/Típicas situaciones tensas de la nochebuena

Típicas situaciones tensas de la nochebuena

Hace mucho tiempo que el mundo se divide entre los que formamos parte de esa cosa informe llamada pueblo/masa/mersa/tropa/gilada y los elegidos/garcas/jefes/elites/pitodeoro/patrones que las tienen todas a su favor. Desde la tropilla de zurdos imberbes revolucionarios de facebok que te queman la cabeza con estados anti Mc Donals hasta los chetos del Pro que bancan a Macri por tener ojos azules, todos están al tanto de esta división que parece no importarle a Fernando Hidalgo en su noticiero de alta gama. A vos tampoco es algo que te quite el sueño, mas bien a esta altura y tras dos mil y algo de años de sociedad occidental, tenés la certeza de que te calienta tres belines. Pero para que veas que no todo es lo que parece, acá te contamos algunas anécdotas anónimas que revelan cómo la separatta entre los de abajo y los de arriba es un garrón capaz de arruinar hasta la navidad.

De los prejuicios sociales…

Y si cumpita, es 24 de diciembre y vos estas pensando que te gustaría tener 5 años para romperle las pelotas a Papa Noel por una play 4 mientras te pones esa camisa que usas para ir a los casamientos. Te subís a tu auto modelo noventa y algo al que lavaste con amor y abnegación pensando que así te hace pasar menos vergüenza y partís a la casa de tus abuelos a gozar de una navidad en familia.

Pero todo tiene un pero en la vida, y tu felicidad empieza a complicarse cuando llegás a la histórica casa familiar y te encontrás con que el garaje, el jardín, la vereda, y todos los lugares para estacionar están ocupados con “los Audee y las Toshotas“ de tus tíos “con tutuca“ que encima no tienen que laburar el 24 y llegaron a las 7 de la tarde a romper las bolas y ocuparse los lugares.

Lo dejas a una cuadra, al lado del kiosko de la vieja que vende escabio de trampa hasta las 8 am, donde seguro te usarán el auto de banquito porronero. Te indignas con la idea de que la chimbada se te apoye en el auto y ya estás pensando en cómo vas a salir a las 12:02 a corretear a los mugrientos que te arruinan el look de la nave. Te pasás toda la noche preocupado por los negros del kiosko. Salís 5 veces a ver el auto. Le haces sonar la alarma cada 10 minutos. Todos te hablan, te cuentan cosas, tu prima te dice algo de una fiestita con gente muy muy linda y dispuesta, pero vos no registrás nada. Llegan las 12. Pasan las 12. Se hacen las 4 y vos no disfrutaste nada. Estás pensando en como esos negros de mierda te quieren ensuciar al auto a propósito, porque son unos envidiosos. Están esperando que te distraigas para ir a apoyarle las manos llenas de chimichurri y talca cola a tu capot.

Agarras tus cosas, salís casi sin saludar, y te vas. Corres hasta tu auto y ves con alivio y sorpresa que nadie se está apoyando en él. Está impecable, como lo dejaste, esperando por vos.

Con el alma de vuelta en el cuerpo te acordás de la fiestita de tu prima e intentás llamarla a ver si todavía estás a tiempo, pero los celulares a esta hora ya no andan. El irritante “tu tu tu” del teléfono que no conecta te taladra la oreja mientras se te corre la lágrima pensando en la gente linda de la fiesta, cuando escuchas un ruido fuerte, metálico, rechinante.

Sos vos. Es tu auto. Y es también el Audi del tío con tutuca. Salió marcha atrás del puente y se te metió adentro del asiento del acompañante. No la podes creer… ¡¡¡Que viejo choto!!! Te bajás anonadado y lo miras con cara de cual te mandaste viejo, hasta que te dice con virulencia

– ¡Eh! ¡Salame! Espero que este cascajo tenga seguro. ¿Como vas a manejar hablando por celular?

De la distribución del territorio…

Te sentas en la mesa bien cerca de la ensalada rusa, las empanadas y la botella de coca, cosa que no te dejen del lado de la soda sabor pomelo y la fuente de lechuga, y te dispones a entablar charla con un tío del sector vip, cuando la esposa del mismo te interpela con la siguiente frase:

– Nene ¿No te molesta sentarte allá, que acá vamos a poner al tío Catulo, que no quiere estar cerca de la mesa de los niños?

Pensás de todo. Le querés decir que no sos nene, que a vos tampoco te gusta que los mocosos te escupan el vitel tone, que llegaste primero a ese lugar, que la carne que se le escapa por el costado del vestido te hace acordar a la morcilla que se le reventó al Popeye en el último asado, que para que se gastó tanta plata en botox si esa cara de estornudo abajo del agua la conseguía de un solo round con el Cotón Rebeco, y que te da asco la mezcla de perfume importado con crema ponds que emana del pellejo reseco ese al que le colgó perlas traídas de contrabando y que solo en los términos de la más estricta medicina forense se le podría llamar “cuello“. Y la frase que finalmente te sale es esta:

– Si tía, no hay problema…

Y ahí vas, explotado proletario miserable indigno del lujo y el placer, a sentarte bien enfrente de la soda sabor, y pensando en que la baba de nene gritón en el vitel tone es un precio bajo a pagar por una navidad en familia donde todos nos amamos por igual

De la alimentación digna y saludable…

Este año las viejas de la flia se vieron toda la saga de “mi pobre angelito“ por canal nueve telepiha y se les ocurrió variar la comida. Vos, chocha porque el vitel tone y la ensalada rusa te tienen los ovarios al plato, te sentás súper dispuesta a gozar de la cena navideña. Llegan las fuentes de la felicidad culinaria en manos de las tías y ves que la primera tanda va derecho a la zona de la mesa donde están los “honorables miembros de la familia”: el abuelo, el tío que es amigo del amigo del gobernador, la prima que este año volvió de Europa, el novio de la otra prima que es la primera vez que viene pero tiene plata y un BMW y por eso lo sentaron cerca del abuelo, y un par más que no te acordás el nombre y que si te ven en palmares no te saludan.

