Violencia… dulce violencia. Sadismo y tierno dolor, sexo primitivo, furtivo, salvaje, despiadado… entre caníbales. Te desvisto con los dientes, te arranco la ropa, te muerdo, te aspiro, te absorbo, te huelo, te consumo, te vuelvo a morder, te asfixio con mi boca, te desafío con mi lengua, te estrujo contra mi… quiero doblarte, romperte, quebrarte, partirte, volverte a armar y desarmar nuevamente.
Mis manos recorriendo tu piel, sacándote la ropa, haciéndote bailar desnuda para mí, mientras buscas con desesperación lo mío, ya listo para ser saboreado por tu cuerpo en cada rincón. Mis dedos arañando tu pelo, mi boca soplando tu cuello, mis palabras encendiendo los motores, tus gemidos llenando de música la habitación, la salida de una carrera brutal que está por acontecer.
No es mío el sentimiento, somos dos… sos vos, vos, tu actitud, tus ganas, tu deseo libertino, tu barbarie, tus ganas impiadosas de que tome el control y de dominarme de a ratos, de secarme, de cansarme, de hacerme morir en cada encuentro, de agotarme, de dejar todo por la gloria de explotar dentro tuyo. Sos vos y tus gemidos, vos y tus dientes, vos y tu lengua buceadora, vos y su saliva, que todo lo hace brillar, que todo lo cubre, vos y tu osadía, vos y tus manos recorriendo mi espalda mientras entro tan adentro tuyo como nunca nadie más, vos y tu cintura que se dobla de una manera perfecta para hacerme estallar los sentidos, vos y tu forma de vibrar, tu sincronía, tu meneo, tu estampida brutal, tu coordinación arrasante para mecerse de la manera justa encima de mí y hacerme naufragar en mareas de placer.
Y la piel… la piel, los olores, los sabores, los colores, las ganas de aniquilar al otro, de convertirlo en un enemigo y verlo agonizar en tormentas de espasmos, la saliva compartida, la tensión que se distiende, la energía contenida que se disipa eléctrica en la cercanía, tus manos apretando las sábanas, tu cara de dolor sensual, tu cuerpo tiritando y los cauces de mis ríos regando tus campos, recorriendo tus recovecos, mojando tu tierra e inundando cada espacio, esparciendo entre tus manos, tus dedos, tus dientes, tu gusto y todo el resto del placer en tu cuerpo.
Vos me pedís más, me agitas, me excitas, me incitas, me apuras… queres que te penetre, que te entierre, que te seccione, que te inserte, que te haga arder, que te incendie, que te escupa, que te chupe, que te muerda, que te ajuste a mí, que te atornille, que te asfixie, que te masajee con cada dedo de mis manos. Mientras tu deseo arrasa con todos mis campos, me hace arder en tu hoguera y morder el picante veneno de tu sudor.
No hay motivos, no hay explicación, ni principio ni fin, ni tiempo, ni espacio, ni lugar. El momento es siempre, el destino es incierto, la casualidad es apurada. Los flashes perduran en el tiempo, tu cintura, tus piernas, tus curvas, la suavidad de tu lengua, tu olor, tu sabor, tu textura, tus ojos, tus pupilas dilatándose, tus confesiones de éxtasis, tus ganas de más, tu placer, tu secreto, tu cuerpo tiritando de placer, tus ganas de más… todo en una secuencia ardiente, en un momento explosivo, en un encuentro apasionante.
Escrito por Federico para la sección: