Siguiendo con las aventuras bondileras de quien suscribe, ya entramos en la parte de los casos más asombrosos. Esos que cuando te van pasando te quedás mirando con cara de “¿esto es joda?” y relojeás para ver si alguien se te está cagando de risa, porque ya suena a mucho.
Cierto día de Enero, llego a la terminal y en la plataforma diviso un grupo de barbudos rubios altos, con la cara achicharrada por el sol, bastante castigados. No eran menos de ocho. Todos con ropa bien liviana, musculosas holgadas, pero que claramente se destacaban dentro del espectro cromático de las dermis habituales de nuestra terminal. Dicho en cristiano, eran como la mosca en la leche pero al revés, unos vikingos rubios altos y barbudos entre un mar de gente petiza, morocha (como yo) que los miraba como si hubieran bajado de una nave interplanetaria. Y se habían bajado pero no de una nave, sino del Centinela de Piedra. Los vikingos estos venían volviendo después de hacer cumbre en el Aconcagua, pero eran de los europeos laucha, ya que se iban en bondi a buenos aires.
El tema es que subimos todos al bondi, yo irradiaba felicidad por tener asiento individual en la parte de arriba y estaba de buen humor. Los vikingos no habían conseguido ir todos juntos y se habían acomodado medio repartidos en distintas filas. Un poco adelante mío, había uno muy grandote sentado al lado de un pibe que parecía diminuto por la diferencia de tamaño. No hace falta que les diga la cara que ponía la gente que iba con cada uno de ellos cuando veía un King Kong que se les sentaba al lado. Yo por dentro pensaba el culo que había tenido por no fumarme uno de estos nenes, ya que seguramente no les iba a poder hacer la jodita del apoyabrazos que le hice a la vieja sin ligarme una toma de lucha libre y quedar inválido antes de pasar por Nonquen. (para los purretes ávidos de comentar, sí, soy viejo posta y en esa época estaba abierto ese ícono bolichero menduco, por eso no me llamo “el mocoso de la bolsa”)
Cuando el bondi iba partiendo, todo el mundo saludaba, menos los vikingos que obviamente no conocían a nadie y estaban a los gritos hablando en un idioma indescifrable. La gente empezaba a mirar raro, se daban vuelta, algo no andaba bien pero yo no sabía qué era. Trataba de entender qué pasaba, pero no lograba pescar el motivo de las miradas enojadas de los viajeros mendolotudos. Y acá viene una aclaración. Cuando no podés ver, sos ciego (o no vidente), si no escuchás, sos sordo (o hipoacúsico), si te falta una mano sos manco y si caminás como el orto, sos rengo. Pero si no olés un carajo sos… de los que no huelen un carajo. Bueno, yo soy eso. No huelo casi nada. Posta. Diferencio pocos olores muy puntuales, a saber: la nafta, el gas natural y los buenos pedos. Pero tienen que ser muy potentes. Si es un pedito cobarde no me anoticio. Cuando me cayó la ficha empecé a ver que las caras incluían un frunce de nariz característico de un manso olor bien desagradable. Pero no olía a pedo, y estos ursos no podían cagarse como una colegiala si venían de estar comiendo piedras dos semanas arriba de la montaña, por lo que supuse que no era eso. Miro para abajo y ahí estaba. Los bandos estos se habían sacado las botas de trekking y… ¡se habían quedado en pata! No hacía falta mucha vista para darse cuenta que la última ducha que se habían pegado había sido antes de ir a la montaña… El bondi hermético se estaba poniendo radioactivo y seguramente nadie llegaría vivo a destino excepto los vikingos y el viejo de la bolsa que trae máscara de fábrica.
