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Servicio de internet vs asalariado posmoderno

¿Cuántas estafas nos comemos a diario y las dejamos pasar como si nada? ¿Recordás por cuanto te vendieron tu plan de celular y cuánto realmente pagas ahora? ¿Te acordás lo que te prometieron por tele y lo que realmente te dan? ¿Anotaste alguna vez el costo “cero” de la tarjeta de crédito y comparaste con lo que realmente viene en el resumen? ¿Le diste pelota al seguro por débito automático que decía “precio fijo final”?

Seguramente, como yo, jamás lo hiciste. Así que, luego de padecer cientos de pencazos como estos, les transcribo una charla más o menos real…

Suena mi celular… 011 bla bla bla… atiendo.

– Estimado cliente su promoción de $260 mensuales por servicio de internet a finalizado. Su tarifa actual es de $750 por mes.

– ¿Precio final?

– Si estimado cliente, durante los próximos 6 meses precio final.

– No creo que me estimes. Te pido que me deshabilites el servicio por lo tanto.

– ¿Va a perder su servicio de internet? Mire que si se lo desconectamos, reconectarlo nuevamente tendrá un cargo de instalación de $1350.

– Si, desconectalo. Tengo un cyber cerca.

– ¿Qué le parece si le brindamos un 20% de descuento por ser cliente especial?

– ¿Mi especialidad radica en una discapacidad mental, o en que vengo acompañado de jamón y morrón? Sigue pareciéndome demasiado, es más del doble de lo que solía pagar.

– ¿Y cuánto puede pagar?

– Realmente nada…

– Por única vez le brindamos la posibilidad de obtener nuestro servicio de 3 Megas con un 30% de descuento.

– Si fuera por mí te lo pagaría, pero no sos vos, soy yo.

– Aguárdeme en línea un momento.

– ¿Esta llamada es a mi cargo?

– No.

– Entonces te aguardo todo lo que quieras, princesa (acá me hice el banana)

– Ok (ni risas)

Luego de dos minutos de escuchar con interferencias espantosas los maravillosos beneficios de ser miembro de la elite internauta de la empresa volvió la voz de cordobesa cansada.

– Desde administración me comunican que por sus datos demográficos podemos ofrecerle un 40% de descuento ajustado a los cambios inflacionarios.

– Se me van los números a la pija…

– Los dos primeros dos meses sin costo.

– Mira tengo tres críos, me quitaron el plan social, los subsidios y padezco de varicela crónica, sus medicamentos son muy caros. Gracias de todas formas. Si algún día queres salir a tomar una birrita…

– Bueno señor, ¿Qué le parece un 50% de descuento? Su tarifa de $750 se reduciría a $380.

– No, no… sigue siendo muy caro. Son $120 mas de lo que pagaba antes, vos no sabes la cantidad de cosas que hago con esa plata.

– Ok… le mantenemos el precio durante los próximos 3 meses.

– Pero para… ¿vos no hablaste de dos meses sin costo?

– Claro, si contrataba el servicio al 40% del costo final.

– O sea que podes darme el beneficio de meses libres, pillina (ya me puse picante, total no me iba a dar bola).

– Si, si contrata el servicio full al 40% de descuento.

– ¿Qué mi plata no vale? No… me siento estafado, quiero que te desabilites todo al caraho.

– Ok estimado cliente, le congelamos el precio y le damos dos meses de gracia.

– Perfecto amorosa, hacemos trato, un fuerte saludo a tu familia.

No obstante, la sensación de usuario inteligente y refutador es una mentira. Esta extensa y burocrática conversación telefónica sólo permitió el uso de vaselina y aceite de bebé en la irreversible penetración corporativista que tarde o temprano se me viene.

 

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