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Caminos del vino con final paupérrimo

DESASTRE: Participantes varados después que la organización se quedara sin vino tinto y siguieran marcando el camino con vino blanco. «No se notaba una bosta» manifestó un beodo.


Como todos los años se realizó la primer bicicleteada «por los caminos del vino» en Mendoza, el cual iba desde el cerro Arco hasta el Arco Desaguadero, pero algo salió mal.

Parece ser que la organización encargada de marcar la ruta por donde los deportistas debían transitar, le habría pifiado feo a la hora de marcar el trayecto. Y esto pasó por haberse quedado sin vino tinto para marcar los lugares por donde se llevaría a cabo dicha competencia.

Cabe destacar que al querer hacerlo netamente temático, en lugar de agua en las distintas postas, se esperaba a los sedientos atletas con botellas de afamadas bodegas. Los primeros podían disfrutar de un rico vino blanco a baja temperatura, pero los últimos solo les quedaba por tomar un tinto avinagrado a mas de 30ºC. Ésta imagen muestra las concecuencias de desacertada idea.


La bronca terminó de desatarse cuando algunos encararon para el corazón de la capital y terminaron metidos en lujoso hotel frente a la Plaza Independencia.  Botones y mozos trataron de retenerlos pero no hubo caso. Incluso algunos terminaron jugándole un pleno al 32 en el casino. Al parecer luego de un rato, llegó la policía y todos habrían terminado en la casita de piedra.


Las chicas que hacían de promotoras de marcas fantasmas, tenían la función de distraer a todos los periodistas que relataban el tour en vivo y así hacer vista gorda de todos estos graves errores.

Mi persona, que cubrió los hechos, sufrió agresiones por parte del presidente de la Federación de Ciclistas Tomadores, Gustavo Racho. Luego quiso sobornarme con un pack de Vino Toro Miado, el cuál no acepté.

Además, aquellos que no terminaron la competencia, aseguraron que todo estuvo arreglado, ya que el único que terminó y se ganó la cisterna de vino fué quien loes habría facilitado la habilitación para este evento. Cuando tratamos de entrevistarlo, no habría propiciado insultos varios y al grito de «inyéctenlo en mis venas», sus guardaespaldas me invitaron a retirarme.


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