el sinoca y de ahí se venían todos los campoyas con la lana que se ganaban.

– ¿Y limpiaron? ¿Qué hicieron?

– ¡Que limpiar siome, que limpiar! Hicimos unas barricadas en la puerta, afilamo uno palos de escoba, agarramo unos palos y le metimos piquete en la puerta del breca a la madama y lo travieso.

– ¿Y que pasó? (mi cara de sorpresa era atroz)

– Llegaron como a las nueve de la noche en la trafi todos los putitos y losotra estábamos escuendidas, todas atra de la barricada, dos de las chicas con unos cascote en el techo, unas más escuendida en la calle para garrarlos de atra y apenas bajaron los empezamos a bardiar, a agitar, ¡que se vayan todos!

– ¿Y ellos que hicieron?

– Tres se bajaron y se vinieron contra la barricada, la Estefi le reventó un cascotazo a uno y la Noemí le saltó desde el techo al otro y le mordió una teta. El otro se cruzó y los agarró  a mí, a la Griselda y a la Ivana y nos empezó a cagar a piña. La gorda Macarena, ¿viste que es re grandota?, le empezó a pegar a los vidrios de la trafic y ningún otro se animaba a bajar. La Daiana se vino corriendo con la Yisela desde la calle y le pegaron un palazo en la espalda al que los estaba pegando a losotra, lo mataron a palazo a la culiada.

– Noooooo, ¡no te lo puedo creer!

– Entonces ahí se bajó el fiolo y me le fui al humo, le salté encima porque estaba desenfundando el fierro y las chicas se vinieron de atrás conmigo. Le empezamo a pegar entre todas y le quitamo el fierro. Lo apuntamo y todo lo travestis gritaban arriba de la trafi como loco.

– ¿Y la madama?

– Y ahí se bajó la vieja culiada y empezó a pedir que no tranquilicemo, que bajaramo lo palo y el fierro y que hablaramo como “persona civilizada que somo”. Porque losotra somo persona, no como ello que son degenerados.

– Claaaaaaro, tal cual…

– Bueno y le dijimo, “mira loca acá no queremo ma maraca, no queremo ma trapito, no queremo ma muñeco, vo no va a respetar el laguro y losotra te vamo a repetar a vo, pero no trigá má travieso porque se pudre el rancho. Si queré que te soltemos al Willy (así se llamaba el fiolo) llevate a todo estos histérico de güelta a Mendoza y listo, ¡corto mano corto fierro!”

– ¿Y como terminó todo?

– Se llevó de güelta a lo travieso y le soltamo al chongo, le ordenamo todo el bardo y cuando volvió estaba todo como si nunca hubiese pasado naa.

– Che ¿y los clientes? ¿Qué pasó que no vienen más?

– Son todos putos loco, se ve que probaron con los trapos y ahora tienen todos vértigo en la cola y no quieren venir má. Parece que lo travieso se pusieron un breca en ciuda y ahora se mandan todos canutos para allá, pero losotra nos hicimos repetar, ¿viste?

– Mira vos que interesante Romi, ¿y ahora que van a hacer?

– Si queres que te cuente comprame otro trago (y esta vez el Baraka estaba más espantoso que nunca)

– Si bueno seguro, chupámela…

– Son quince peso…

– Con quince peso te hago alto guiso (y me fui a dormir a la camioneta risueño y con ganas de escribir mientras la Romina me gritaba que no le gustaba el guiso)


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