Pasaron unos minutos y ya en el Acceso Este aparece ¡el Susano! La alegría del viaje. No terminó de subir y le saltaron al cuello dos viejas y lo cagaron a puteadas por el olor a oso que había en el bondi. Lo increpaban mal, “que esto no puede ser”, “que como pueden cobrar lo que cobran por un pasaje para viajar en un camión con olor a corral”, que “qué falta de respeto” y la puta que los parió a todos los vikingos. El Susano miró un poco para atrás, tiró un par de “sisi, no se haga problema señora, lo solucionamos” , sacó pecho y enfiló para donde estaba el que yo tenía más cerca. Lo miró serio y le dice “discúlpeme pero por temas de seguridad no se puede viajar descalzo”. El vikingo tiró una sonrisa simpática y murmuró algo con tono de “sí, todo bien el bondi hermano, ¿y vos cómo andás?”. El Susano le miraba las patas y lo miraba de nuevo. Nada. El vikingo sonriente y esperando. Y ahí sale el cursito de inglés que el Susano había puesto en el CV con el que consiguió el laburo y le tira un “du iú spik inglish?”. El vikingo le dice que sí pero poco y el Susano contesta “güer ar iú from?” a lo que el vikingo reponde “norgüiiyan”. ¡Eran noruegos! Vikingos auténticos, de esos que chupan cerveza por galones y se cortan las uñas de los pies con una amoladora. Pero hasta ahí llegó el Susano políglota, ni en pedo sabía decir “descalzo” en inglés, así que empezó en tono de reto a decirle de nuevo pero en castellano, “¡así no!” (en claro modo “mirtha legrand”) mientras le señalaba las patas y le movía el dedito como maestra de primaria. Los otros vikingos ya se habían dado vuelta y miroteaban, porque si era por agarrase a trompadas en 5 segundos podían tomar control del bondi, tirar a los dos choferes andando y seguir manejando mientras se turnaban para darle bomba al Susano. Pero el vikingo mantenía su simpatía y al toque dijo “ahhh, ok ok ok ok ok, no problem.” El Susano miraba fijo. El vikingo se levanta y saca de la mochila que tenía arriba ¡un par de ojotas! Un titán. Yo como no olía un carajo me empecé a cagar de risa. El Susano rojo del odio se la tuvo que comer doblada. Se pegó media vuelta y se iba, cuando lo empezaron a bardear de nuevo las viejas que estaban endemoniadas por el artilugio del grandote, que encima les decía a sus amigotes que con ojotas no pasaba nada, o que el Susano tenía cara de puto, o cualquier cosa, pero estaban chochos los cabrones.
Yo a esta altura ya me estaba riendo descaradamente. No pasaron ni dos minutos y vuelve el Susano, balde en una mano, palo con secador y trapo en la otra. En el balde traía un concentrado de desinfectante que le deben haber prestado en el zoológico. Tiró el balde, metió el trapo y empezó a trapear el piso del pasillo refunfuñando de manera muy sonora. Iba y venía desde adelante hasta el fondo y volvía meta trapo. Estuvo así unos 10 minutos y los vikingos lo miraban re divertidos. Estoy seguro que alguno de ellos debe haber pensado en pedirle que ya que estaba le pasara el trapo por las patas y las axilas pero no debe haber sabido darse a entender. Las viejas seguían en ebullición y hablaban entre ellas, que “qué se creen”, que “si esos son del primer mundo nosotras somos de la realeza”, miles de boludeces propias de una vieja que habla al pedo pero no soluciona un carajo.
El Susano, se fue con su baldecito y su calentura para abajo y en un intento de remontar el viaje de mierda que iban atener todos los que tenían una nariz que funcionara, se vino con… ¡la bolsa del bingo! ¿ No se habrán pensado que no iba a dedicarle un apartado especial al evento cumbre de estos viajes? Conectó el micrófono que siempre hace un ruido horrible y empezó “hola, hola, 1, 2, 3”. El Susano comentó la perorata habitual, que gracias por viajar con esta empresa (las viejas tiraban rayos de odio a esta altura), que el baño era para líquidos y no para sólidos (y los miraba a los vikingos rogando que entendieran que no estaba permitido dejar un gladiador muerto de 3 kilos ahí adentro) y empezó a explicar las instrucciones del juego. Pasó repartiendo los cartoncitos al tiempo que a los vikingos les decía “bingo, bingo” y los vikingos entendían y sonreían como gigantes en un jardín de infantes. Después pasó repartiendo un palito de plástico partido para marcar los números que embocábamos (porque regalar una lapicera de 50 centavos con la marca de la empresa sería algo que haría peligrar las arcas del emporio transportolotudo…). Los vikingos miraban raro, ya que con sus manotas iba a ser difícil que no trituraran el papelito al primer pinchazo, pero bueno, no se quejaban ante la precariedad del asunto.
