Nada es tan indecente que no se pueda decir a otra persona si se usan las palabras adecuadas para transmitirlo.
Giovanni Boccaccio
Estas letras son náufragas,
van a la deriva.
La cadencia es de un reloj embrujado
y es tartamuda,
la rima es renga y mal gestada…
Y, a pesar de todo, se puede decir
que, a veces, la luna se queda a ver el día,
invisible, subrepticia y un poco remolona
y se ríe de las luces de los espejos
y de las tempestades en los charcos de agua
con arco iris de aceite de motor derramado
gota a gota.
Y, a pesar de todo, se puede decir
que las formas del mundo
son sordomudas y un tanto bizcas.
que las llamaradas del sol
dentro de los oídos son insonoras
y que las palabras carnívoras
se comen a los dizques pensamientos.
Esta unión de ideas es inestable,
un poquito falaz
y un tanto petulante.
Y, pesar de todo, se puede decir
que, quizás, esté comenzando el viaje,
uno nuevo, sin equipaje, sin brújula
y un pasaje falso.
Se puede decir lo que se tenga que decir,
que el universo es una estatua,
que los bichos caminan por los cabellos de la gente
y que un millón de personas diferentes
se ignoran a pesar
de estar a centímetros de distancia.
unas de otras.
A pesar de todo se puede decir
que la felicidad estaba
en un bolsillo roto de mi pantalón
y cayó hasta mis tobillos
y lo rescaté de perderse en la lejanía de mis pasos
Ahora la guardo, a la felicidad, como un tesoro,
dentro de mi boca, pegada al paladar,
un lugar inexpugnable.
Se puede decir
que la felicidad se está rompiendo
por la acidez de mi saliva.
Entonces está todo dicho.