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Se vuelve de los Juegos Olímpicos por comer con los codos sobre la mesa

Arrancamos un nuevo mes y parece que fue ayer cuando aumentaron el boleto, cuando River ascendía y cuando las leonas perdían 1 – 0 frente a EEUU. Salvo por esto último que sí pasó ayer, el resto casi que quedó en el olvido.

Pero lo que no va a quedar en el olvido es la promesa mendocina (quizás la única que realmente valía la pena) Pedro Alberto Mansilla, quién tuvo que pegar la vuelta apenas iniciados los Juegos Olímpicos Londres 2012.

Arranquemos desde el comienzo. La preparación de Pedro Alberto fue muy ardua. Desde chico su pasión por el pentatlón lo habían llevado a abandonar el jardín de infantes para dedicarse de lleno al ciclismo – atletismo – natación – salto en alto – piruetas en aros de fuego – meo en largo. Su familia siempre lo apoyó. Vecinos recuerda a su madre diciendo “Mirá nene, si vos querés abandonar los estudios me parece perfecto, tu futuro está en ganar millones con el deporte.” Familia humilde del barrio Huarpe que se esperanzaba con su nueva “joyita”.

El tiempo pasó y Pedro Alberto fue mejorando, incluso llegó a competir en 96 países de todo el mundo, saliendo primero en cada uno. ¿Pero por qué nunca supimos de este genio del deporte?

No todo era perfección en la vida de Pedro Alberto. A pesar de tener mejor tiempo en la piscina que Michael Phelps, más resistencia que Lance Amstrong y ser más rápido que Usain Bolt en los 100 metros, lamentablemente poseía un gran defecto: ponía los codos sobre la mesa a la hora de comer.

Si, como lo leen. Es duro y cuesta creerlo, pero es así.

La secretaría de deporte convenció a su familia para llevarlo a los Juegos Olímpicos y mediante campañas publicitarias disuasivas, la gente jamás se enteraría de este terrible defecto. Pero como dicen, las mentiras y los enanos tienen patas cortas.

Nadie se sabría de Pedro Alberto hasta ganar el primer oro, que ya estaba casi en el cuello del mendocino ya que distintos competidores, al enterarse que él estaría en la competencia se habrían resignado en pelear por el segundo puesto.

La Reina de Inglaterra quiso conocerlo y decidieron invitarlo a la cena de gala de los Juegos Olímpicos que lo organizaba Sir Cacho Bousa. Ante semejante pedido el Ministro de Vialidad no pudo decir que no y al comunicárselo a Pedro Alberto se puso chocho. Los que no se pusieron tan chochos fueron los que sabían de su terrible defecto. Arreglaron para que se sentara lo mas lejos, solitario y a oscuras que pudiera.

Pero el destino parece que no quería que Pedro Alberto se hiciera con las 27 medallas de oro por las cuales iba a competir.

Al llegar a la mesa, le indicaron el lugar a donde debía sentarse y la Reina al ver que se estaba yendo a la otra punta de ella exclamó: “Come here my son!” (Venga acá mi´jo) señalándole a su derecha.

Que más decir. Cuando sirvieron el primer plato: carne de cebú maridada con huevos de águila clava, Pedro Alberto lentamente iba agarrando sus cubiertos, y ascendiendo sus codos quedando en ángulo de 90° respecto a su tronco, empezó a darle. Cortó el primer trozo de carne y bajó ambos colocándolos sobre la mesa. Un silencio aterrador inundó el lugar. Dos guardias armados lo tomaron y lo expulsaron de Londres para siempre.

Mientras intentaban consolar a la Reina que se encontraba hundida en lágrimas de dolor y desesperación, Pedro Alberto ya se encontraba en el puerto esperando el primer barco que lo devolviera a nuestra provincia.

Lamentable, pero cierto. Una nueva promesa del deporte destruida por sus malos modales.

Fuente imagen:
www.monterreyoficial.com 

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El año pasado escribíamos:
Nota número 1000 (Charla Número 3 entre Bomur y Conep)

 

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