Cualquier cosa puede volver loco a un hombre porque la sociedad se asienta en bases falsas.
Charles Bukowski.
Nacés, estudiás, te casás, morís y te vas al cielo por buenito, bien peinado y por usar mocasines color guinda y una corbata a rayas.
Todo está ahí: el televisor gurú, con sus noticieros escupiendo como un AK.47; el cigarrillo que te odia y la Luna que es tu puto sexo.
La noche de rodillas.
Te morís, trabajás, nacés y tomás café en una mañana linda, novedosa y especial, frente a un espejo que te devuelve la imagen que supuestamente sos vos, pero son sólo reacciones químicas; mientras la camisa te huele a jabón y soltate el pelo con Wellapon soltate; tenés los dedos de los pies ateridos y envueltos en papel de aluminio.
Morís y no te das cuenta y sos un zombi de pacotilla, nacés con el culo para afuera, estudiás mientras te imaginás chupándole el clítoris a la vecina, trabajás para tu jefe que es el Ojo que todo lo Ve y se nutre de tu líquido vital y naces en un colectivo lleno de humanos sudando pulpos y mordiendo dientes.
Estudiás, nacés, te morís y te hacen RCP y seguís, seguís como una mula que no sabe que es una mula y se cree un pegaso con alas de cartulina azul clarito, no celeste.
Abro los ojos mientras el despertador me patea la ingle y el amanecer me grita al oído sieg heils; y la señorita Hilda de tercer grado me sigue diciendo que la regla de tres simple y el teorema de no quien puta son la verdad.
Nacés para ser un esclavo sin dueño, estudiás para tener el deseo de agarrar un hacha y matar a todo el mundo y morís mil veces sin cerrar los ojos, resucitás regurgitando la bilis de Mc Donald´s, con su combo estúpido y te sentís de la elite bailando en Chacras con una multitud de gente que nace, estudia, trabaja y muere (sólo eso, únicamente eso); mientras tanto, Osho te canta la posta desde su Rolls Royce y el Papa blindado te da el visto bueno para que sientas culpable y reces un millón de padrenuestros radioactivos.
Y nacemos, y estudiamos y trabajamos y morimos y lo que pasa en el medio se escurre como una babosa debajo de una tempestad de sal…y yo no quiero eso, quiero las palmas de mis manos al sol y que la lluvia que nunca llega moje mi rostro.
Quiero decir no.
Ya siento la inminencia de la tormenta.