/Me clavé un pote de helado… ¿y Qué ?

Me clavé un pote de helado… ¿y Qué ?

Noche larga como bufanda de jirafa, opto por levantarme y encender mi celular, una lista interminables de mensajes y todos de mi amiga María Encarnación. Al toque la llamo, necesita mi ayuda y me pide con urgencia que nos veamos. Llego a la cita, antes que logre decir palabra alguna me para en seco….

– ¡Calláte y escuchá!… Se está armando una gran movida en Mendoza, la cosa es así… varias diputadas y senadoras se pusieron de acuerdo en un proyecto… se sumaron juezas, policías, maestras y profesoras, jubiladas y pensionadas…

– ¡Esperá un poquito! por lo que veo son todas mujeres…

– No, no… hay algunos tipos, son los menos y se hacen los superados. La idea es tomar la provincia, estamos hablando de un piquete masivo en rutas provinciales y nacionales.

– ¿Quéééé ? No podés tomar la provincia es ilegal, pero… ¿qué las moviliza o bajo qué consigna?

– Tranqui… paso a explicarte, ya está armada la cartelería y las pancartas con la leyenda: “Me clavé un pote de helado… ¿y Qué ?”.

– No entiendo, es una manifestación contra la venta ilegal de helados o han detectado que su ingesta trae algún trastorno físico, o ¿ qué ?…

– Naaa, todo lo contrario, el proyecto contempla la apertura de más heladerías a nivel provincial y la incorporación de más variedades y gustos, que le saquen el iva al chocolate granizado y los ingresos brutos al dulce de leche almendrado.

El problema no son los helados y tampoco las heladerías, sino el sentimiento de culpa que nos genera el tomar un medio kilito o kilito y cuarto con yapa de este gélido elixir de los dioses paganos, y la única forma de superar esa culpa es encontrar un culpable y echarle la culpa a él, dejar de lado ese sentimiento que nos atormenta y poder gritar a los cuatros vientos: “Me clavé un pote de helado… ¿ y Qué ?”

– Ya entendí, lo que buscan es aquella persona que introdujo los helados a Mendoza, encontrando el culpable se desarticula el movimiento, no paralizan la provincia y le siguen pegando duro al rubro en cuestión, pero sin sentimiento de culpa.

– ¡Aja, Aja… tal cual!

Dejo a mi amiga y me encomiendo a la difícil misión, no tengo dudas, tampoco ideas muy claras, el Archivo General de la Provincia de Mendoza es el lugar y hacia allí voy. Llego e ingreso en la Sala de Investigadores, un historiador que allí estaba me tira un dato y me dice que a fines del siglo 17 un tal Procopio inventó una máquina para hacer helados.

Por otro lado, tengo buena data respecto que San Martín era adicto a los dulces y los helados, y a confesión de partes relevo de pruebas: Fray José Bauzá el 21 de setiembre de 1818 desde Santiago de Chile dice: “Remito en un cajoncito una docena de cucharitas para café y helados y 1 docena de tenedorcitos para dulce”. Carlos Peña el 30 de junio de 1822 en Lima dice: “El Señor Protector ha gastado en siete vasos de helados 4 reales cada vaso y anoche 6 reales en dulces”.

Ya tengo dos fechas: fines del siglo 17 y principios del 19, y un culpable: San Martín. Me decido por el Siglo 18 y me calzo los guantes de látex, comienzo a leer documentos históricos, uno tras otro – uno tras otro, pasan las horas y los días, llego a la mitad del siglo y nada de nada; me faltan 60 años para recalar en la época de San Martín, si es así… dejo todo aquí y desisto de seguir; le mentiré a mi amiga y que se arme la podrida, no puedo escrachar al Gran Capitán y culparlo de haber introducido los helados a nuestra ciudad.

Tomo en mis manos la próxima Carpeta, es la Número 14 que contiene el Documento 7, son 48 fojas desde enero a diciembre del año 1752. Viene a mi memoria la llegada de San Martín a Mendoza aquel 7 de -setiembre- de mil ochocientos 14, dos números coincidentes “7 y 14”, una sensación extraña recorre mi cuerpo, comienzo a sudar y mi corazón se acelera; decido saltear fojas para llegar al mes de setiembre, no hay ninguna probabilidad que pueda darse una trilogía astral; ante mis ojos la foja 27… lo impensado está por pasar y para que no queden dudas lo transcribo textual:

En la ciudad de Mendosa a dos días del mes de -septiembre- de mil setecientos y sincuenta y dos años, los Señores de este Ilustre Cabildo es a saber el Señor General don Eusebio de Lima y Melo, Justicia Mayor, Cavo y Gobernador de Armas de esta Provincia de Cuio por Su Majestad que Dios guarde y los Maestros de Campo don Francisco García García de Torres y don Fernando Serro Jurado, Alcaldes Ordinarios de Segundo y Primer Voto de esta dicha Ciudad, y congregados en la sala del ayuntamiento llamados a son de campana tañida como lo han de uso y costumbre, a tratar y conferir al bien y útil de esta república y estando en este estado dijeron; que por cuanto Nicolás de Candia compareció en este ayuntamiento diciendo que en atención a no haber en esta Ciudad obligado a que traigan «niebe» a ella ni nunca a habido en ella, en cuia atención se sirbiese y propias de concederle licencia para traer dicha «niebe» para el abasto preciso de esta ciudad, y visto que dichos Señores que era muy conveniente a la República a la representación que hace dicho Nicolás de Candia, se le concede licencia para que por término de un año el que traiga dicha «niebe» con el cargo que aiga de contribuir cuatro pesos para propios de la ciudad, a lo que dicho Candia conbino y se obligó a dar los dichos cuatro pesos sin la menor repugnancia, y por no haber que tratar y conferir se serró el Cabildo por este día y lo firmaron dicho dichos Señores de que io dicho escribano doy fe: Gaspar de Castro, Escribano Público y de Cabildo”.

Parto a ver a mi amiga, comienza a leer el documento y noto cambios en sus facciones, me mira fijo y dice:

– Nicolás de Candia fue el desgraciado que trajo los helados a Mendoza; tranqui… paso a explicarte, a los actuales helados se les llamaba “nieves”, pero ojo, comienzan a popularizarse entre los mendocinos un proceso para la conservación en frío, en pocas palabras… se cavaba un pozo profundo y se revestía con mampostería, en los meses de invierno se acarreaba nieve y se lo llenaba y en verano se picaba el hielo y se lo extraía, haciendo las veces de heladeras o freezers.

– Si hay nieve… hay hielo y hay helados. Pero ¿quién era este tal Nicolás de Candia?

– Para tu sorpresa… era el médico y dentista de la ciudad, así lo expresa en su testamento emitido un 23 de julio de 1760, en el que declara por sus bienes: instrumentos que se hallan en un estuche de cirugía, 18 libros de medicina y cirugía, 1 jeringa, 3 frasqueras y 4 instrumentos para sacar muelas.

María Encarnación se despide de mi y se aleja, unos metros más adelante veo que detiene su marcha, da media vuelta y se vuelve a despedir, esta vez con una reflexión: sé feliz contigo mismo y harás feliz a los demás, sé libre para amar y amarás la libertad. Siento en sus palabras un dejo de conformidad y sé que ahora es libre y sin culpa podrá decir: “Me clavé un pote de helado… ¿y Qué ?”.

Escrito por Mauro JaJa para la sección:

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