Jamás fui una mina extremista en cuanto a defender con demasiada vehemencia al género femenino. Me considero objetiva y hasta en muchas oportunidades me supe identificar con el sexo opuesto. Pero sobre el tema que voy a mencionar a continuación, mujeres: ¡las banco a morir!
Cuando viajar en bondi no resultaba una odisea por escapar de un virus o de una bala perdida propinada por algún policía enojado, escuché a tres amigos hablar muy despectivamente sobre dos chicas con las que salieron con anterioridad. Resulta que para el trío de chiflados, uno más feo que el otro, las mujeres que mencioné antes eran dos histéricas porque, al parecer, habían decidido tomar el rol que antes ellos solían practicar con frecuencia: salir, garchar, huir «y si te he visto no me acuerdo». ¿Les suena?
Ahora somos «unas cualquieras, unas putas de mierda y no sabemos lo que queremos» solo si nos negamos a tener una relación monogámica con quien tan solo queremos divertirnos y pasarla bien un rato. A ver, ¿cómo se los explico? A ustedes no les joden los desplantes, lo que les molesta es no ser ustedes los «pistolas que se las saben todas» y que aparentan ser esos gavilanes que nos vuelan la tanga con una simple llamada delante de sus amigos para simular que la ponen y no solo en remojo.
No les molesta que no tengamos ganas de noviar, se les encoje el pito porque no son ustedes los machos de pecho peludo los que nos van a derrumbar por completo la idea de tener algo más allá del sexo. ¿Qué pasó campeón? Esta vez se invirtieron los roles y no lo soportan, entonces es más fácil decir que la mujer con la que te acostás de vez en cuando es una cualquiera. Pero pasan por alto que fueron los hombres quienes se pasaron esta vida y todas las vidas anteriores jugando a ponerla y sacarla sin ningún compromiso; y nosotras, tontas y enamoradizas teníamos que lidiar con las consecuencias sin emitir sonido alguno y mucho menos esbozar un par de quejas tras no estar de acuerdo.
Dos cosas:
1- Nos cansamos de verlos gastarse el sueldo en porros mientras nos hacían creer que eran el hombre especial que estuvimos esperando y que vinieron para cambiarnos la vida. Ahora que no queremos seguirles el jueguito somos unas pendejas que no valoramos nada. ¡Pobre idiota!
2- Por acción divina o por selección natural, pudimos acceder al beneficio de discernir y así darnos cuenta que ya no estamos para mantener a otro imbécil irremediable a pedal, aunque en algún momento le hayamos hecho creer que el flaco nos convenció y en realidad, pobrecito, se convenció a sí mismo de tener la situación controlada.
Aflojen con la paranoia. ¡No lo hacemos a propósito! Discúlpenos señor por quitarle el peso al sexo y ya no querer llamarlo «hacer el amor». Es que estamos un poco grandes para continuar vírgenes esperando a un noble caballero.
Creyeron que íbamos a ser por siempre el trofeo que antes presumían a su alrededor y terminaron siendo ellos el trapo de piso de todas sus miserias que lo persiguen por mal tipo, por no comer ni dejar comer, por no agarrar pero tampoco soltar. Papu, dejanos jugar un rato y vos seguí en la nube de pedos que te permite seguirla poniendo, con la ayuda de un alma que se solidarizó con tu completa incompetencia para chamuyar.
Leí una frase que me tiene enamorada y deseo compartirla con ustedes, adaptándola un poco a cómo la usaría yo: Si éramos tan perfectas, sí les gustábamos tanto cuando nos comportábamos como unas «chicas de bien», entonces se hubieran quedado. Ahora es tarde, nos volvimos esas «putas de mierda» que tanto les gustan.
Besos en su histeria. Nos leemos la próxima.
Genial!!!
Gracias!