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Una noche con Venus

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Muchas veces las cosas pasan, no están planeadas, y estas son las mejores cosas que nos pueden ocurrir.

Todo comenzó un sábado a la noche, me invitaron al cumpleaños de la novia de uno de mis mejores amigos, como es mi hermano y a mí me cuesta mucho arrancar cuando me dicen “joda” le dije que sí, vamos. Salimos de mi casa y caímos tipo 11, para empezar la previa.

Empezamos a tomar un porrón y un fernet tranquilos, nos sentamos en los sillones y comenzamos a charlar, hasta que en un momento salió mi amigo a abrir la puerta. Sabía que iba a venir más gente pero no me imaginé ni por un instante lo que iba a pasar esa noche… hasta que la vi entrar. Si me preguntaban “¿qué era la hermosura?”, ahí estaba la respuesta, un destello de belleza, Venus en persona, no lo podía creer. La vi y me respondió a la mirada con una sonrisa pícara, de esas que no se ven todos los días. La saludé y nos quedamos charlando.

Ya eran las 12:30 así que alistamos un porrón y un fernet viajero para ir al boliche, cuando llegamos dejamos el auto en una calle de tierra que era muy jodida, así que ella me apoyo el brazo en el hombro para no caerse. Mientras caminábamos la contemplaba con deseo, tenía un tatuaje en el brazo, subí un poco más y vi esos labios carnosos, tenía ganas de besarla, tenía que hacerlo, era hermosa.

Entramos al boliche y nos fuimos a un sillón, lo primero que atine es a sentarme al lado de ella y empezamos a hablar. Pegamos onda ahí nomás, había una atmósfera especial y era evidente que había mucha atracción, ya no daba más, le comí la boca.

Empezamos a tomar unos tragos y a divertirnos un poco, me agarro de la mano y fuimos al primer piso, nos sentamos en un sillón y empezamos a besarnos, me dio unos besos en la oreja que me hicieron volver loco, estaba hirviendo en pasión, estábamos consumidos por el éxtasis.

Nos encontramos a los chicos y dijeron que tenían sueño, así que se querían ir. Eran las 3 de la mañana, todavía era temprano, así que nos fuimos con ellos hasta el centro y enfilamos a la taberna. Compramos un porrón, pucho va pucho viene… beso… manoseada… caricia… ya está, vamos a otro lugar. Estábamos a punto de explotar, lo íbamos a hacer ahí.

Nos tomamos un taxi y fuimos al Delta. Llegamos y cuando entramos a la habitación no dimos más, comenzamos a besarnos y empezó a desabrocharme la camisa, me tiro contra la cama y empezó a bajar hasta desabrocharme el pantalón, lentamente comenzó a darme placer con la boca. Le saqué el corpiño y salieron a la luz dos grandes pechos, comencé a besarlos, sentía que sus pezones se endurecían. La tiré contra la cama y empecé a bajar, empezó a estallar en gritos de placer, me tomaba los pelos, quería más.

Nos acomodamos en la cama y entre dentro de ella, éramos uno solo, estábamos unidos por un mismo deseo, mi corazón latía fuerte, estábamos empezando, seguiríamos toda la noche. Apagamos la luz, a ella le gustaba así, coloco sus piernas en mis hombros y volví a entrar en ella, comencé a sentir como acababa, estábamos en trance. No quería acabar, quería seguir, ella me pedía que acabara, así que acabe con un profundo suspiro.

Luego de eso nos acostamos y nos pusimos a ver televisión, necesitábamos una pequeña pausa. Empezamos a reírnos haciendo la traducción al español de una película que estábamos viendo, era una de las mejores noches de mi vida, hacía mucho que no la pasaba tan bien.

Comenzó a ponerse nuevamente tenso el ambiente, empecé a besar sus pechos y a darle placer con los dedos, nuevamente estábamos en trance, nuevamente volvíamos a subirnos a la nube de placer, mis dedos sentían como un líquido tibio corría de ella. Baje y empecé a darle con mi lengua, empezó a gemir como una leona en celo.

Comenzó a bajar nuevamente, queríamos más, sacábamos energías de donde no teníamos, sentía un placer único, jamás me había sentido tan bien. Había bajado la misma Afrodita y se había posado en mis brazos. Estábamos probando el elixir de los dioses, nos habíamos robado la fruta de la pasión. Ya no daba más y acabe en su boca, nos acostamos un rato más y seguimos viendo televisión. Cuando vimos el reloj nos percatamos de que eran las 8, habíamos estado tres horas y podíamos seguir por mucho tiempo más, pero debíamos dejar un poco de eso para la próxima vez.

Nos cambiamos y empezamos a caminar de la mano por la calle San Martín hasta el centro, fuimos charlando y riéndonos todo el camino. La acompañe a la parada del bondi y me despedí de ella con un dulce beso.

Y nos dejamos llevar, por el llamado de la pasión. Cuento los segundos para volver a ver a Venus, para volver a surcar por los tormentosos mares de la lujuria…

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