Te relajas, sabes que la próxima tanda te toca a vos. Mientras ves como los infames estos se comen el pavo con salsa de arándanos, notas que el abogado con plata le tira tres kilos de mayonesa encima, cosa que el pavo no tenga gusto a pavo y la salsa de arándanos sea una mancha roja en el mar de condimento color pus, al tiempo que se llena el vaso de Coca Zero porque “hay que cuidarse”.

Llega la segunda bandeja y notas con alegría que viene directo a tu sector de la mesa. Volás. Explotas de placer. Miras con zozobra como aterriza ese sacro disco de acero inoxidable y estas apunto del orgasmo cuando advertís, entre sorprendida e indignada, que esa bandeja viene cargada de Vitel tone y ensalada rusa. Llamas a la paciencia y esperas a la próxima bandeja, que seguro viene llena de algún manjar exótico para vos.

La tercer bandeja va de nuevo a los notables. Entonces, ya indignada, te levantás del asiento, caminas hasta la punta, y metés la cuchara en la bandeja para servirte del manjar prohibido. Te llenás el puto plato ante la mirada atónita del resto de la familia y escuchas, desde el fondo, la vocecita de tu vieja que empieza con esa cantinela moralista que te persigue desde que tenés 6 meses

– No seas maleducada, ¡si ya te traen más! Además a vos los alcauciles no te gustan…

¡Horror! Te das cuenta que la bandeja tenía alcauciles rellenos. Te llenaste el plato de mierda verde con salsa de bosta. En ese momento uno de los tíos vip te pasa la bandeja con las sobras del pavo, llenas de mayonesa porque el abogado con plata la estuvo cuchareando después de comerse todo su plato. Tu tío acompaña el gesto con una frase fuerte como el volumen de la tele en el geriátrico:

– Tome sobrinita, que parece que anda con hambre, a pesar de que está bien nutridita.

Risas. Todos se ríen. Sos la cerda maleducada de la fiesta. Todos se ríen. Vos querías comer pavo con arándanos (sin mayonesa ni baba de abogado) pero ahora sos la versión tercermundista de la Pepa Pig, con la carompa de costado y todo. La María Martha Serralima imitación de La Salada. El gordo Porcel pero con menos tetas. Te hundís en tu silla, no tocas el plato, y te consolas con la idea de que al menos mañana no vas a tener tanta panza. Al final, lo que importa es pasar navidad en familia. Todos putos

De la distribución de la riqueza…

Llega el momento que venís esperando. Besaste 8 viejas con olor a desinfectante, dos gordos de mejilla húmeda, tres nenes sucios, un perro, y otra vieja mas que venía rezagada. Ya dijiste como 30 veces feliz navidad con la risa de oreja a oreja. Lo único que querés es ver como después de sufrir todo el año en esa tortura insufrible llamada escuela, tus seres queridos hacen eco de las 4 millones de indirectas que tiraste y se pusieron de acuerdo para regalarte la play. ¡Vamos carajo! ¡Messi, vas a ser mio! le vamos a hacer 32 goles al cabrón del Seba que le gusta jugar con el Arsenal. ¡Vamos!

Desde tu silla venías viendo la caja del tamaño compatible con la consola de tus sueños. ¡Sabes que está ahí! Suena el llamado salvaje que te llama a la cacería: la voz de tu vieja diciendo “vino papa Noel”. Salís dejando humo en la baldosa.

Llegás hasta el pino primero y agarras tu caja. Estás a punto de abrirla cuando una voz de ultratumba, desde el más allá, te advierte que la sueltes. Vos no crees en fantasmas, así que no le haces caso, y por eso la voz vuelve a advertirte pero esta vez con un pellizco que te duele más en el orgullo que en el brazo. La voz es de tu vieja, no de casper, y el regalo que tenés en las manos es una play 4, pero es de otro, no tuya.

No la podés creer. Es para el remil forro de tu primito que tiene 5 años y más propiedades que la Aloe Vera, pero igual liga de todo. Querés matar a todos, querés enterrarle el arbolito de navidad a tus viejos en una zona sensible. Querés que todos sufran. también querés que la tierra te trague ya mismo o que venga el Apocalipsis zombie y te libere de esta vergüenza. Vez como un paquete sin forma y blando te cae encima, y ya sin abrirlo sabes que es ropa. Sentís que tu papa te dice algo, abrís como autómata otro paquetito que tiene unas medias y una tarjetita con saludos para vos. Querés Llorar, sabes que es un papelón. Te parás, caminas, respiras profundo, tomas agua, te felicitas por aguantar la lágrima, y levantas la vista para ver como el forro de tu primito ni siquiera abrió la play porque el quería un snorkel y obvio que el snorkel está, así que la play ni le importa y la tiró adentro de una caja con más regalos para ir a buscar postre. El mundo no tiene sentido para vos, pero igual vas a seguir diciendo feliz navidad y haciendo como que no paso nada. Algún día un psicólogo se hará millonario gracias a gente como vos y le comprará consolas a sus hijos.

Escrito por Roberto Carlos Perón para la sección:

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