Y así arrancó el bingo, el Susano iba cantando numeretes y en un acto de profesionalismo sin igual los repetía en inglés mientras los grandotes iban vociferando cosas entre ellos, asumo referidas a los números que iban embocando. Hubo una falsa alarma por una vieja poco atenta de los asientos de abajo, que no había entendido que se jugaba a cartón lleno y ella tenía línea. El tema es que el Susano seguía tirando números y cada uno iba chusmeando los cartones de sus vecinos que se iban poblando de marquitas esperando que alguien gritara “Bingo XXX!!!!!” (donde XXX corresponde al nombre de la empresa que me niego a nombrar sin que me retribuya lo que me merezco por recrear sus hermosos viajes).
Pero la sorpresa fue máxima, cuando el que gritó bingo no era otro que ¡uno de los vikingos! Increíble pero cierto. El Susano miraba con cara de “que alguien traiga un tramontina que me la corto en juliana acá mismo”. Las viejas ya se habían convertido en una versión de Belcebú cuya ira estaba a punto de destruir todo. El Susano pidió el cartón y se puso a revisar con el pobre sueño de que el grandote no hubiera entendido algún número y pudiera cagarlo, pero no pudo. La derrota se pintó en su cara, impostó un intento de sonrisa y dijo “tenemos un ganador…”. Le preguntó el nombre pero no pudo repetirlo porque debe haber tenido 17 consonantes y 3 vocales y le dijo que ahora le traía el premio. Algunas veces uno ve que el premio puede ser un bolso pedorro con la marca de la empresa, un estuche porta CD y otras como en este caso una botella de vino. Sí, como leen. Le tuvo que regalar al vikingo apestoso un vino tinto. El vikingo miraba como un niño mira su bicicleta nueva. Era pura ternura mirando el tubo que se acaba de ganar y los otros gritaban de alegría, risoteando estrepitosamente. Uno hasta se paró y lo abrazó al Susano que se quedó duro pensando que no sobreviviría.
El viaje siguió su curso, y para cuando el Susano volvió a subir para la cena, vio como uno de los vikingos le daba la botella vacía para que la tirara, porque ya se la habían chupado así del pico nomás. Está claro que esa sola botella no podía mamar a semejantes bestias, pero lo que es seguro es que les alegró el viaje más que a ninguno de todos los que viajaban ahí y los demás tuvieron que seguir fumando el olor a corral, pero ahora con alientos a vino antes de la cena. Algo realmente para recordar.
PD: tipo una de la mañana bajé a mear y me vi imposibilitado de hacerlo. Uno de los vikingos no había entendido que el baño no procesaba sólidos…
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Vieja, me voy a Baires en bondi…
jauajaujauajau como me he reido con esta nota!!!Juajauajuajauajua…SOn las tipicas vijeas (la tipica que un domingo 8:00hs de la matina se levanata baldear la vereda WTF) rompe bolas que se quejan porque no saben que mierda hacer ocn su tiempo!!Doña no tiene algo mejor que hacer a esa hora!!Realmente me joden bastante estas viejas y mas en un bondi!!
tal cual, no arreglan nada pero se saben la receta para dejarnos los huevos bien en compota.
Jajaja! La verdad muy buena la nota! Acá en San Juan hubieron varios inconvenientes con los alemanes, suizos, italianos y jugadores de el 90% de los países que participaron del mundial de hockey! HIJOS DE PUTT@!! No podías entrar a los bares ni a los boliches en donde había algún espécimen de estos, el chivo que cargaban era impresionante!!
así es mi amigo, donde entran apestan todo. Tendrían que haber duchas con lisoform en la entrada de los lugares públicos para estos muchachos.
JAJAJAJAJAJJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA
tentadisimaaaaaaa!! muy buena!!
que bendicion su falta de olfato!! jajajjaa
Pues… síp, no me puedo quejar. Con total respeto, creo que es la única discapacidad valiosa.
totalmente de acuerdo!!
buenìsima nota don viejo de la bolsa. me he cagado de risa (sin el olor de los vikingos)
me alegro que se haya cagado, aunque suene (y huela) mal.
