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Señora de las cuatro décadas: mi mejor experiencia

Como todo veinteañero mis ganas locas por salir con una dama mayor estaban en la cresta de la ola, pero la posta es que estaba loco por voltear cualquier cuerpo femenino y como todo feo había que comer lo que viniera. Sin embargo, un frío día de mayo eso estaba a punto de cambiar. Es que esa rubia de ojos claros me había hecho saltar la aguja hormonal que había pasado de cuarenta a dos veinte en un segundo.

Tenía todo lo físico que se busca en una mujer, cheta, very cheta pero con una buena onda increíble que se prestaba jugando un ping pong con los halagos y los chamuyos berretas que le decía mientras ya ni pedaleaba en las bicis del gym. Después de una semana de comerle el coco en mi bizarra versión poeta, cayó y acordamos para esa misma noche una salida, me sentía el más groso del chamuyo y es que esa divertida esposa y mamá de tres hijos había dicho ¡Sí!

Con tres hijos adolescentes cada uno en la suya y un marido varios años mayor que ella y médico de guardia no tenía nadie que la reclamara en las noches así que ese día a las 23 hs nos encontramos en la plaza España. Pasó con su auto y me levanto en la esquina, muy perseguida por salir de trampa pero con mucha adrenalina. Disparamos y empezamos a dar vueltas por el parque discutiendo ¿Dónde vamosss?

Mientras me contaba anécdotas con sus hijos, mis ganas de hacerle un gol de media cancha aumentaban tanto como sus ganas de hablar. Fue así como después de casi tres hs de bla, bla, bla, estacionados en la oscuridad, me dijo “son casi las 2, ¿dónde vamos?” A lo que respondí con sonrisa burlesca, “¡con vos hasta la luna!” Me miro y recordándome lo terrible que era rajamos del parque.

Fue así como enfilamos hasta la luna (En Matus Hoyos) Era el telo mas bizarro que había visto y en realidad era el primero dándole un poco más de condimento a esa noche única.

Las semanas pasaron y los meses también, mi persona vivía los mejores momentos de mi vida y cada vez que la veía descubría nuevos sentimientos y nuevas sensaciones, los wpp que solo nos mandábamos en la tarde, cuando no estaban sus hijos, pasaron a ser de día completo desde el buenos días amor, hasta el buenas noches. Las salidas empezaron a ser de una vez por semana a tres y hasta cuatro veces, de día o de noche ya no importaba, verla era una droga pero sin pálidas, solo sonrisas. A veces la miraba vistiéndose y pensaba ¿Hasta cuanto durara esta locura? Mientras la muy Hache De Pe bailaba y me hacía sentir Dios, yo regocijaba de placer. Pero no era todo sexo, ya éramos una especie de novios y saber que era el amante de semejante minon y encima mayor que yo me hacía ver a Nicolás Cabré como un pichi amateur del cotejo, así es, mi orgullo era enorme y sentía que tocaba el cielo con las manos.

Había pasado casi un año de diversión y lujuria, pero como todos sabemos todo tiene un final y todo termina. Yo había comenzado Relaciones Internacionales, carrera fantasma de la cual después les hablaré y como en toda universidad mendocina las minas ricas abundaban por doquier ¿A qué voy con esto? A que quería carne fresca y los mejores momentos con mi bella señora ya no eran lo mismo que meses antes.

Decidido a limpiarla nos juntamos en el estacionamiento del Carrefour de Belgrano y Las Heras donde nos echamos la ultima de nuestras alegrías, pero como cagón que soy no le pude decir que ya estaba aburrido y la despedí como siempre. Esa noche después de la clásica beer en la esquina con los pibes del barrio llegue a casa y revise el celular, ¿y que creen? Wpp de ella… y ya dentro mío era un “ahora que quiere”, el texto decía:

“¿Amor como llegaste? Te voy a decir lo que no me anime en persona, viví e hice con vos lo que nunca creí. Pero las cosas se han complicado con mi familia y sinceramente me duele pero no podemos seguir ni tampoco volvernos a ver. Gracias por todo te súper quiero”.

No podía creer lo que leía, la mina rica de cuarenta la cual había disfrutado y estaba a punto de dejar se me había adelantado y me había dado la patada más fría y dura que me habían dado en una relación y ustedes dirán que es lo mismo, pero no, yo me la había chamuyado y yo quería ponerle punto final. Me sentía vacío y a la vez recontra usado, lo cual a su vez festejaba por haber sido el amante a mis veinte años de una mina de cuarenta y uno.

Hoy dos años después la recuerdo con gracia y pienso ¿Me volverá a llamar? ¿Volveré a vivir esa adrenalina? Ojala.

Escrito por Z para la sección:

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