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La plaga de militontos

De repente me cambiaron el canal y no entendí un pito. De unos 60’ y 70’ llenos de efervescencia, con una juventud comprometida, callada violentamente por la dictadura y su popular “no te metas”de los 80’, el nieto neoliberal que se jactaba con un “la política no me interesa” , a un bisnieto bastardo, malcriado e insoportable que yo llamo “militonto”.

Es que el militonto no es propiedad de un partido o pensamiento, este insufrible ser puede fanatizarse con cualquier lineamiento político, desde facho a zurdito. No me malinterpreten, acá no estamos hablando de idealistas, esas personas que imaginan un mundo mejor aunque sea inalcanzable y pelean por él, a esos los admiro y quiero considerarme entre ellos, acá estamos hablando del pelotudo que se encierra en una idea, se ciega, y la defiende hasta el punto de la incoherencia o el ridículo como buen fanático.

Hasta ahí todo muy lindo, por supuesto que cada uno hace de su culo un colectivo y deja subir a quien quiera, el tema es cuando te lo tenés que fumar. Y no es que no te interese la política, pero la mayoría de las veces no te dejan ni hablar. Si pudiste meter bocado en el monólogo que clavó en dónde sea que esté, porque no distingue si está en una reunión del partido o un bautismo, te va a negar todo, se te va a cagar de risa o simplemente se va a calentar creando un hermoso momento incómodo.

Cuando te los encontrás personalmente la piloteas dándote a la fuga o poniendo tu cara en “póker automático” y te concentras en comer o pensar qué carajo tenías que hacer para el trabajo. Pero el problema no queda ahí, el tema es que han invadido cada parte de nuestras vidas, trabajo, amistades, juntadas, programas de radio y televisión, porque hasta en los de chusmerios hablan del tema, y no me voy a olvidar de las fenomenales redes sociales.

Para muchos, bueno para todos, el “conectarte” un rato al Facebook, Twitter o alguna de esas cosas es justamente casi lo contrario, te desconectas de tu alrededor un rato, lees las noticias, te reís con post pelotudos, te colgas con alguna nota del Mendolotudo, te enteras que tu compañerita de la secundaria va por el cuarto pibe y segundo marido. Básicamente una oda a la procrastinación o en palabras más simples una maestría en rascarse.

Pero no, justo cuando te estas relajando, entre todo lo que te interesa, hay una catarata de publicaciones de Juancito. Que se le dio por participar en un grupo político hace un tiempo, leyó un par de libros básicos, le contaron un cuento y ahora se siente un héroe revolucionario desde su Ipod, con publicaciones pedorras y secamente las 24hs del dia.

Y un día a vos se te ocurrió publicar algo que va en contra, o peor le comentaste en desacuerdo de su manera de pensar, y así como así desataste la Santa Inquisición Twittera, por sacrílego te van a perseguir, con todo el peso de los poderosos post hasta que vuelvas al camino de la fe, o apagues la computadora.

Si te encontraste con unos de estos seres insoportables, seguro que soportaste alguno de sus tipos de micromilitancia, que serían:

La opinión crítica:

Ésta es la más liviana que te puede tocar, porque es la más respetable de todas. En un país libre con una correspondiente libertad de expresión, uno puede decir lo que se le da la gana. Uno puede compartir si algo le gusta o no, si está a favor o en contra, algo que le resultó interesante, lo que no quita que lo deje a uno como un pesado o un pelotudo.

El extremo es el problema en este caso, cuando están todo el bendito día publicando sobre lo mismo, inclusive información que es más difícil de probar que la inteligencia de Karina Jelinek. Ni te digo si se les da por escribir testamentos con sus opiniones queriéndose hacer los profundos que, sin necesidad de leer porque siempre dicen lo mismo, festejan sus igual de insoportables amigotes.

La burla:

Mucha gente cree que el humor está más allá del bien y del mal, pero no es así, si lo usas para decir lo que pensás sin que te manden a la mierda es de cagón. En un intento de quedar irónicos, o parecer sarcásticos cruzan la raya y quedan como el alumnito pesado de la clase, al que todos quieren cagar a trompadas.

Lo peor es pensar ¿para qué carajo sirve? Como dije, el que comparte su manera de pensar, va a ser obsecuente. El opositor no va a cambiar nada, porque se le está cagando de risa, como mucho le va a generar unas hermosas ganas de dedicarle un rosario de puteadas.

El violento:

Que cree que en sus dedos tiene una ametralladora para contrarrestar al enemigo twittero, llenos de adjetivos como “facho, gorila, vende patria” o del otro lado “planero, vago, kaka”, amenazas “si la citan a ella nos citan a todos”, consignas repetidas como loro “vamos por el cambio, esta es la revolución de la alegría”, hasta otras realmente preocupantes en democracia como “somos el ejército de…” ¿Qué van a hacer? ¿Saturar el Facebook con “me gusta”? ¿un golpe de estado en Twitter?

Estas situaciones, donde todos son dueños del Santo Grial de la Verdad Absoluta, siempre me hacen acordar esta viñeta de Montt:

Finalmente como un llamado a la solidaridad por un mundo más sano, especialmente con pelotas más sanas y desinfladas, les pido que recuerden siempre que ser pelotudo es gratis, pero no obligatorio.

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