Como me he descostillado de risa, Viejo!!!! Hacía mucho que no me reía tanto…
Un aplauso con ovación de pie!!! La voy a leer de nuevo ahora mismo!
Le agradezco el aplauso Dra. Créame que yo me reí mucho también gracias a mi nariz atrofiada.
😀
Viejo, para mi próximo asado, lo invito así se cuenta algunas de estas historias al pie de la parrilla. Maestro.Me he reído hasta dolerme las quijadas.Lo mejor: «el gladiador muerto de 3 kilos» y «el desinfectante prestado del zoológico».
Pero que honor compartir un asado con historias de por medio! El Viejo llega el tinto.
Creo que el gladiador debe haber sido lo peor desde el punto de vista del susano cuando tuvo que entrar y hacerse cargo de esa criatura…
¡Jajajajajaja!!! Por favor, que manera de reírme, sobre todo con la posdata. Un grande.
Hacerse cargo de esa criatura»…jajajaja! no podés!
que manera de escribir, lo viví todito, por suerte con la misma falta de olfato
sos un genio viejo, me sacaste lagrimas de tanto reirme
Le agradezco Deivid! Me alegro que se haya metido en la historia de esa manera.
noooooooooooooooooooooooooo jajajajaajajj estoy en la oficina y no para de reír culiado!!!! jajajajajajja que increíble como me imagino al Susano y a las viejas «cíclope de los x-men» endemoniadas y cuchicheras.
Genio Viejo, genio!!! (encima aclarás tu seudónimo! jajajajaj)
Gracias a Ud Bomur, qué sería de nosotros los viajeros sin un lugar como el mendolotudo para contar nuestras peripecias.
muy buena nota, hacia mucho q no me cagaba de la risa asi!
JUJUJUJUJUJUJUJUJUUUU que manera de descostillarme de risa con estos vikingos! Una genialidad Viejo! Me estoy imaginando la cara del Susano cuando se dió cuenta de que le dejaron el gladiador muerto en el baño…
yo en su lugar me hubiera considerado despedido si me hacían encarar semejante patriada. Una cosa es dejar un regalito porque no aguantaste más pero eso fue con mala leche, pobre susano. Je
Deberían aclarar de no leer en el trabajo menos cuando es una biblioteca Jaja me murile para no largar la carcjada pero fue insostenible. Imaginar l susano con escudo y espda para liquidar la criatura del baño
aaaajajajaja. Muy bueno! es buena la imagen del susano guerrero entrando en combate, jeje.
muy buena la notaaa!
Increíble Viejo !! Debés haberte mamado varios viajecitos en bondi para recolectar semejante cantidad de historias… 😀
Yo tengo una para contar que te morís de risa… Era un bus que me llevaba de un aeropuerto a otro. Era una noche fría… muy fría y peligrosa. Llegué de casualidad a tomarme el último colectivo que hacía el recorrido y me quedaba un solo asiento al lado de un señor un TANTO particular. Haciendome la SUPER STAR (el tipo ni se dio cuenta de mi presencia) me acomodé al lado de mi compañero de viaje. El transporte público no hizo más de 200 metros que escucho un agudizante ruido que encrespa mi piel. El buen paisano roncaba de ida y vuelta. Era king Kong que se había tragado a pie grande… Era la encarnación del Abominable Hombre de las Nieves pero en versión morocha. Empecé a fijar la vista en el ser que tenía al lado y descubrí que un hilo de baba chorreaba de su boca. Los ojos los tenía entreabiertos y blancos, tirados para atrás, viste ? Entre tanto ruido, mi cara de espanto fue superior cuando al acomodarse en su asiento y parte del mío se tiró un petus y al unísono eructó.
– Madre Santa ! Dije en voz alta… Que pedazo de cerdo !
La cosa fue de mal en peor. La persona que viaja con él iba a mi lado pero del otro lado del pasillo (el muy cabrón ya sabía lo que hacía este asqueroso, por eso no se había sentado con él). El tipo se reía mientras miraba mi cara de asustada.
– Acá la cagu**! pensé, su amigo me escuchó y se arma la ecatombe en el bondi.
