/A quien corresponda

A quien corresponda

«Take this kiss upon the brow!
And, in parting from you now,
Thus much let me avow —
You are not wrong, who deem
That my days have been a dream;
Yet if hope has flown away
In a night, or in a day,
In a vision, or in none,
Is it therefore the less gone? 
All that we see or seem
Is but a dream within a dream».
E.A.P.

Hace tres horas de ese lunes que te volví volver. Dijeron que en realidad habías vuelto el domingo, no lo sé. No quise preguntar para no demostrar interés.

Ya sabes cómo soy.

Fue una semana dura. Aceptar no es fácil, menos si lo que hay que aceptar se escapa de lo que podemos entender. Y es que no encuentro un método práctico de entender lo que siento sin cerrar los ojos y pensarte.

Se me llenan los ojos de lágrimas, pero no como siempre… me empieza un dolor desde las cuencas, profundo… que se esparce por toda la parte blanda; y las lágrimas, en lugar de inundar y caer, parece que fueran de ácido y que nacieran ahí, desde esa oscuridad hacia afuera.

Tal vez sea eso, no lo había pensado hasta ahora. Lograste sacar de alguna forma, esta forma lúgubre que me habita el pensamiento y el corazón. Tal vez no fuiste vos, ni las experiencias que nos atravesaron, sino que soy yo misma intentando salir de una coraza que con mucha dedicación armé y a pura paciencia intentaste romper.

No te voy a mentir, un par de grietas le hiciste. Me tiemblan los labios al escribirlo, el ardor de los ojos vuelve y salen dos lágrimas cargadas que no me demoro en secar. Siento los músculos de la cara tomar su sitio habitual y escucho a mi voz mental, que reproduce una voz que reconozco pero no recuerdo, decir: «shh… Mina, no llores más. Te ves fea llorando».

Cada vez que me detengo a pensar en qué es lo que siento por vos, rompo en llanto de una manera tan ridícula que me tengo que poner de espaldas al espejo para no tener que cruzar miradas conmigo. Un dolor me sostiene desde la tráquea y me eleva hasta no sentir el suelo.

Me falta el aire.

Tengo palabras que no quiero pronunciar. Me niego a reconocer la fuerza de este… de este cariño. Me niego a que lo sepas y puedo sostener esta postura hasta que el dolor cierre las grietas que hiciste -y las endurezca por si se te ocurre volver- o hasta que las palabras se abran paso, dejándome muda o diciéndolo todo.

Sólo quiero poder dormir sin pensar si te veré o no mañana. Sin encontrar los mil finales posibles a ese saludo que no pasó, sin retarme por mostrarme sensible con tu regreso a la ciudad. Quiero dormir para soñarte y tenerte ahí, un ratito, conmigo y que ni por H, ni por B, ni por P., ni por J., tengamos que dejarnos.

Yo logré tu indiferencia, yo lo quise así.

El miedo a merecer y ser feliz, me trajo hasta acá.

No voy a pedirte el abrazo que cierra esta carta, aunque me muera en cada centímetro que desperdiciamos. Solo necesitaba hacer letras este orgullo que me consume de a poco.

Ya volveré a ser quién era… No he visto a nadie morir por amor.