A mi asombro, ni el dormido ni el amigo me habían entendido. Así hubiera hablado en chino me hubieran entendido. En un momento del fastidioso viaje, el amigo se para y en un idioma «bastante» particular lo despierta al oso y (creo) que le dice algo como acomodate que estás haciendo el ridículo… bah ! no sé…
Su idioma era nada más ni nada menos que árabe (o un dialecto de ese estilo). En un intento de desesperado de conseguir mi libertad, saqué mi inglish de curso de CD (el mismo que hizo el Susano !!) y amablemente le pregunté a su amigo:
– güí ar iú fron ?
– güer from IRAN
– okei… nou problem… is okei
Sin más comentarios que hacer y ante la amenaza de una posible «inmolación en nombre de Alá» cerré automaticamente mi boca, mis orejas y mi nariz y me propuse a disfrutar un hermoso viaje pluri-étnico, rogando a todos los santos y dioses, invocando a todas las Alicias Contursis y Aschiras del mundo de que NO viajaran en el mismo avión que yo…
Saludos cosmicos
jajajajajjaja..me hiciste reir mucho!!
Star!, la verdad que me ha pasado de todo pero nunca (o casi) he sentido peligrar mi vida, y encima para subir a un avión donde es seguro que no la contás. Como Ud dice, si los veías en el mismo avión no pegás uno ojo hasta destino! Buena anécdota la suya. Le agradezco el aporte.
Aparte de la genial anécdota que me hizo llorisquear un poco de la risa, comparto 2 fenómenos sin los cuales no hubieras contado esta historia. Esa infortuna (o bendita, dependiendo como se lo mire) habilidad para esquivar poderoso olores y esa capacidad de observar el lado netamente positivo de las cosas, sin dejar que dicha «catástrofe» nos haga pasar un mal rato (la cual orgullosamente comparto).
Muy bueno, saludos Viejo
Ud sabe leer entre líneas amigo. Es así como dice, hay que saber encontrar el lado disparatado del tema y no dejarse bajonear. Cuando se aprende a hacer eso, la vida es (casi) siempre, una fiesta.
grosso aguante nonquen
Uff, alto boliche.
BOLICHE RE TRABUCO..
Si habrás andado por ahí tirando pasos, maraca.
jaja buenisimo, que bizarro, un grupo de vikingos!!! pd: el susano debe estar en el pscicologo por la traumatica experiencia!
jaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaajaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
Haha, muy bueno, se pasó Sr. Don Viejo de la Bolsa. Estos escritos me hacen acordar a las epístulas que escribió Gran RofelloS a John en oportunidad de su viaje al Oriente, en 2008. Las cito por si a alguien le interesan (están en la web también).
«El micro en el que estoy se parece más a un circo que a cualquier otra cosa: hay yankies en toda la fila delante de mí y un gordo se las está chamullando. Tengo una porteña sentada a mi lado que viaja junto con su hija (que no se queda callada). Y a mi siniestra y retaguardia, hay un contingente de bolivianos recién egresados del penitenciario. Cabe aclarar, además, que la colectivo-moza es una dama que no puede evitar apoyarme el culo en la cara cada vez que viene.»
«Actualizo la información: la pibita a mi lado se largó a llorar. La película que acaba de concluir invitaba a ir a un cabaret, no a Retiro. El gordo se está por ganar una de las yankies y los bolitas, cuyo olor característico ya había notado, se sacaron las zapatillas.»
«Dios!! Que alguien me mate!! No soporto más este olor!!»
«Acabo de ir al baño. No vayas. Los bolitas usaron el lavamanos de inodoro. Hay agua y jabón.»
JAJAJAJA!! Y yo que viajé tantas veces en Andesmar!! Muy Bueno!!
JAJA COMPADRE COMO SIEMPRE UN CAMPEÓN EN LA NOTA, TE JURO QUE MIS VIEJOS SE PREOCUPARON: «»POR QUE CARAJOS ESTE SE RÍE SOLO Y NO SE ESCUCHA NADA MAS»»
Y YO TE PUEDO DECIR QUE HE VIAJADO MUCHO EN MICROS DE LARGA DISTANCIA PERO NUNCA HE TENIDO HISTORIAS QUE SOBRESALGAN, NO SE SI AGRADECER O LAMENTARME, SALUDOS! 🙂